Parte 1

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Rhaenyra quería comprometer a su segundo hijo con Rhaena, lo que garantizaría su ascenso como Lord de Driftmark, Aemond anhelaba a Lucerys y su hermana le negó la oportunidad. Pero hubo un rayo de esperanza cuando el rey le dice quien logre reclamar a Vaghar podrá también pedirle lo que desee.

Sin embargo, Aemond no entendió Viserys se lo dijo en forma irónica, y reclamó a Vaghar esa misma noche con toda la emoción. Era tener el dragón y el alfa que siempre esperó, ¿Por qué no? ¿qué no daría?

Y en tan sólo una noche ese sueño se volvió su pesadilla en cuanto la navaja del alfa con quien anhelaba pasar su vida atravesó su cuello en una pelea.

Sobrevivió, pero el precio fué alto: no podría volver a hablar jamás.

Ante la vista gorda del rey, el cual prefirió estar con su hija y nietos atendiendo el trauma de Lucerys, Alicent que había sufrido prácticamente sola viendo a su hijo en cama luchando por su vida, ordenó empacaran todas las cosas de sus hijos. Todos los sirvientes sabían era una barbaridad la reina consorte se apartara del rey, pero por su rango y la furia que exhalaba por cada poro de su cuerpo decidieron mejor no replicar. Alicent ni siquiera esperó sacaran sus propias cosas, ella misma las tiró fuera y un barco fué preparado para su viaje.

—¿Qué haces?– Otto cruzó las puertas, posando sus ojos sobre el equipaje. La cabellera rojiza de su hija seguía siendo sacudida por toda la habitación–  El reino te necesita.

—¡No me importa! ¡La indiferencia que mostraron por mi hijo yo se la daré a este lugar a partir de ahora!– Entrelazó sus manos a la altura del vientre, frunciendo el ceño– Cuando se haya enterado el rey, estaremos en el barco rumbo con Daeron en Oldtown. No rechazará mi propia familia a unos jinetes de dragón, o su propia sangre.

—Tienes razón– Concordó Otto– ¿Pero, y Aegon? Sé que no estaba de acuerdo, pero es el prometido del sucesor de la princesa.

—¡También se irá conmigo, a Viserys no le importa si respira al menos! Que comprometan a ese niño con alguien más. Mi hijo es de una unión legítima y no voy a dejar también sea agraviado, podré cuidarlo mejor en Antigua. Tendrá muchos pretendientes más.

La Mano parecía meditar lo que decía su hija, y finalmente, para sorpresa de la beta, asintió concordando.

—También iré contigo- De pronto dijo, y Alicent miró con desconfianza a su padre, quien explicó:– Veamos cuánto tiempo el reino puede mantener su estabilidad.

Sin respuestas concretas, la reina decidió no había tiempo para más preguntas en cuanto su hijo Aemond llegó a la habitación cargando su capa de viaje, y abrazó su cintura. Las lágrimas caían por su rostro, y aunque movió la boca, ningún sonido, aparte de unos gemidos, pudieron salir, y la venda en su cuello trajo iracunda impotencia nuevamente en la madre.

Nadie en Desembarco del Rey apreciaría a un Omega con una enorme cicatriz, en Antigua podría empezar de nuevo y vivir una vida feliz.

Como dijo, el rey no se dió cuenta de la ausencia hasta que estuvieron ya en el mar navegando lejos de Desembarco del Rey, y se entendió por qué tres dragones abandonaron la capital. Se podría decir fué por las preguntas del consejo en la próxima reunión privada para tratar los asuntos del reino. Viserys oyó su Mano le estaba pidiendo permiso para algo, pero estando alterado por Rhaenyra que no encontraba cómo consolar a su hijo del trauma (aunque sólo repetía quería ver a Aemond, y se negaba tocar cualquier cosa de hierro o ver armas), le prestó nula atención y simplemente le concedió lo que fuera le decía.

Nadie podía apelar a traición, tampoco que la reina hubiera hecho eso sin permiso de su esposo, quien incluso firmó el papel que la Mano le colocó al frente autorizando el viaje y que criara a los otros príncipes lejos de Desembarco del Rey.

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