Cuando te debates entre la vida y la muerte sólo te queda pensar en el paraíso

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- No puedo creer que hayamos sobrevivido y vencido a Utsuro, de verdad pensé que íbamos a morir en el campo de batalla. - se me sale decir de repente ante el largo silencio de los dos.

Sigues viendo por la enorme ventana que da al jardín de la Posada en dónde nos hospedamos, la cuál está completamente sola, obviamente nadie quiere tener una escapada de fin de semana en el campo después de que haya ocurrido una batalla que casi acaba con el Mundo. Por lo pronto te contemplo de nuevo, tus mechones plateados caen sobre tus ojos rubí y con tu brazo apoyado en la puerta corrediza contemplas el jardín semi-destruido. Nadie está animado a tener una escapada de Edo...Más que nosotros.

Ya ni siquiera recuerdo porque decidí acompañarte o la razón por la cuál me pediste que viniera contigo, tal vez fue el mismo Sougo que planeó todo esto como una de sus bromas pesadas ya que sabe de mis sentimientos hacía ti, lo único racional es que después de tanta sangre, temor, guerra y destrucción estamos al fin solos, juntos...Vivos.

Exhalo el humo de mi tercer cigarrillo mientras te sigo contemplando, espero que no te des cuenta de lo mucho que te veo, te admiro...Te deseo, tu mirada sigue en el jardín cuando expresas algo que hace que mi corazón de un vuelco.
- Pensé que ibas a morir... - dices en voz baja.
Me quedo en silencio por un momento y apagó el cigarrillo en el cenicero de la mesita de madera.
- Yo también lo pensé...Era alguien mucho más fuerte que nosotros ocho juntos, era una muerte segura...Lo apuñalamos todos al mismo tiempo y aún así Utsuro no murió. No te mentiré, estaba aterrado...Pero la verdad no me hubiera importado morir...
De repente vuelves tu mirada hacia mí y te me quedas contemplando muy atento y continuo.
- No me hubiera importado porque un samurái tiene que morir intentando proteger lo que es importante para él.
- Lo estabas haciendo...Estabas protegiendo lo que más te importa: Edo, el Shinsengumi, a Kondo-san... - contestas en voz muy baja.
- ...Y a ti, Gintoki...- Maldita sea mi suerte! Porque se me tuvo que salir decir eso. Ahora te me quedas viendo algo perplejo, empezarás a burlarte ya o quieres alguna otra razón para que quede más en ridículo delante tuyo?

De repente cierras lentamente la puerta corrediza y sin pensarlo te abalanzas sobre mí y me abrazas. Por todos los Dioses! Soñé con esto tantas veces, me impresiona mucho tu reacción pero no puedo evitar responder a tu abrazo y te aprieto muy fuerte contra mi torso mientras ocultas tu cara en mi cuello, puedo sentir tu aroma tan delicioso, paso mi mano por tu cintura, espero no estar dejándome llevar demasiado por la emoción que me provoca que estemos tan cerca, cómo nunca...
- Pensé que te perdería! - sollozas un poco, siento tu aliento en mi cuello y comienzo a tener un escalofrío en todo el cuerpo, mi corazón late como loco, no sé que responderte.
- Toshi...Yo...Te quiero - me dices de repente en voz baja. Al fin! Sabía que sentías algo por mí, esa atracción no estaba sólo en mi cabeza!, finalmente mis sentimientos si son correspondidos pero por una extraña razón no puedo decirte ni una sola palabra, sigo en shock, sólo abrazado a ti, sintiéndote en mis brazos, como siempre lo deseé.

Mi cuerpo al fin responde y te retiro un momento para mírate a esos ojos rubíes con los que sueño todas las noches, te ves muy nervioso, incluso apenado después de haberte confesado, la verdad yo pensé que lo haría primero, pero hasta en eso me tienes que vencer! Definitivamente, eres el samurái que salvó al Universo, cómo puede alguien competir contra eso? No te merezco, lo sé, pero si tengo la más mínima oportunidad de estar junto a ti, aunque sea sólo por una noche, la tomaré. A la mierda la caballerosidad! A la mierda el amor que siento por ti! A la mierda Tsukuyo, Sarutobi o Ketsuno Ana! Hoy serás sólo mío, te haré sólo mío y aprovecharé cada segundo a tu lado. Tomó muy lentamente tu barbilla, me acerco demasiado a ti y finalmente...Te beso.

Abro muy poco los ojos sólo para presenciar tu mirada en estado de shock, quizás cometí un error y mi corazón y lujuria me jugaron una mala pasada, a la mejor no me quieres de la misma manera que yo a ti y este beso no fue consensuado. Me retiro de inmediato y hago una reverencia ante ti a manera de disculpa.
- Lo siento, Gin, me deje llevar, no debí de haber hecho eso, perdóname! - me inclino completamente ante ti pero tú tomas mi mejilla  izquierda y al fin se realiza mi fantasía, ante mi incredulidad unes tus labios con los míos. Tus labios son tan suaves, tu saliva sabe tan cálida y dulce, creo que ya encontré otra adicción además de la mayonesa, el tabaco y el trabajo. Te tomo lentamente de nuevo de mentón para seguir con el beso, es el primer beso que tengo con un hombre y sé que también será el último, después de probar tus labios ya no quiero saborear otros, no sentiré nunca más esto por nadie. De repente, siento como posas tu mano en mi pecho y me empujas suavemente me apoyo en mis codos y me haces acostarme completamente en el tatami, con tus dos manos recorres mi torso y torpemente intentas quitarme el pañuelo del uniforme, te ayudo un poco y aprovecho para entrelazar nuestras manos.
- Hijikata-kun...- susurras de una manera bastante sensual, vamos a perder la cordura en cualquier momento, me incorporo de nuevo y te posiciono arriba de mis piernas y vuelvo a probar tus labios, esa sonrisa traviesa que alcanzo a percibir me dice que ya notaste mi creciente erección y yo también siento la tuya a la altura de mi abdomen. Comienzas a quitarme la chaqueta del uniforme lentamente, luego el chaleco y antes de que tus dedos busquen los botones de la camisa blanca nos volvemos a besar desesperadamente; tu lengua ya descubre la mía y comienzas a juguetear un poco, eres tan bueno besando! Me enciendes de inmediato, pero quiero ir lento contigo, quiero disfrutar cada maldito segundo de este momento tan íntimo que siempre soñé.

Aguantarte lo que sientes es reprimir tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora