Hace más de 100 años empezó a desaparecer la magia sin razón aparente. Un día podías leer mentes y al siguiente ya no. Nadie sabía que pasaba ni por qué, simplemente sucedió. Tan repentino como cuando la tierra tiembla y tan desastroso como un huracán.
Pero eso no fue lo peor. Lo verdaderamente preocupante fue cuando el primer inmortal murió. Y no cualquier inmortal, no, justo tenía que caer una de las cabezas de las 8 familias sagradas.
Casas regentes completamente destrozadas y una sociedad confundida, con miedo y rabia no es muy buena combinación. Mucho menos cuando los que dirigen no saben que hacer o hacía donde moverse.
Gracias a antiguos escritos por los que los dioses se comunicaron con nosotros y nos dieron las pautas para servirles se descubrió que los causantes de todo esto eran los kreadozi. Seres que fueron creados en la época del primer sol, pero al ser tan parecidos a los dioses, decidieron erradicarlos por medio de desastres naturales, plagas y enfermedades. Sin embargo, varios de estos inmortales lograron escapar. Se hicieron aliados de dioses menores que eran ignorados y gracias a ellos pudieron saltar de mundo en mundo, cambiando de forma. De esta manera los Dioses regentes no podían encontrarlos y si lo hacían, escapaban a un nuevo mundo llevando su destrucción a diferentes tierras. Pero gracias a que no seguían las reglas de las fuerzas primordiales, y en especial de la magia, fueron provocando que esta se acabara. Cada mundo que tocaban era destruido gracias a que la magia no podía seguir su curso natural.
Así que las 6 casas regentes que aún quedaban en pie decidieron tomar cartas en el asunto y empezar a perseguir y sacrificar a estos seres como ofrenda a los dioses. Al principio la mayoría estuvo de acuerdo, pero en cuanto la población se dio cuenta que tendrían que capturar y entregar a sus amigos, familias o amantes, empezaron a mostrar resistencia al proceso de purificación.
Fue cuando la casa de Nakewé decidió utilizar la fuerza para apaciguar este movimiento de inconformidad. Las reglas eran claras, sino los apoyabas, estabas contra ellos. Esto funcionó por un tiempo, hasta que llegaron Koathli y Tekiwa, dos simpatizantes del movimiento rebelde. Una era la corona, la otra era la espada. Juntas hicieron de un movimiento desorganizado y débil algo firme y que representaba la suficiente amenaza como para hacer temblar a los reformistas o purificadores.
Actualmente Tekiwa es la dirigente del ejercito sublevado, la enemiga declarada de Éttiene Nakewé y la autoproclamada novena Tlatoani.
Una cantidad enorme de personas la odian y la consideran la causante de la desaparición de la magia. De por donde vengo, el único titulo que se le da es de ramera. No sé si la odian más por "prostituir la santidad de las casas regentes" o por ayudar a que la desaparición de la magia sea el doble de rápida.
Lo que sí sé es que hasta los soldados más fuertes se la pensarían dos veces antes de decirle a la cara lo que piensan sobre ella. Tenerla frente a mi aumenta mi convicción. No conozco su historia, pero no es difícil darse cuenta de como llegó hasta donde está.
No es muy alta, yo diría que mide un metro setenta, morena y con facciones muy finas, tan afiladas como las hojas de papel que, pese a su aspecto débil, pueden causar heridas muy dolorosas. Todo en ella grita frialdad, pero no como la del Tlacatecatl que congela, no, ella es como el hielo que si sostienes lo suficiente te puede hacer una quemadura de peores dimensiones que el fuego. Tiene un porte impresionante y su mirada está inquietantemente vacía.
—Entonces eres tú a quien le tengo que agradecer la muerte de mi única hija. —Bueno, tanto como agradecer—. Sinceramente esperaba a alguien más amenazante, no a una chiquilla mal trecha y escuálida.
He perdido la cuenta de cuantas veces me han mirado con desprecio, de hecho, hace no más de 20 minutos que me vieron peor que a una plaga desagrádale, pero ella lo hace de tal modo que me empiezo a inquietar. Quiero moverme, esconderme o lo que sea para evitar su mirada, pero obligo a mis músculos a quedarse rígidos, sin movimiento ni nada que denote mi vergüenza.
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EXITIUM
FantasyNo hay algo más seductor que el poder. Al principio te da pequeñas muestras de lo que puedes hacer con él. Con sus suaves caricias te va demostrando que no es tan malo como todos dicen. Te deleita con la aparente libertad que te brinda y cuando meno...