O3.

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Aquel día llovió.

Cuando Kaveh deambuló por los pasillos, sus ojos rojos estaban decorados con leves ojeras. Se notaba en su esencia que no estaba bien; apenas había dormido desde la discusión con su novio y estaba a punto de morir del estrés con su proyecto. Casi se quedó dormido en la biblioteca unas cuantas veces, despertándose angustiado de golpe cuando notaba la mesa fría contra su mejilla.

—Mierda... es imposible— se susurraba, al no poder mantener su atención en su plano.

Sabía que si Alhaitham estuviera ahí, ya le habría dicho alguna cosa que le habría ayudado y se estaría concentrando mucho mejor. Sonrió levemente al pensar en cómo rio éste anoche; aquella carcajada había sido como un remedio para su dolor de cabeza constante.
Se había encariñado levemente del menor, y no lo podía negar. Era un gran apoyo aunque no hubiese manifestado realmente su dolor con palabras.

—Kaveh. Aquí te encuentro de nuevo.

Espabiló un poco al escuchar la voz grave de nuevo. Sonrió suavemente ocultando la pesadez de su rostro y le indicó que se sentara a su lado.

—¡Alhaitham! ¿Ya terminaste tus clases?

El menor asintió y tomó asiento al lado de Kaveh. Sacó un libro grueso pero pequeño; como un diccionario.
Kaveh lo miró curioso. Cosas de escribas, pensó.
Volvió a su plano y con su concentración mínima intentó enfocarse más en su trabajo.
Alhaitham notó de manera sutil el tembloroso pulso de Kaveh. Se fijó mejor en sus manos, pálidas, que sujetaban débilmente el lápiz y la regla. Y después se fijó en su rostro, que mostraba dos lunas oscuras bajo sus rubíes.

—¿Te encuentras bien?

La pregunta se sostuvo en el aire por momentos antes de que Kaveh sonriera. Mordió sus mejillas internas y reprimió sus ganas de llorar; sus ojos picaron suavemente y su nariz también.

—Sí. Seguí trabajando hasta tarde, ¡estoy emocionado por el proyecto y...!

Alhaitham está tan serio que Kaveh no puede seguir hablando. Sus ojos derrochan preocupación, intriga, temor. Esos turquesas temblaban suavamente al mirar al rubio, que no pudo contenerse más y comenzó a llorar en silencio. Cubrió su cara con sus manos para que Alhaitham no lo viera llorar. Joder, qué vergüenza. Seguro que lucía patético.
Entre sollozos, sentía que se ahogaba. Se ahogaba literal y figuradamente. El vaso se estaba desbordando y Kaveh no podía más. No aguantaba el peso de la culpa, del daño y del dolor. Sus hombros pesaban como yunques, y su corazón dolía de manera intensa. ¿Por qué? ¿Qué había hecho tan mal? ¿Tan inútil era? ¿Tan poco valía?
Sus lágrimas corrían por sus pómulos como pequeñas gotas de lluvia. Como la lluvia que caía fuera. Insonorizada, como su llanto. Pero notoria para Alhaitham.

—Kaveh.

Llamó de manera suave. Alzó su mano y acarició su cabello con cuidado. Era tan suave como había imaginado. Incrustó sus dedos entre las hebras doradas, masajeando suavemente su cuero cabelludo mientras respiraba de manera profunda. Kaveh siguió llorando, ahora más intensamente al recibir un mínimo de afecto.

—No es nada. Es estrés— murmuró, su voz ahogada contra sus manos—. Es solo estrés. Yo puedo solo.

Alhaitham chasqueó la lengua y negó; aunque Kaveh no podía verlo. Se levantó de su silla y, sin que el rubio lo predijera, lo abrazó.
Fue un contacto corto. Alhaitham no estaba acostumbrado. Pero fue cálido, intenso. Como una manta que se acurruca entre los brazos en los días fríos. Como una chimenea que cruje de manera ruidosa en una cabaña en medio de la montaña.
Y eso hizo que Kaveh hasta temblara del dolor.
¿Hacía cuánto que no recibía un abrazo así?

better than him ✧ haikavehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora