Capitulo 19

712 78 3
                                    

El quinto mes alguien más murió

Se acercaba la navidad y las típicas decoraciones sin sentido comenzaron. Ahora había luces, brillos y un árbol en el estudio, además de promociones especiales que todo el mundo había estado esperando.

El día había empezado bien para Rebecca. Una joven mujer sobreviviente al cáncer había salido de la tienda con lágrimas en los ojos, y un pequeño había admirado con ojos de inocencia su trabajo sobre uno de los brazos de su padre.

Decidió hablar con Engfa cuando su descanso llegó. Quería hacerlo desde hacía ya mucho tiempo, pero solo ese día logró reunir el valor.

—¿Tienes un momento? —Preguntó al llegar al depósito. Engfa sonrió, y parecía haber estado esperándola.

—Solo si me acompañas mientras almorzamos. Estas horas suelen ser muy solitarias.

La tatuadora aceptó. No tenía nada más que hacer.

—¿Vas a hablarme de Char?

—¿Cómo lo sabes?

—No eres muy sutil, Becky.

Era algo que ya sabía.

—¿Te dolió?

—¿Saber que me engañaba? Sí. ¿Saber que era feliz? No.

—Debes de amarla mucho.

—Sí, y es por eso que la dejé ir. No quiero que esté a mi lado solo por culpa. Quiero que sea feliz, y junto a mí no lo será.

Rebecca no lo entendía, no sabía lo que se sentía perder a un amor, pero imaginaba lo difícil que aquello debía ser.

—¿Y por qué no le dijiste a nadie las verdaderas razones? —La cuestionó. Era algo que desde el principio había querido saber— Amo a Char, pero fue una idiota. Habría entendido que te enojaras.

—Estaba enojada, Becky, pero no creí que fuera suficiente razón para contar ante todos nuestros problemas. La gente es cruel, y con solo un error olvida todos nuestros aciertos —Se explicó con melancolía—... No podía hacerle eso.

Rebecca hizo silencio. No sabía que más decir.

—¿Qué tal tú? ¿Tienes a alguien más?

—No aun, y realmente no me importa. No necesito a nadie a mi lado para ser feliz.

—Eso me alegra.

Realmente lo hacía.

—Gracias, Engfa.

—¿Por qué me agradeces?

—Por no ser ese tipo de persona.

***

La pintora no apareció a la hora de siempre, pero Rebecca no tuvo tiempo para preocuparse por ello. La tienda estaba abarrotada, los clientes llegaban en enormes grupos y los pedidos aumentaban con el pasar de las horas.

Freen llegó en un momento difícil. Varios clientes esperaban su turno, una chica con poca resistencia al dolor pasaba por sus manos y la muñeca comenzaba a dolerle.

—Freen está aquí. Dice que necesita hablar contigo —Le notificó Engfa mientras la chica siendo tatuada, Joy, pedía su tercer descanso en menos de cinco minutos.

—Dile que pase. Siempre puede pasar.

—Quiere hablar contigo en privado —En su voz había cautela.

—Joder, Engfa. Estoy muy ocupada ahora mismo. ¿Crees que pueda esperar? —No estaba enojada, pero la presión la agobiaba.

Engfa lo pensó un poco antes de contestar.

La Tatuadora de Libélulas - FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora