2. A mamá

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No vamos a hablar de esto una vez que termines de leerlo, y no lo vamos a hacer no porque no quiera, sino porque no soy capaz, las palabras no saben salir de mi boca, y no me gusta estar en situaciones que me generan presión y es seguro que esta será una de ellas, así que si quieres hablar conmigo de lo que vas a encontrar aquí, agradecería que también fuera en una carta, con las dos pensando con tranquilidad y ordenando los pensamientos, debes saber que si intentas hablar conmigo me voy a negar, solo podré llorar, porque no sé cómo hablar de esto con palabras, son como piedras que intentan salir pero no pueden; por eso cuando termines de leer esto no quiero que digas nada, solo quiero un abrazo y con eso va a estar cerrado el asunto.

Estoy continuando mi proceso de terapia psicológica, porque todavía necesito ayuda, y aunque haces muchas bromas, sé que te preocupas en serio y que apoyas que esté haciendo esto. Mi psicóloga me recomendó hacer cartas, me ayudan a expresar mejor lo que estoy sintiendo sin dejar que mis pensamientos me agobien, me permiten un espacio para respirar y sentirme segura.

Y hay algo de lo que quisiera hablar contigo sobre mí, quisiera que no te sintieras presionada ni mal por lo que voy a escribir, porque lejos que nada lo hago con toda la intención de que ambas podamos mejorar y avanzar respecto de las situaciones de salud mental que están sucediendo.

Hay cosas que me gustaría exteriorizar, como la cuestión de la ansiedad social y la depresión. Mi psicóloga dice que soy una persona altamente sensible, la doctora en psicología Elaine Aron de los años 90 acuñó el término PAS (Persona Altamente Sensible) o SPS (Sensibilidad de Procesamiento Sensorial), que al parecer son personas que tienen un sistema nervioso más fino, y por eso sienten las cosas con mayor intensidad.

Esto probablemente está muy relacionado con mis terapias, porque ninguno de los problemas que he tratado han sido realmente míos, solo siento culpa, tristeza y lástima por todo lo mal que ocurre alrededor mío, y lo expreso de forma muy intensa. Pero el punto de comentar esto no tiene que ver con mis terapias, sino con el párrafo siguiente.

Mi psicóloga también comentó que tengo ansiedad e indicios de depresión, no solo ella, sino también la psicóloga con la que estuve desde Servisalud. Y que es probable que sea producto de una herencia genética. La ansiedad y la depresión sí son hereditarias, quiero aclarar que no te estoy echando la culpa de mis patologías, sino que trates de entender. Lo investigué, y al parecer ciertas situaciones psicológicas hacen cambios en el funcionamiento del cerebro que modifican el código genético que se transmite cuando se tienen hijos, implica que una persona con ansiedad o depresión que tiene un hijo, hereda las mismas cadenas de ADN con esa información, y lo que implica esto es una mayor probabilidad de padecer el mismo trastorno. Es algo parecido al cáncer, tenerlo y padecerlo producen una mayor probabilidad de que tus hijos o tus nietos también lo padezcan, pero no es tu culpa si algo así sucede.

También investigué que la ansiedad y ciertos patrones de comportamiento, como la ansiedad social, ocurren por eventos estresantes o traumáticos ocurridos antes o después. Quiero que sepas que es probable que el que me parezca tanto a ti, incluso por tener pocos amigos, probablemente sea por una cuestión genética que no es tu culpa y que tú no podrías controlar. Pero existe, y está ocurriendo. Y el que yo no haya vivido experiencias traumáticas no implica que no exista el riesgo de padecer de patologías mentales.

Y te digo todo esto, porque en realidad no tendría porque justificarme sobre si tengo ansiedad o depresión o no. No quisiera volver a escuchar la frase 'no sé porque dices que tienes depresión si tú no has vivido lo que yo', es algo cruel porque minimiza mis sentimientos y no quiero sentirme así. No quiero tener que estar en una situación en la que tengo que justificar porque me siento mal si no me ha pasado nada. No quiero que la gente me haga sentir que yo no siento nada porque no me ha pasado nada.

Epístola a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora