2. A mamá

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Yo siempre he creído que mi mamá es fuerte. Es de hecho la persona que más me ha inspirado a ser cómo soy. Quiero creer que todos pensamos eso de nuestros padres, y cada quién vive diferentes vidas y pasa por diferentes etapas.

Pero toda vida pasada siempre suele ser una mierda, porque significa que es ese prototipo que todavía se encuentra en proceso de mejorar pero no ha mejorado. Todas las historias que he escuchado del pasado datan de una vida más estricta, que hacía hombres de verdad, y que no formaba personas de cristal. Creo que es fácil identificarse con esa idea cuando se trata de miles de adultos que crecieron bajo el yugo del maltrato intrafamiliar y bases educativas poco sanas.

Mi mamá me suele decir que no podemos esperar mucho amor de una persona que no ha aprendido a amar, cuando lo que le enseñaron sobre el amor son los golpes porque a punta de rejo todo se aprende. No podemos aspirar a recibir un gran amor de alguien, cuando todo lo que ha aprendido sobre el amor es el odio, el desprecio, la crítica y la indiferencia.

Yo encuentro lógica en sus palabras, porque sé que no puedo esperar de mis padres algo que no han recibido. Pero también sé que toda persona tiene la posibilidad de cambiar, y como mis padres, toda persona tiene la capacidad de romper tradiciones poco sanas y exterminantes para la salud mental de las personas.

También sé, no sé si por experiencia, que hay gente que es mala, porque eso es lo que le ha enseñado la vida, y humillar, castigar o hacer padecer dolor a los demás es la forma que tienen para sentirse mejor consigo mismos. Lastimosamente mis padres tuvieron que vivir algo así, gracias a Dios, al universo, a la entropía, yo no he tenido que vivir nada así.

Como quizá he comentado en mis cartas anteriores, yo sufro por los demás. Quizá sea producto de ser una persona altamente sensible, quizás sea la depresión, quizás sea porque como cualquier hija no quiero ver a mi mamá sufrir.

Hoy es uno de esos días en que sufro por mi mamá. Por la del ahora, pero especialmente por la del antes, y sufro por ella, porque me gustaría que esa mamá de antes supiera que no importa cuántas veces la hayan dejado sola o la hallan humillado, ella siempre ha sido y será la mejor madre que yo pude haber tenido.

Hoy me enteré, lejos de todas esas historias que ya conocía, que algunos de sus abusadores la humillaban incluso estando en su embarazo. A mí me gusta mucho ver las fotos de mi mamá feliz y embarazada, porque yo estoy ahí, porque voy a llegar a su mundo y nos vamos a hacer felices la una a la otra, y supongo que esta es mi forma de protestar, de desahogarme, de poder sacar de mi pecho la rabia y la injusticia.

No concibo como dos personas que también son padres, que también fueron padres, que ya eran padres, sean y sigan siendo una mierda. No concibo porqué humillar a alguien de la manera en qué ellos lo hicieron es un símbolo de poder y de prestigio. Afortunadamente las cosas están cambiando. Mi mamá (probablemente no sea consciente a menos que lo sepa de su terapeuta) está haciendo algo que se llama Justicia Restaurativa.

La Justicia Restaurativa al parecer es un proceso que busca reivindicar a las víctimas para poder sanar, no se enfoca en castigar al agresor, sino permitir que la víctima sane y pueda dejar atrás lo que ha sentido en aras de poder mejorar. Creo que eso es un proceso realmente bonito, porque demuestra fortaleza, y aunque mi mamá probablemente no lea esto, me gusta ver que cada vez que me cuenta su misma historia traumática, parece poder afrontarlo con más fortaleza que la vez anterior, y al menos llorar un poquito menos.

Eso no va a hacer que el dolor del trauma desaparezca, pero tener la fortaleza de vivir con este es algo de admirar, y seguir adelante siempre será ese proceso en el que yo espero estar ahí para poder apoyarla. El otro día me dijo que se sentía mal, y cuando me vió su ánimo mejoró. Es bastante bonito saber que hacer parte del espacio seguro y de la zona de confort de tu mamá, y de saber que al menos en una pequeña medida la estás ayudando a sanar y a sobrevivir a lo al parecer horrible que es ser un adulto atrapado en traumas de la infancia.

Esta carta es para esa niña de quince años que no pudo celebrar su cumpleaños, para esa madre jóven a la que criticaron, para esa madre que tuvo que sacar a su hija del taxi en plena noche porque las estaban maltratando, para esa madre que vivía feliz de tener su primera nevera y su primera lavadora, para esa madre dedicada, también para esa niña que sufría injusticias, que sufría maltrato y abuso, para esa niña que criticaban por ser de barrios bajos, para esa niña a la que despreciaban en el colegio, para esa niña que sufrió las heridas del pasado aterrador de ese prototipo que todavía no ha mejorado como sociedad.

Para esa niña, para esa joven, para esa madre, quisiera que desde donde yo estoy ahora pueda percibir que las cosas, dentro de todo lo malo, van a mejorar. Y que siempre habrán personas que van a estar ahí para amarte como te lo mereces. Mereces todo el amor que haya podido existir en el mundo, mereces todo el cariño, todos los chistes malos, todos los helados, porque eres una persona importante, porque eres una persona fuerte y porque inspiras siempre a los demás a ser su mejor versión.

Quisiera que esa joven sepa, que en este momento tiene una hija que la adora, que comparte su dolor para poder superarlo, y que vive y disfruta de la vida con ella. En este momento tiene una hermana, que es su media naranja, para poder hacer fiestas y para poder hacer chistes en familia, para apoyarse en los momentos de necesidad y para disfrutar la amistad que se ha formado día a día. En este momento tienes un perro, y eres todo para ese perro, porque nadie nunca podrá conocer la bondad y el amor como lo ha visto Kiseki desde tus ojos. Tienes dos sobrinos, para los que eres una segunda madre. Tienes una sobrina que llora cada vez que te ve, porque eres ese espacio seguro que todos quisieramos tener, porque ella también siente y quiere que veas su amor reflejado incluso en sus lágrimas. Tienes un sobrino que no lleva mucho tiempo aquí, y aún así parecer ser el ser vivo más feliz porque está contigo. Tienes a tu pareja, tienes al padre de tu hija, que parece ser un mejor amigo que sobrepasa las barreras del tiempo y de las adversidades. Tienes una casa enorme, bonita, y tuya.

Supongo que lejos de las creencias, todo lo que podemos hacer es agradecer al arriba por lo que tenemos, no somos quienes somos por lo que nos ha pasado, sino por quién nos hemos convertido a pesar de todo eso que ha pasado. Y te agradezco a ti por ser la mejor versión de ti misma, y por saber que en unos años seguirás siendo esa mejor versión. Siempre serás la mejor madre para mí, hecha a la medida, y siempre estaré agradecida y feliz de tenerte a mi lado, y de saber que estarás ahí para mí como yo quiero estar para ti.

Te amo mamá, y ni siquiera todo el dolor que haz pasado va a hacer que tú dejes de brillar como lo haces, o que yo deje de amarte con la intensidad con la que lo hago.

Epístola a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora