3. A papá

10 2 0
                                    

No vamos a hablar de esto una vez que termines de leerlo, y no lo vamos a hacer no porque no quiera, sino porque no soy capaz, las palabras no saben salir de mi boca, y no me gusta estar en situaciones que me generan presión y es seguro que esta será una de ellas, así que si quieres hablar conmigo de lo que vas a encontrar aquí, agradecería que también fuera en una carta, con los dos pensando con tranquilidad y ordenando los pensamientos, debes saber que si intentas hablar conmigo me voy a negar, solo podré llorar, porque no sé cómo hablar de esto con palabras, son como piedras que intentan salir pero no pueden; por eso cuando termines de leer esto no quiero que digas nada, solo quiero un abrazo y con eso va a estar cerrado el asunto.

Estoy continuando mi proceso de terapia psicológica, porque todavía necesito ayuda, y aunque haces muchas bromas, sé que te preocupas en serio y que apoyas que esté haciendo esto. Mi psicóloga me recomendó hacer cartas, me ayudan a expresar mejor lo que estoy sintiendo sin dejar que mis pensamientos me agobien, me permiten un espacio para respirar y sentirme segura.

Y hay algunas cosas que quiero procesar, quiero procesarlas, no hablar de ellas, ni que me obliguen a hablar de ellas. Y la primera parte seguramente siempre será la situación de mis hermanas, que desde el inicio siempre ha sido complicada.

Cuando yo era pequeña reconozco que me encantaba ser hija única, y me encantaba la rutina de salir todos los fines de semana a cualquier lugar nuevo, me encantaba la sola idea de salir a caminar a algún lugar y comerme un helado contigo. Todavía sigue siendo así. Y luego las cosas cambiaron cuando llegaron mis hermanas.

Quiero que sepas que conozco tu historia, al menos lo que me has contado, y no te estoy juzgando, ni te juzgué entonces, ni te juzgo por cómo estamos actuando ahora. Lo intentamos, intentamos todo lo posible para formar una familia y no funcionó, y yo no soy una mamá, soy una hija, tampoco sé qué hacer en estas situaciones, así que no te juzgo.

Una vez me dijiste que el día en que ellas nacieron no estabas contento con esa situación, no sabías que hacer, y no querías estar allí, y luego comenzaste a amarlas porque era inevitable, después de todo es imposible no quererlas. Quiero que sepas que para mí tampoco fue la mejor noticia, quizá sí se notó, quizá no, pero a mí nadie me enseñó cómo ser una hermana, mucho menos una buena, así que cuando ellas llegaron a nuestras vidas yo solo ví que toda nuestra rutina debía cambiar, y lo hizo, y pasé el resto de mi vida como hermana sintiéndome culpable de que ellas no tuvieran la vida que yo tenía, porque yo sí tenía un buen lugar donde vivir, una oportunidad de vida, y la atención de mis padres, especialmente de mi papá. Y sé que nada de eso es mí culpa, pero al parecer ellas también lo sintieron, pero no podemos hacer nada respecto a ello. Algunos tienen más suerte y otros no.

Intenté de todo para apoyarlas, les regalé lo que estaba en mis manos e intenté apoyarlas para que estudiaran, para que leyeran, para que encontraran algo que les apasionara, y quizá se haya notado, quizá no, esa relación jamás fue realmente cercana. Ellas no parecían quererme, y yo tampoco parecía quererlas a ellas, llegamos a ser amigas quizá, pero no hermanas. Probablemente mucho de eso sea influencia de Lorena, pero yo no sé cómo lidiar con la familia, yo no sé cómo ser cercana cuando no me siento en un lugar seguro. Tú eres un lugar seguro para mí, ellas no.

Pero sí entendía cuando se sentían rechazadas por la familia, porque yo siempre me sentí así, como ser un invitado que nadie invitó a la fiesta. Entendía porque se sentían mal cuando las ponían a hacer cosas que no eran responsabilidad de ellas, porque también sentía que me querían para eso cuando pequeña, y poner límites siempre te deja como el malo. Ellas pusieron límites, y yo también, y por eso siempre parece que nosotras tres somos las que solo vamos a dormir a la casa.

Mi mamá me dijo que nadie me podía obligar a querer a alguien, y quiero que reafirmes que no tengo una relación ni remotamente cercana ni con mis tías o con mis abuelos, y no porque no lo haya intentado, sí intenté muchas veces pasar tiempo con mi abuelita, y sí intenté pasar tiempo con mis tías, y la única con la que me sentí realmente bienvenida fue con mi tía Adela. Y yo no sé qué razones tendrían para no quererme, estimarme tal vez, pero no quererme. No me siento realmente parte de la familia, tú eres mi familia, pero no puedo decir que en caso de que me pase algo ellos van a estar ahí como lo estarías tú, como probablemente yo tampoco estaré ahí. Por eso quizás soy distante con ellos, sé que parece una falta de respeto, pero esa no es mi intención, es solo que no sé como actuar más allá de saludar y comportarme bien. También es necesario que sepas que probablemente esta actitud también sea influencia de mi mamá, de las veces en que ella armó fiestas en las que invitó a la familia y casi nadie se presentó, eso le sentó mal, y a mí también. Ni ella ni yo somos personas muy sociables, y supongo que eso también afectó ese tipo de relaciones.

Epístola a mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora