Dahlia Sallow era probablemente la chica más seria de todo Hogwarts,
y eso que estaba Regulus Black, que por cierto, era su mejor amigo. Estos
dos Slyherin junto a sus amigos, creían ciegamente las creencias de la
sangre y todo lo que conllevaba. Do...
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"Voldemort's Army"
La rubia recogía sus cosas para salir de clase. Estaba terminando de poner todo en su mochila, hasta que levantó la cabeza y vió a James. Frunció el ceño al verle.
—¿Qué quieres?
—Hola a ti también.
La adolescente rodó los ojos y empezó a caminar para alejarse, pero James la siguió.
—He oído que ayer defendiste a Lily.
—Ajá, ¿y?
Él la cogió de la mano, obligándola a parar de caminar. Se giró para mirarle.
—¿Qué?
—Lo siento...
Ella le miró confundida y con mucha intriga. Cruzó sus brazos y le miró con curiosidad.
—¿Y eso a qué se debe?
—Solo lo siento, me he pasado con algunas bromas y llevamos seis años con esto. Estamos a nada de salir, y quiero olvidar nuestras diferencias, e intentar ser amigos... ¿Qué piensas?
—Pienso que lo dices para que piense que lo dices en serio, y luego jugar en mi contra. —habló mientras se volvía a alejar—
—¿Qué? —el se preguntó para sí mismo y luego la siguió— Lia, lo digo en serio.
—Sí, yo también. —dijo mientras seguía caminando y James iba detrás—
—¿Porqué crees eso? No lo haría ni pensarlo.
—Instinto.
—¿Ahora eres Spider-man, o qué? —preguntó en tono burlón y avanzó más hasta quedar al lado de la rubia— Mira Lia, no pienso hacer nada malo, creeme.
—No te creo. —la de la casa verde caminó más rápido y giró una esquina, dejando al contrario solo y frustrado—
No sabía que había hecho mal aparte de las mil bromas que le hizo a ella, pero en su defensa, ella también le hizo bromas de vuelta. Quizás de verdad la rubia lo odiaba por alguna razón que no sabía.
Por otro lado, ella con pánico fue a buscar a sus dos mejores amigos. Fue a la biblioteca y suspiró de alivio cuando los vio.
—Ayuda. —dijo sentándose en frente de ellos— James quiere que sea su amiga.
Regulus soltó una risita burlona, mientras Dorothea la veía sorprendida.
—¿Qué?
—Sí, eso. Me ha pedido perdón y quiere que seamos amigas.
—¿Y tu le has dicho...?
—Que no, evidentemente.
—Lia... —empezó la Hufflepuff cerrando su libro y mirándola—
