Capítulo 6

115 6 0
                                    

Te desertaste a la mañana siguiente arropada en la cama de la habitación de Namjoon con la cabeza a punto de explotarte; no estabas segura si era por la copiosa cantidad de alcohol que habías bebido la noche anterior o por todo lo que habías llorado. Te sentaste, lo que hizo que el mundo girara a tu alrededor y casi vaciaste los contenidos de tu estómago por el lateral de la cama, casi sin poder contener la náusea cuando viste a Namjoon acurrucado en el suelo con una almohada y una manta que era demasiado pequeña para cubrirlo entero. Soltaste un quejido patético, sintiendo aún más pena de ti misma ahora que recordabas cómo se había metido en la habitación después de ver a Jungkook saliendo de allí hecho una furia. Se había pasado toda la noche, todo lo que quedaba de su fiesta, haciéndote compañía y cuidando de ti cuando te pusiste enferma, insistiendo en que no era nada.

Escabulléndote de la cama lo mejor que pudiste, pasaste de puntillas sobre él e intentaste ignorar la bilis que te subía por la garganta. Rebuscaste por su escritorio en busca de un trozo de papel y algo con lo que escribir; y, encontrando tu móvil en el proceso, escribiste un "gracias" en la nota para que Namjoon la encontrara cuando se despertase. La verdad, era lo mínimo que podías hacer después de que soportara tu explicación entre vomiteras de lo que había ocurrido con Jungkook.

Registraste la casa desesperada por encontrar tus llaves, la ansiedad creciendo con cada segundo que pasaba sin que las tuvieras. Te costó salir afuera corriendo y ver que tu coche no estaba para darte cuenta de que Jungkook te había dejado allí tirada la noche anterior. No sabías si estabas enfadada o agradecida; ambas opciones parecían doler por igual. Sentada fuera en el bordillo de la acera mientras esperabas un Uber, intentaste digerirlo: por una parte, se había llevado tu puto coche después de lo que había pasado; por otra, se había llevado tu puto coche para asegurarse de que no conducías habiendo bebido después de lo que había pasado.

La resaca con la que te habías despertado en casa de Namjoon no era nada comparada con la agonía absoluta que sentiste, el dolor aplastante en el pecho, cuando entraste en el apartamento y viste que en el salón ya no quedaba ninguna de las cosas de Jungkook. No tenías ni idea de cómo se lo había llevado todo tan rápido, había sido aún más rápido que cuando se había mudado y le habías ayudado, pero el ordenador ya no estaba, ni la maleta llena de ropa, ni su mochila negra, no un signo de que hubiera estado viviendo en la sala de estar para empezar. A parte del agujero en tu corazón y la habitación de su hermana, no quedaba nada de Jungkook allí.

Cruzaste la habitación y te tiraste en tu sillón, el sillón, y miraste fijamente e impasible el sofá donde él dormía, reproduciendo la noche anterior en la cabeza por primera vez desde que estabas sobria. Jungkook te había pillado por sorpresa diciéndote que estaba enamorado de ti, cuando te dijo que lo había estado durante toda su vida. Había activado algo en tu interior, accionó un interruptor que no sabías ni que existía, y te diste cuenta de que... ¡Dios! Tú también estabas enamorada de él. Jungkook era un chulo, arrogante, sarcástico y, a veces, rencoroso. Pero también era divertido, protector y te cuidaba tanto... También le querías. No sabías cuándo habías empezado a sentirlo, pero no era nuevo y tenía razón: Jiyeon lo sabía. Así que, ¿por qué te habías quedado sin palabras cuando te había preguntado, suplicado, que admitieras que sentías lo mismo?

Enterraste la cara en las manos, el corazón acelerándose en tu pecho, y te derrumbaste por enésima vez en las pasadas ocho horas. Aún podías ver la expresión de su cara, oír la forma en la que te había implorado que lo dijeras aunque fuese mentira, sentir la forma en la que su corazón se había hecho pedazos, podías visualizarlo más claro que el agua. Reprodujiste su voz en tu cabeza una y otra vez: no intentes encontrarme.

Gateando hasta el sofá, enterraste la cara en los cojines. Si cerrabas los ojos e inhalabas profundamente, podías imaginarte que aún estaba allí. Recordaste el día que pasaste una mala noche y te habías echado encima de él. No había hecho preguntas, solo te había envuelto con sus brazos, te había apoyado la cabeza contra su pecho, abrazándote mientras lo habías necesitado.

Mi Cielo se Derrumba (Jungkook & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora