Capítulo 2

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Una vez le habías dicho a un paciente que con los suficientes cuidados y con el paso del tiempo, cualquier herida podía curarse. Lo único que necesitabas era decirte a ti misma que tenías que superar el día y que, entonces, ese día pasaría al siguiente, y así sucesivamente. Una mañana te levantarías y te darías cuenta de que el agujero gigante de tu vida se había cerrado; quizás cicatrizara, quizás aún doliese, pero volverías a estar completa de nuevo. Le habías dicho esto a un paciente y ahora estabas sentada en el sofá con la misma ropa que te llevabas poniendo durante tres días, con recipientes de comida para llevar y botellas de whiskey vacíos desparramados por el suelo por la poca energía que el exceso de alcohol te había causado, y te habías dado cuenta de que habías estado mintiéndole a los pacientes.

Estabas atrapada en la cuarta fase del duelo: depresión.

En el trabajo habían sido comprensivos con tu situación al principio, pero solo habías podido aparecer por allí unas pocas veces como si te hubieran sacado del callejón de enfrente antes de recibir una advertencia por escrito para que te ducharas y te lavaras los dientes antes de ir. No estabas realmente preparada para cuidarte cada día, así que hacías lo que podías: cambiaste turnos hasta que trabajabas una semana sí y una no.

Habías conseguido una semana entera de vacaciones remuneradas, que habías programado para que te coincidiera con la semana libre que habías organizado. Tu astucia había significado estar hasta arriba de trabajo durante siete días, a menudo ofreciéndote a hacer turnos dobles, y ahora tenías catorce largos y gloriosos días para holgazanear en el apartamento antes de que necesitaras preocuparte del mundo real otra vez.

Finalmente te armaste de valor para llevarte el teléfono hasta tenerlo a la vista y desbloqueaste la pantalla solo para ver que no tenías ni mensajes, ni llamadas, ni nada nuevo. Te mordiste el labio, sin estar segura de si te sentías aliviada o decepcionada; de todas formas, no te sorprendía. En realidad, a la mayoría de tus amigos los habías conocido gracias a Jiyeon, Hoseok, o Jungkook, y con Jiyeon muerta, la mayoría no habían contactado contigo más allá del shock de la primera semana.

Una parte de ti no quería que la gente se molestara en preguntarte si estabas bien, porque definitivamente no lo estabas. Te estabas dejando consumir y no necesitabas que te lo recordasen. Por otra parte, la enfermera que había en ti, y quizás incluso la parte de ti ansiaba terminar con la soledad, deseaba que alguien dejara caer algo para que pudieras salir de esa oscuridad al menos una hora o dos. No podías evitar pensar que, a lo mejor, deberías de haber ido a trabajar; desde luego, hubiera sido más sano.

Echaste otra ojeada al móvil, como si comprobarlo por segunda vez fuera a hacer que te llegara una notificación. Dejaste escapar un largo suspiro, abriendo la lista de contactos y marcando con el pulgar el número de Jiyeon. Querías que te llamara o te mandara un mensaje, pero eso no ocurriría nunca más. En vez de eso, te habías conformado con llamarla y escuchar su mensaje de buzón de voz una y otra vez durante el día, solo para oír su voz. No era mucho, solo un mensaje corto y dulce, pero era una de las únicas cosas que te garantizaba que no olvidarías su voz.

A veces, normalmente cuando estabas muy borracha, incluso le dejabas un mensaje de voz, fingiendo que podía escucharlos allí donde fuera que estuviera ahora. Llamabas y hablabas de cómo te había ido el día, divagando sobre cosas arbitrarias y sin importancia. A menudo, le decías lo mucho que la echabas de menos.

En los días en los que de verdad estabas mal, le gritabas al buzón de voz, enfadada porque te había dejado, y a veces simplemente llorabas. No era sano, no te dejaba pasar página, pero no te importaba. Aún no estabas preparada para seguir adelante. Sabías que el día en que desactivaran su teléfono móvil, el día en que no pudieras ir a su contacto para oír su voz alegre y dulce nunca más, sería el día en que la sentirías morir por segunda vez.

Mi Cielo se Derrumba (Jungkook & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora