Capítulo 1

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Eran las ocho de la mañana cuando empezaste a servirte una cantidad absurda de cereales en tu bol favorito. Era absurda porque el bol no era un bol, sino un plato hondo. Además, añadiste una cantidad de leche igual de absurda, esperando hasta que amenazó con derramarse por los bordes, y te diste cuenta de tu error cuando intentaste llevar a la vez tu desayuno y el vaso de vodka naranja que habías mezclado antes.

Te tomaste un momento para soltar un ruido de descontento antes de bajar la cabeza hacia el bol y sorber en alto, al parecer, molestando al chico que estaba a tu lado apoyado en la encimera. Le miraste, dándote cuenta de que había puesto una mueca de desagrado.

—Dios, eres asquerosa, ¿lo sabías? —Jungkook negó con la cabeza y cogió su plato, haciendo otro gesto cuando te tomaste otro largo trago, esta vez del vaso con vodka. Hizo un sonido al succionar con los dientes sus labios—. Esa leche se te va a cortar en el estómago con todo el vodka que le has echado a eso.

El sorbito pasó a ser un largo trago, para demostrarle lo que pensabas de lo que te acababa de decir.

Jungkook hizo otro sonido de asco mientras iniciaba su camino hacia el salón para alejarse de tu cuestionable desayuno mientras tú volvías a acercar los labios al bol de cereales. Chocó contra ti al pasar por tu lado, lo suficiente para hacer que se te cayera la leche por la barbilla y la camiseta. Si no estuvieras tan cansada, le habrías chillado, pero en vez de eso optaste por maldecir en voz baja.

Te perdiste la sonrisilla que apareció en su cara.

Te abriste camino hasta el salón tras él, los cereales por fin a un nivel que te permitía moverte con tranquilidad, pero lo que viste allí hizo que te paralizaras. Jungkook, aún con el uniforme del trabajo, estaba sentado en tu butaca favorita. Lo observaste, mirando contento su móvil y moviendo la pierna marcando un ritmo fantasma como si no hubiera hecho nada malo, como si no supiera de sobra lo que estaba haciendo, como si no le importara...

Te pusiste justo en frente de él con la cadera ladeada y soltaste un suspiro fuerte.

No levantó la mirada.

Le empujaste con el pie.

Tampoco levantó la vista.

—¡Jungkook!

—¿Sí, Sunshine? —canturreó, enarcando una ceja, pero aun así no te miró. Sabía que sentarte en esa butaca era una de tus manías. Solo se estaba respaldando en el pecado que estaba cometiendo.

Te mordiste el labio, inhalando con fuerza mientras intentabas seguir siendo respetuosa con él.

—¿Vas a moverte?

Jungkook se encogió de hombros y separó los muslos, poniéndose más cómodo en la butaca.

—No pensaba hacerlo.

—Pero me duelen los pies. —Pusiste un puchero, esperando que quizás si conseguías que mirase hacia arriba, se diese por vencido.

Por fin hizo contacto visual contigo.

—¡Y a mí! Trabajamos en el mismo turno, ¿recuerdas?

—Siempre me siento aquí, Jungkook —te quejaste, dándole otra patada en la pierna—. Es mi sillón.

—En realidad, creo que Jiyeon lo compró, lo que básicamente lo convierte en mi sillón por asociación. —Montando un numerito, abrió el reposapiés, haciendo que te golpeara las espinillas.

Te quejaste, sabiendo con total seguridad que luego te saldrían moratones.

—Juro por Dios, Jungkook, que si no te mueves me siento encima de ti —dijiste casi gruñendo.

Mi Cielo se Derrumba (Jungkook & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora