⋆𝑫𝒐𝒄𝒆⋆

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[TW: Contenido sexual]

* ˚ ✦ 𝑴𝒊𝒓𝒊𝒂𝒎 ✦ * ˚

—Ten —Bill pasa su chaqueta por mis hombros brindándome todo el calor que ya me estaba faltando a causa de mi cabello y ropa mojada.

—Pero te congelarás.

—Tengo pantalones y botas, tu un vestido y tacones, no lo creo —Ríe sobando mis brazos haciendo calor con la fricción—. Vamos, enfermarás —Toma de mi mano y caminamos con toda la lentitud que nuestros cuerpos permiten disfrutando cada segundo de anonimato que nos queda hasta volver a entrar en la casa aún repleta de gente. 

No puedo evitar emocionarme por la forma en la que entrelaza nuestros dedos ni por como me mira soltando una pequeña sonrisa nerviosa pero rápidamente me vuelvo triste al adentrarnos nuevamente en la casa obligándonos a soltar nuestras manos pero sin dejar de sentir las chispas que insisten en mantenernos unidos, casi como imanes. Sé que debemos evitar que nos miren mucho por el bien de su carrera y la mía, pero es que lo estaba disfruando tanto.

¿Saben cuanto soñe con este momento? Viajé a otro maldito universo por él.

—¿Por qué están mojados? —pregunta Tom al encontrarnos en la entrada.

—Tienen piscina temperada —Sonrío.

—¿Qué?

—Subamos por favor, nos estamos congelando —Intento evitar a toda costa una profundización ante la respuesta de Bill.

Estoy a punto de subirme pero Bill me gana sentándose en medio dejándome hacia la puerta.

—¡Oye! Me iba sentar —me quejo.

—Todo pensado —susurra acercándose a mí juguetonamente mientras me siento.

Y es que era tan simple como que sólo quería tomar de mi mano a escondidas. Sonrío como boba al sentir sus dedos pidiendo atención acariciando el dorso de mi mano, tomo de la suya entrelazando nuestros dedos provocándole una risita que esconde de inmediato.

—Tranquila Gustav está muerto —dice con disimulo en mi oido, me enderezo y observo a Gustav quien en efecto está completamente en coma. Guiña un ojo hacia mí mientras continúa acariciando con su pulgar mi mano.

—¿Mir? —Me sobresalto al escuchar la voz de Georg, inmediatamente soltamos nuestras manos.

—¿Si?

—¿A tu casa o  a la nuestra? —Pienso en una respuesta rápidamente.

Amm de hecho... Bill —hablo en su dirección—, podrías ir conmigo para ver los arreglos de la canción de la que hablábamos en la piscina —digo intentando que comprenda mis intenciones.

𝑊ℎ𝑒𝑛 𝑆𝑒𝑝𝑡𝑒𝑚𝑏𝑒𝑟 𝐸𝑛𝑑𝑠... | 𝐵𝑖𝑙𝑙 𝐾𝑎𝑢𝑙𝑖𝑡𝑧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora