Hinata está enamorado de su mejor amigo, pero él tiene novia. Ella es bonita, dirige a las porristas, usa faldas cortas y tacones... Y él, él siempre observa desde lejos, se sume en los libros, las películas y usa tenis deportivos para practicar vól...
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Si pudieras ver que soy yo quién te entiende, he estado aquí todo el tiempo así que, ¿por qué no puedes verlo? Tú deberías estar conmigo.
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Los días se me hacían cada vez más eternos. Kageyama ya casi no salía conmigo, sólo parecía existir para el club de rugby y su novia.
No lo iba a negar, estaba celoso. Estaba completamente arruinado por eso. Seguí con mis estudios, se acercaba la época de exámenes. Así que debía esmerarme de más y sacar unas buenas notas. Después de la charla que había tenido con Kageyama en la cancha, lo pensé un poco:
Sí quiero unirme al club de vóleibol. Es un deporte que realmente, en mis cortos años de vida, me llama la atención. Nunca había estado tan interesado por algo aparte de los libros y las películas de Disney.
Salí de mi casa. Eran las dos de la mañana. Simplemente tenía hambre y... Quería comer algo.
En todo el camino me pregunté si Kageyama estaría con su novia, si se habrán besado, si a lo mejor estará borracho en alguna esquina de una casa completamente desconocida.
Compré las suficientes chucherías para sentarme a ver mi serie favorita en Netflix hasta las seis de la mañana. Salí de la tienda de conveniencia y decidí ignorar los latidos rápidos de mi corazón al pensar en él.
Debe estar... bien.
Pero cuando giré la mirada, ahí estaba. Tenía la cabeza gacha mientras se balanceaba en un columpio solitario del parque. Me tallé mis ojos por el sueño faltante. ¿De verdad? ¿Qué hacía ahí sentado un sábado en la madrugada?
—Hey.
Su catadura seria que lo caracterizaba siempre, con la diferencia de que ésta era realmente triste. Me acerqué rápidamente y me senté a su lado.
—¿Estás bien?
Lo vi negar lentamente, sin atreverse a mirarme aún. Su mirada estaba perdida y sus ojos parecían estar hinchados. ¿Acaso él... Había llorado?
