Lo que se me arrebato

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Nat

En una semana Max logro regresarme lo que mi madre me había heredado, fue sorprendente como de no tener nada lo volví a tener todo, la empresa de inmuebles de mi madre ahora regresaría a ser mía y con la ayuda de Max la volvería a levantar y la gran casa donde crecí y  en donde me hacían el favor de dejarme quedar regreso a mis manos, ahora estaba comenzado una relación con Max y vivir con el se sentía maravilloso y no pensaba irme por eso tome una decisión sobre la casa pero primero tenía que regresar por última vez.

Entre y todo estaba como la última vez, Max me acompaño , camine lentamente por el lugar apreciándolo todo, me detuve frente a las fotos de la feliz familia y sentí una punzada en el pecho que al sentir la mano de Max sobre mi hombro desapareció. Cambien hacía mi habitación, pase todo mi dolor ahí dentro de cuatro paredes, me quedé un momento frente a la puerta pensado si era una buena idea entrar pero gracias al apoyo de Max lo pude hacer, entre y mire con nostalgia el lugar todo estaba como el día en que me fui.

—¿Está era tu habitación? —Pregunta Max y en su voz se puede notar el enojo, yo solo asiento con la cabeza, camino y tomo el oso que fue mi único juguete de infancia y no puedo evitar que una lagrima salga, lo que hizo que Max se acercara por detrás y me abrazara. —Perdóname, por no haberme dado cuenta, perdóname por no haberte cuidado. —Se disculpa y en su voz puedo notar la culpa.

—No fue tu culpa. —Digo volteándome y acunando su rostro. —Y ahora cuidas bien de mi, vamos sigamos. —Lo tomo de la mano y salgo de la habitación.

Seguimos caminando, en lugar todas las cosas seguían ahí, la habitación de mi hermana fue la que más nostalgia me dio pues el algún momento me perteneció y sin tan solo las cosas hubieran sido diferentes ese hubiera sido mi lugar.

Luego llegamos a una habitación la cual siempre se mantuvo cerrada, cuando la abrimos no pudimos evitar toser por el polvo, tratamos de encender la luz pero está no funcionaba, con la linterna del teléfono entramos y nos acercamos a la ventana y logramos abrir la cortina para que la luz entrara. Cuando vi lo que había no pude evitar quedarme con la boca abierta pues en el lugar se encontraban algunas cosas de mi madre y los regalos que Max me había dado y nunca llegué a abrir, sin poder evitarlo las lágrimas salieron.

—Pensé que los había tirado. —Sollozó tomando una caja, la abro y al ver el auto a control remoto que tanto quise no puedo evitar dejarme caer al suelo.

—¿Por qué no los abriste? —Pregunta Max aunque se que se puede imaginar la respuesta.

—Él no me dejaba, en cuanto nos dejabas de ver me los quitaba.—Me lamento ya que en su momento no lo pude hacer.

—Ese maldito, Nat te recompensare te cuidare y mimare como no pude hacerlo. —Dice mientras me recarga sobre su pecho y acaricia mi cabello para tratar de tranquilizarme.  

No revise de las cosas de la habitación porque Max me dijo que las llevaría a la casa y ahí poder revisarlas con calma, salimos y cuando llegamos a la cochera no puede evitar observar el auto de mi hermana.

—Entonces supongo que el auto tampoco te lo dieron. —Volteo a verlo bruscamente. —Este auto te lo compre por tu cumpleaños dieciocho. —Confiesa y la rabia regresa.

—Suspiro. —Nada de lo que me pertenecía me fue entregado. —Gruño ante todas las injusticias. 

—Ahora me encargaré de cada día darte lo que mereces y más. —Decreto y  se acerco y rozo mis labios con suavidad, nos  separamos y nos vimos con una gran sonrisa, sus manos se envolvieron sobre mi cabello y mis manos se apretaron sobre su cintura para lograr sostenerme, nuestra respiración se volvió mas rápida y lentamente nos volvimos a acercar y esta ves sus labios se presionaron sobre los míos con fuerza, llenos de cariño y amor.

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Todo lo de la habitación me fue entregado lo revise y algunas cosas eran de mi madre, no recordaba nada de ella pero con las cosas algunos recuerdos llegaron, los regalos de Max los abrí y mi emoción fue la misma que pudo haber sido si me los hubieran entregado de pequeño, me permití volver a ser niño jugué con algunos y al ver llegar a Max con dulces como los que me daba cuando era pequeño no pude evitar brincar encima de él y abrazarlo. 

—Gracias, por todo mis regalos y por hacerme feliz cada día. —Agradezco genuinamente. 

—Tu eres quien me hace feliz a mi. —Dice y mientras acaricia mi mejilla.

No puedo evitar besarlo al principio el beso es lento y tierno pero con forme pasa el tiempo el beso se vuelve feroz, mis manos se enredan sobre su cabello para hacer más presión y las manos de Max comienza a ir por todo mi cuerpo.

—Max.—Gemí con voz ronca y temblorosa lo que hizo que el rostro de Max se llenará de deseo.

Me cargo y me llevo a su habitación sin dejarme de besarme, me dejó sobre la cama lentamente y su mano se poso sobre mi barbilla asiendo que nos miramos directamente a los ojos por unos instantes.

—Si no quieres yo puedo parar. —Me dice tratando de sonar tranquilo aunque a simple vista se puede ver qué no lo está.

Respondo volviendo a besarlo dejando que el beso se vuelva intenso y que nuestras lenguas exploren cara rincón, lentamente comenzamos a quitarnos la ropa cuando los dos estábamos listos Max aprecio mi cuerpo por unos segundos con una gran sonrisa.

—Eres perfecto. —Dijo mientras sus labios recorrían mi cuerpo.

No puedo evitar temblar cada caricia me mareaba, cuando estuve lo suficientemente listo comenzó a introducirse, aunque al principio fue doloroso, Max espero hasta que me adaptara para poder moverse, nuestros jadeos y el choque de nuestro cuerpos llenaban la habitación, los movimientos se volvieron cada vez más agresivos y placenteros, hasta que los dos lograremos liberarnos.

No me alejaré | MaxNatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora