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La tarde caía sobre la tranquila ciudad cuando Alex encontró una vieja tienda de antigüedades. Intrigado, decidió entrar y curiosear. Entre los objetos polvorientos, una caja de madera tallada llamó su atención. Al abrirla, reveló un juego de mesa con un diseño intrincado y cartas de colores brillantes.

Alex no pudo resistirse y compró el juego, sin tener ni idea de la aventura que estaba a punto de desencadenar.

Esa noche, reunió a sus amigos en su casa. Emma, Jake, Mia, Daniel, Olivia, Lucas, Lily, Noah y Zoe se sentaron alrededor de la mesa, observando el misterioso juego con asombro.

—¿Qué es esto? —preguntó Jake, arqueando una ceja incrédula.

—Parece un juego de mesa antiguo —dijo Daniel, tomando una de las tarjetas y examinándola detenidamente.

—Creo que deberíamos probarlo —sugirió Olivia con una chispa traviesa en sus ojos.

Todos asintieron, aunque Mia parecía inquieta. Se aferró a su silla, mirando las cartas con recelo.

Siguiendo las instrucciones, cada uno de ellos eligió una tarjeta de color y cerraron los ojos, concentrándose en el diseño.

Al abrir los ojos, se encontraron en un mundo surrealista y mágico, cada uno rodeado de paisajes y criaturas que reflejaban su tarjeta de color. Emma se maravilló con un bosque lleno de árboles que parecían hechos de cristal. Jake se encontró en una ciudad futurista llena de luces parpadeantes y rascacielos imponentes.

Los desafíos y preguntas aparecieron, desafiando sus mentes y emociones. Alex lideró el camino, resolviendo enigmas con destreza. Emma, con su imaginación sin límites, desentrañó acertijos que habrían dejado perplejo a cualquier otro.

Jake, inicialmente escéptico, se vio envuelto en la emoción del juego, encontrando soluciones ingeniosas. Mia, aunque temerosa de los sueños, se sorprendió a sí misma al superar obstáculos con valentía.

Daniel analizó cada desafío con lógica impecable, proporcionando valiosas respuestas. Olivia, siempre dispuesta a probar cosas nuevas, abordó los desafíos con entusiasmo contagioso.

Lucas, el oyente empático, ayudó a calmar las ansiedades y compartió su perspicacia sobre las emociones. Lily, con sus ojos observadores, notó detalles cruciales que los demás pasaron por alto.

Noah, el competitivo, desafió a sí mismo con determinación, superando pruebas con pura voluntad. Zoe, la protectora del grupo, se aseguró de que todos estuvieran a salvo y en buen estado de ánimo.

A medida que avanzaban, los sueños se volvieron más complejos y desafiantes. Pesadillas acechaban en las esquinas, espejos distorsionados reflejaban sus peores miedos y sombras oscuras acechaban en la periferia de sus visiones.

Mia, a pesar de su miedo, encontró una valentía en su interior que nunca antes había conocido. Jake, quien inicialmente no creía en la magia, comenzó a cuestionar su propia realidad. Lily usó el juego como fuente de inspiración para su arte, creando obras que asombraron a todos.

En el momento en que llegaron a la tarjeta de color blanco, el mundo de los sueños se expandió en una explosión de luz y magia. Ángeles y dragones bailaban en el cielo, y la tierra parecía estar hecha de estrellas centelleantes.

Allí, en el centro de todo, encontraron al guardián del juego, una figura etérea y misteriosa.

—Han demostrado valentía y determinación —dijo el guardián con voz suave. —Han conquistado sus miedos y descubierto los secretos de sus almas.

Con un gesto de su mano, cada uno de ellos recibió una tarjeta de color blanca, brillando con una luz resplandeciente.

—Han ganado el juego de los sueños —añadió el guardián.

De repente, el mundo de los sueños comenzó a temblar y a retorcerse como una pintura desvaneciéndose bajo la lluvia. Los colores vibrantes se mezclaron en espirales caóticas y las criaturas se convirtieron en grotescas sombras de sí mismas.

Los amigos se aferraron unos a otros, atónitos, mientras las cartas destellaban y cambiaban sin control. Mia sintió un escalofrío recorrer su espalda y Jake miró a su alrededor con horror.

—¡Esto no es lo que firmamos! —gritó Olivia, tratando de hacerse oír por encima del caos.

El guardián, antes sereno y sabio, ahora parecía un espectro aullante, sus ojos destellando con una malévola luz. Su risa resonó en la mente de los amigos, llenándolos de terror.

Las pesadillas que habían enfrentado antes volvieron con una fuerza renovada. Las sombras oscuras se convirtieron en monstruos vivos y las peores fobias de cada uno emergieron ante ellos.

Desesperados, intentaron volver al juego, pero las cartas se resistían, girando en un ciclo interminable, como un Samsara eterno.


El juego de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora