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El demonio se cernía sobre ellos, preparándose para su ataque final. La tensión en el aire era palpable cuando, de repente, la melodía de piano resonó una vez más. La mujer de blanco emergió, caminando con determinación hacia el centro del campo.

"Ahora me liberé", declaró con una seguridad que resonó en los corazones de los amigos.

La chica de blanco dirigió su mirada hacia el demonio, y en un giro sorprendente, confesó: "Yo solía ser una joven como ustedes, pero caí en su maldición y no pude salir de este samsara. Pero ustedes me liberaron. Es hora de acabar con esto".

Los amigos observaron maravillados mientras la mujer de blanco parecía emanar una energía renovada, como si un poder latente se hubiera despertado en ella. Era la prueba viviente de que había esperanza de liberarse de la maldición.

El demonio retrocedió, sorprendido por la inesperada intervención. Su arrogancia se desvaneció ante la determinación de la joven liberada.

En un parpadeo, la joven de blanco se transformó, revelando su verdadera identidad como Lea, un dulce adolescente. Pero entonces, el auténtico Alex apareció, pronunciando su nombre con sorpresa y alegría.

Juntos, Lea y Alex tomaron unas cartas que irradiaban una luz protectora. Con determinación, extrajeron destellos brillantes que atraparon al demonio, confinándolo en su interior. Lea colocó la carta, ahora contenedora del mal, en una caja de madera y la selló con determinación.

"Nos vemos del otro lado", dijo Lea, y con ese enigmático mensaje, todos despertaron.

La Realidad Alterada

Al abrir los ojos, los amigos se encontraron en un lugar que les resultaba extrañamente familiar. Habían regresado a la realidad que conocían, pero algo había cambiado.

Alex, quien había estado en coma durante cuatro años, abrió los ojos con asombro y claridad. La vida había regresado a su cuerpo y mente.

La tienda de antigüedades yacía en silencio, ahora abandonada y envuelta en un aura de misterio. Lea, con seriedad en su mirada, sugirió una solución radical: quemar el juego.

Los amigos asintieron con determinación, conscientes de la peligrosa naturaleza del juego que habían experimentado. Era un portal a una dimensión corrupta, donde la influencia de los demonios y las maldiciones acechaban a los que osaban entrar.

Con manos temblorosas pero resueltas, colocaron el juego en el centro de la tienda y prendieron una llama. Observaron cómo el fuego consumía las cartas y el tablero, liberando el oscuro vínculo que los había atrapado en su letal abrazo.

El fuego crepitaba y ardía con una intensidad que parecía devorar la malevolencia que el juego representaba. El humo se elevó hacia el cielo, llevando consigo la última conexión con la dimensión corrupta.

Cuando el fuego se extinguió y solo quedaron cenizas, los amigos miraron el lugar con un sentimiento de liberación y triunfo. Habían enfrentado lo desconocido y emergido victoriosos.

Con un último vistazo a la tienda ahora vacía, Lea y los demás se dirigieron hacia la salida,

Lea sostuvo las últimas piezas del juego entre sus manos, observando con serenidad cada detalle. Un sentimiento de paz y alivio la invadió al comprender que el cataclismo había llegado a su fin.

Miró su anillo con cariño y pronunció palabras de despedida: "El cataclismo ha llegado a su fin, pequeño cerezo, ahora eres libre". En ese preciso instante, la lluvia empezó a caer, como si el cielo mismo celebrara la liberación.

"Por favor, no se asusten", dijo Lea, dirigiéndose a sus amigos. "Dentro de ese universo comprendí que este mundo también puede llegar a corromperse, por lo que tengo que poner fin a la maldición".

Las piezas que no se habían quemado comenzaron a desvanecerse, disipándose en el aire como polvo de estrellas. Era un último acto de purificación, una forma de asegurarse de que ninguna sombra de aquel juego maligno quedara en su mundo.

Con cada fragmento que se desvanecía, Lea sentía cómo una carga se levantaba de sus hombros.

Lea compartió con sus amigos la verdad que había permanecido oculta por tanto tiempo. "No sé cuántos años tengo. Cuando caí en la trampa de ese demonio, estaba en el 1770, por eso llevo este vestido tan blanco. Pero no entiendo por qué ahora estoy vestida así."

Una sombra de melancolía cruzó su rostro. "Solo me queda fingir que tengo 16 años, como lo era cuando entré allí. A decir verdad, ahora tendría más de 100 años."

Lea compartió un secreto que dejó a sus amigos atónitos. "Alex me conoce, porque en realidad soy una de sus antepasados. Fui yo quien lo protegió en su coma y lo relajaba con la melodía de piano."

El asombro llenó la habitación mientras los amigos procesaban la revelación. Habían estado conectados de una manera aún más profunda de lo que habían imaginado. Lea no solo era una amiga y guía en este extraño viaje, sino también una figura clave en la vida de Alex.

La admiración y el respeto hacia Lea crecieron aún más al comprender la importancia de su papel en la vida de su querido Alex 

Juntos, se dieron cuenta de que sus lazos no estaban limitados por el tiempo o el espacio. Eran parte de una historia que trascendía generaciones, y ahora eran guardianes de esa conexión especial.

Con un sentido renovado de propósito y camaradería, se enfrentaron al futuro con determinación, sabiendo que estaban unidos por algo más grande que cualquier desafío que pudieran enfrentar. Su amistad y su historia compartida eran un tesoro que valorarían para siempre. 


El juego de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora