Ay, Marcos.. Mi niño Marcos. Está pasando por un mal de amores de verano. Se fue a Gandía con los coleguitas (yo no fui, no me miréis, soy su amiga no su colega. De esto hablaremos más adelante, cuando se abra el debate). Por el principio, se fue a Gandía con los colegas, bebieron todas las noches, pero desde la primera no pudo dejar de pensar en aquella morena de ojos negros. Dijo que no tenía nada en especial (nota de la autora: mentía), no sabía si era su olor, su lavia, su contoneo al bailar, no lo sabe, pero le dejó KO para el resto de la semana. No penséis mal, no KO en el sentido de no poder moverse, eso era lo que a él le hubiera encantado que pasara, pero no fue así, os sigo contando: hablaron, se cayeron bien (se supone), traspasito de saliva y si te he visto, me acuerdo. No fue el caso, no se volvieron a ver. Y ya está, esa es la situación de mi mejor amigo. Ahora solo busca hacer planes, evitar las redes sociales de Carlota y desconectar la mente de su propia trama... Más bien, drama.
Ver una película malísima
¿Tienes plan?
Ver una película malísima
Vete a la mierda, tía
¿Qué podría hacer que mueva mi culito del sofá?
¿Una cerve?
Trato
Me paso a por ti a las 22:00h
A sus órdenes, mi capitán
Qué payasa
Guardo el móvil de nuevo en el bolsillo y sin querer interrumpir el trance en el que mis padres están entrando a causa de la película, me levanto sigilosamente del sofá. Matizo el sigilosamente porque, así es, no salió bien.
- ¿Te aburres? - Pregunta mi madre sin quitarle el ojo a la televisión mientras acaricia la cabeza de Kovu.
- No, pero he quedado en media hora con Marcos, viene a buscarme – contesto mientras mis pies se dirigen hacia la puerta.
- Pero... ¡si ya es de noche por todo el mundo! - ainsss...
- Mamá, me queda poco para empezar la Universidad, no empieces, por favor.-
- Hija...
- ¡Es juernes y el cuerpo lo sabe! - me alejo corriendo escaleras arriba.
A las 22:00h en punto escucho el claxon del coche de Marcos.
Me he puesto mi vestido más informal: uno midi, por debajo de las rodillas con florecitas. Honestamente, parezco sacada de los Bridgerton pero... me encanta. Mentí cuando dije que era el más informal, lo siento. Lo he conjuntado con mis Converse, para hacer contraste y un bolso pequeño en el que cabe lo justo y necesario. No penséis que me costó demasiado, fueron 5€ en Shein. Paraíso universitario, paraíso decorativo, paraiso paradisiaco, mi Riviera Maya, mi Caribe. Sus cupones, sus descuentos, sus pedidos. Ayuda.
Salgo corriendo. Llego tarde.
Huelo a palomitas y veo a mi madre mirando el microondas como persona a principio de mes refrescando su cuenta bancaria. Me mira.
- No bebas mucho.
- No, mamá - sentencio.
- Dile a Marcos que si lleva el coche solo se le permite oler la cerveza.
- Sí, mamá.
- No me des la razón como si fuera el mono Tití.
- Que nooooooo – alargo las 'o'. - Marcos no va a beber, sigue desintoxicándose de su viaje y yo no beberé mucho, de verdad... Solo una docena de cervezas – rio mientras vuelvo a escuchar el claxon.
- ¡Uy, madre! ¡Cariño, mira lo que dice la niña! - Eso, junto a la risa de mi padre es lo último que escucho antes de cerrar la puerta y dejarlos tras de mí.
Marcos está detrás del asiento del piloto, esperándome, para variar.
Antes de abrir la puerta del coche, ya le escucho refunfuñar. No le juzgo.
- Perdón. Perdón. Perdón - me mira de reojo mientras cambia de canción.
- Ponte el cinturón, anda.
- Hecho, capitán - sonrío y resopla.
Cuando llegamos a la puerta del bar se nota que es jueves y que las clases están próximas a empezar. Está a reventar. Muchos fuman en la calle, otros hablan, otros se comen con las miradas y otros con dientes y lenguas.
Madre mía, que calor.
Antes de entrar quiero preguntarle a Marcos lo que sucede, aunque estoy casi al 98% segura de que el motivo es Carlota.
Confirmo: soy bastante predecible porque antes de que pueda hablar, se adelanta.
- No preguntes – me dice, mirándome fijamente.
- ¿Estás así por Carlota? - Ahora ya no estoy tan segura de que sea eso. Su expresión es seria y le conozco, está enfadado.
- No – sentencia.
- ¿Es porque he llegado tarde?
- No digas tonterías, por dios – sigue mirándome con un semblante que asustaría a un gatito.
- ¿Entonces? Suéltalo. Venga. Ya – Estoy nerviosa. No es propio de él esta conducta.
- Es Alexander.
- ¿Qué?
- Ha vuelto.
- ¿QUÉ?
- Para quedarse.
- Debes estar de coña. Dime que lo estás.
- Ojalá... - por fin aparta su mirada de la mía, pero ahora soy yo la que no puede ni pestañear, ni moverse, ni siquiera respirar.
No. No.
Hay que joderse.
¿Qué coño hace aquí? ¿Por qué ha vuelto? ¿No podría perderse unos 40 años más? Ni siquiera miles de kilómetros fueron suficientes. Menos lo serán unos kilómetros de mierda. Tiene que irse por donde ha venido, me da igual los motivos de su vuelta. Me dan absolutamente igual.
No se quedará.
No lo hará como que me llamo Brisa Dalmau Gil.

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GRIETAS
RomanceSus sentimientos nunca fueron un problema hasta que la conoció. Brisa simplemente no tenía problemas hasta que él apareció. - La vida.. vaya vacaciones - fue lo que pensó nada más despertar. - ¿Cómo continuar? Quería ser cigüeña y volar. Cortaron...