Capítulo cinco

243 17 1
                                    

Nos quedamos mirando en un silencio incomodo. Milagros se puso roja y bajo un poco la cabeza. No entendía que era lo que ella quería que pensara si me decía algo como eso.

—No puedo dejar de pensar en ese beso, David.

—Perdón.

Ella me miro confundida.

—¿Por qué te disculpas?

—Estabas borracha, no sabías lo que hacías.

—Pero vos si sabías lo que hacías.

—Fue un error, Milagros.

—¿No querías besarme?

—¿Qué me estás preguntando?

—¿Querías hacerlo? —insistió.

—Sos muy linda, Milagros.

—Podías detenerme, pero no lo hiciste.

Me quedé en callado porque ella tenía razón. Me pude detener, pero no lo hice. No se porqué no lo hice, pero tampoco se como terminamos chapando.

—Hagamos como que lo paso entre nosotros... —le dije, serio. —Nunca paso.

—¿Qué me estás pidiendo?

—¿Lo querés a Agustín?

—Sí.

—Si no querés que él terminé con vos fingí como que nada paso conmigo, Milagros.

—Bueno —contesto seria.

—Te acompaño a la puerta.

—¿Vas a hacer cómo que nunca tuvimos esta conversación?

—Sí.

Milagros se fue sin más, dejándome con una frustración enorme. ¿Por qué tuvo que venir acá? ¿Por qué la besé? ¿Por qué no la detuve? Toda la tarde me torturé con esas preguntas. Solo pude olvidarlo cuando prendí stream y comencé a hablar de futbol. Era el único momento en que no pensaba en nada más.

Unos meses después había superado un poco el tema. Estaba seguro que todo estaba bien, y que todo quedo en el olvido. Milagros seguía con Agustín y parecían felices estando juntos. A veces me hacían sentir que estaba re solo, pero me pasaba.

—¿Por qué no dejas de mirar a Agustín y a la novia? —me pregunto Lautaro.

—No lo estoy mirando a ellos —mentí, si lo estaba haciendo.

—La estás mirando mucho a la mina.

—Nada que ver.

Lautaro no sabía que había chapado con Milagros y no tenía la necesidad de hacerlo. Si nadie más lo sabía era mejor para nosotros. No quería que Agustín se enterara.

—¿No te parece linda?

—Sí, es linda —contesté intentando sonar como si no me importará.

—¿No querés que te traiga un vaso?

—Si, bueno.

—Dale, ahora lo hago.

Un suspiró de alivio salió de mi boca cuando se fue. Pensé que iba a insistir con el tema y si lo hacía sabía que iba a terminar contándole todo. Miré hacía lado donde estaban ellos dándose un beso. No pude evitar imaginarme los labios de ella sobre los míos.

—Davo —me llamo Owen.

—Hola Owen.

—No sabes la colorada de conocí y encima de boca. Estoy enamorándome.

Me reí.

—¿Y no te hablaste con ninguna de acá? —me pregunto, mirando a los lados.

—No me interesa.

—¿No?

—Vine a pasarla con mis amigos.

Le decía la verdad porque no me interesaba estar con ninguna mina. No tenía ganas de estar en una relación y tampoco de algo casual. Estaba intentado disfrutar de mi vida sin tanto encierro, pero seguía costándome un poco.

—Ella está allá —apuntó con la mirada a una chica pelirroja. —¿No te molesta si voy con ella?

—¿Cómo me va a molestar? Anda vos nomás.

Owen caminó con una sonrisa hasta la colorada que apenas lo vio le sonrió. Los estaba viendo hasta que sentí que alguien tiraba de mi brazo. Me di la vuelta para ver quién era y era ella.

—Acompáñame, David.

Eso fue lo único que dijo antes de volver de tirar de mi brazo, y como un boludo me deje llevar. Pasamos por un grupo de gente hasta llegar hasta los baños y sin que nadie nos vea nos metimos en uno.

Chajá ; Davoo XeneizeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora