𝘗𝘳𝘰𝘭𝘰𝘨𝘰.

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Pov. Aelia.

Aún recuerdo la primera vez que lo ví, me regaló una sonrisa coqueta y fijo sus ojos oceánicos en los míos, robándome el aliento por segundos que se sintieron como milenios. Jamás podría olvidarlo, lo conocí en mi primera carrera, la primera carrera en la que mi escudería daría a conocer al mundo mi nombre.

Fue difícil, papá Seb siempre me dijo que mi camino sería turtuoso, que debía ser fuerte y luchar para ganarme mi lugar.

Me dijo que ese era el mundo de las mujeres, y yo no quise creerle hasta que los hombres se encargaron de destrozarme.

Uno, por uno. Cada uno de ellos hizo caer un pedazo de mi.

Machistas.

Misoginos.

Homofóbicos.

Hombres con una puta masculina frágil más importante que su humanidad.

Creí que el sería diferente, pero al final, solo termino utilizando a la joven estrella "del momento", nada más. Y como idiota caí en sus redes venenosas, en sus palabras con acentuación marcada y en sus gestos encantadores; hasta que se llevó mi humanidad, y mi inocencia ilusa con ella.

Demostró ser un maricon como el resto de los hombres como el, hombres que se escondían detrás de palabras hirientes, pedestales y desigualdad solo para ocultar esa verdadera naturaleza que les avergonzaba mostrar al mundo.

Me destruyó, acabo conmigo.

Y cuando la joven estrella parecía a punto de apagarse, distintos orbes coloridos la mantuvieron conciente sin que lo aceptará realmente.

Verde, grises y marrones danzando como solo un amor puro solía hacerlo, y costo, claro que costó aceptar esta nueva realidad; cada parte de mi parecía asustada con la posibilidad de enamorarse de nuevo, pero aún así, ellos calentaron mi corazón, reviviendome como solo un fénix podría hacerlo.

Me levantaron, me levanté. Reviví, ví, aprendí, volví y vencí. Dispuesta a acabar con la injusticia y asegurarles un camino a personas como yo, a más soles que quisieran apagar solo por ser diferentes a lo que se estipulaba según la sociedad.

Después de todo, la pequeña princesa de piel pálida y mejillas rojizas se convirtió en una ganadora, en una diosa.

Yo era una diosa, y la representación perfecta de que dios era una mujer.

SONNE || • Fórmula 1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora