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10 de febrero de 1968

<Mi querido amigo, no esperaba volver a leerte de esta manera, me lamento mucho sobre ello, perdóname por no poder estar más cerca. Pero creo saber lo que necesitas.

Todavía recuerdo tu amor por el arte, creo que lo que necesitas es un lugar tan vibrante que nada podrá hacer verlo diferente. Tengo una casa en el campo, es un pueblo algo alejado y cerca de las montañas, te la brindo con mucho cariño para que la utilices todo lo que te tardes en sanar y ser el Gyuvin que vive en mi memoria.

Úsalo y no te preocupes, puedes llevar a Ollie contigo también>

El sobre contenía también un manojo de llaves de la propiedad, y tal como se lo había escrito le habló a Ollie sobre el cambio de residencia quién con una pequeña sonrisa accedió empezando a preparar las maletas de ambos y el auto que los haría llegar.

Ollie era otra parte de su vida, no muy importante, pero el muchacho le había estado sirviendo durante los últimos dos años siendo su única compañía en la gran ciudad y la única persona en esta que le resultaba genuina.

Ahora estaban en camino al lugar, el menor durmiendo y el castaño viendo atentamente por la ventana tratando de memorizar cada cosa que veía. Alejarse de la ciudad se había sentido cómo dejar una caja, ver el gran césped y el cielo de color firme lo reconfortaba en algo.

. . .

Ya habíamos llegado hace algunas horas a lo que sería nuestro nuevo hogar, Ollie había decidido limpiar la habitación principal junto a la suya para poder descansar cómodamente esa noche. Me había quedado sentado en el sillón de la sala principal todo ese rato pensando en absolutamente nada exacto, mi mente había estado divagando entre el lugar, el tiempo, el que haría y sobre todo sobre que tal era el paisaje. Habíamos llegado ya casi oscureciendo y mi curiosidad había aumentado poco a poco, Gunwook dijo que el lugar me gustaría, lo cuál no dudo, pero hacía ya tanto tiempo que no nos veíamos que tal vez había podido olvidar algunos detalles míos.

Bien, no perdería nada yendo a conocer un poco.

Tomé mi chaqueta y salí inmediatamente dejándome llevar por el impulso instantáneo que había sentido. La casa quedaba un poco alejada a lo que parecía ser el centro de la ciudad por todas las luces que se veían a lo lejos, no había muchas casas cercanas, solo quedaba avanzar a dónde creía que era correcto.

El viento tocaba mis mejillas, sentía mi cabello siendo despeinado en cada momento y la sensación no me disgustaba en absoluto. Respiré profundamente una y otra vez tras otra. Percibí la primera casa, era simple con un solo nivel y un jardín precioso por lo poco que había podido percibir con las luces tenues al rededor, seguía caminando y las casas seguían apareciendo.

El querer alejarme de la ciudad había sido algo que había deseado por mucho tiempo, pero este lugar no parecía ser algo del otro mundo. Casas tras casas y el pequeño bullicio apareciendo, había llegado a la plaza del pueblo que lucía una estatua en el centro junto a una pileta; las luces estaban por todas partes y la gente iba de un lado a otro.

Me quedé quieto y algo aturdido por la muchedumbre, no sabía a dónde enfocar mi mirada, estar con personas nunca había sido mi fuerte.

Giré levemente, parecía ser como alguna festividad. Tenía que retirarme lo más antes posible, ya podía sentir como mis manos estaban sudando. Giré por completo para regresar por donde vine, pero unos gritos en conjunto me detuvieron encogiéndome en mi lugar. Mi cabeza reaccionó después girándose para encontrarme con la gente iniciando algún tipo de baile.

Se movían de un lado a otro al rededor de la pileta, pero mi cerebro se detuvo cuándo lo vi. Mis ojos no pudieron ver alguna otra cosa. Incluso mi cuerpo se relajó en su lugar.

Mis ojos bien abiertos, probablemente mis pupilas dilatadas; mi boca abierta y mis mejillas tan calientes como en verano.

Aquél chico había aparecido de la nada; tenía puesto unos pantalones negros junto a una camisa blanca con algún tipo de bordado que no pude ver exactamente. Su piel era tan blanca como la nieve con un cabello igual de negro que el cielo cuando llegué. Bailaba con cierta gracia, con aquella sonrisa puesta que solo podía compararla a absolutamente nada, era lo que no había visto nunca, aquellos ojos eran irreales, y con qué intensidad lo habría visto que giró hacía mi dedicándome esa misma sonrisa.

—Hey, creo que deberías dar unos pasos atrás— alguien me habló —Y dejar de verlo de aquella forma.

—¿Uh?

—Estás muy cerca del lugar dónde bailan, si no te unirás te recomiendo retroceder— explicó —A menos que quieras acompañarlos.

—No, no... Yo— me trabé, a lado mío estaba un chico de cabellera castaña, un poco más bajo que yo, pero mucho más musculoso.

—Hanbin, un gusto.

—Uhm, sí— titubeé —Kim Gyuvin.

Nos quedamos en silencio, seguí viendo el espectáculo buscando cada que podía a cierto chico. La manera en la que se movía y disfrutaba del ritmo de la música era algo sinigual, especial y cautivante.

Si decir que estaba enamorado era apresurado no importaba, la vida se trata de cosas así ¿No?

—Es Zhang Quanrui, eres nuevo aquí ¿No?— me volvió a hablar —Eso explicaría el porque lo miras sin importar quién es cuando aquí nadie se atrevería a mirarlo tan descaradamente.

—¿A qué te refieres?— respondí en voz baja con algo de vergüenza.

—Los Zhang, de las familias más importantes del país y la más importante aquí. No es cómo si nadie aquí no fuese importante, pero ellos son de ligas superiores— lo miré por completo, atendiendo a sus palabras —Me presento de nuevo, Sung Hanbin, algo así como un mayordomo de aquella familia.

Me sorprendí, el chico solo me sonrió al ver mi reacción.

—De hecho vine por ellos— señaló a Quanrui y a otro chico menudo que estaba bailando con él —El señor Zhang volvió de la ciudad así que los necesito ya en casa— rio —Espero poder verte visitándonos pronto, ya sabes, un saludo a los nuevos vecinos.

Y sin esperar nada se fue, pude verlo acercarse a aquellos chicos y llevárselos sin más.

La luz especial que iluminaba la placita no estaba más, pero por otro lado y subiendo mi mirada hacia el cielo me sorprendí al no verlo tan oscuro como recordaba haberlo visto hace un momento.

Era una noche estrellada, cada una más brillante que la anterior.

blue - ryuvinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora