12 de febrero de 1968
Había llegado una nueva semana y tomando la palabra del tal Hanbin pensaba ir a visitar a aquella familia y poder acercarme al chico bonito. El fin de semana lo había pasado de manera tranquila, luego de que Ollie me haya reprendido por no avisar mi ausencia aquella noche todo había estado muy bien.
El día domingo desperté lo más temprano que mi cuerpo pudo permitirme, la vista desde mi habitación era increíble; una gran montaña verde adornaba el lugar y el jardín de la casa de Gunwook aunque estaba descuidado, la naturaleza se había sabido mantener y Ollie se había emocionado mucho de tener un lugar al cuál dedicarle su mayor parte del día ya que yo mismo no era mucho trabajo que hacer.
Luego dediqué toda la tarde en ordenar mis cosas dándole una especial atención a mis pinturas, pinceles y lienzos; pensé por un momento en pintar lo que veía, pero cierta imagen de un chico pasaba una y otra vez por mi cabeza. Por lo que al llegar la noche había decidido que tenía que volver a verlo.
—Iré a ver a los Zhang, dime que me veo presentable para tal tipo de familia.
—Joven, no es como si fuese exactamente nadie— me respondió —Solo diga su nombre y está solucionado.
—Sabes que no soy bueno comunicándome, tengo algo de miedo— confesé.
—¿Pero?
—Pero no me detiene, hay algo que me empuja, no puedo pensar con la razón— expliqué —Solo necesito verlo nuevamente.
Y sí, le había contado todo a Ollie porque escribir una carta a Gunwook no estaba en mis planes, confiaba en él y él me había entendido muy bien.
Asentí hacía él viéndome una última vez en el espejo, tenía un traje bastante simple de color beige con algunos detalles que no me hagan ver con demasiada seriedad o edad. Peiné mi cabello levemente, había crecido bastante ya que no lo había cortado desde hace un tiempo, dudé de como colocarlo, pero finalmente solo se acomodó naturalmente.
Ollie había comprado un presente adecuado para poder saludar sin ninguna sospecha extra además de mostrarme lo más educado y correcto posible. Y es que en realidad nunca había hecho algo parecido, en la ciudad mi casa había sido elegida por mi padre quién creía que tener una ostentosa casa cerca del centro de la ciudad podía mostrar adecuadamente el tipo de persona que era, adinerada e importante. Nunca una opinión mía había sido tomada en cuenta y aunque era un lugar lindo, la gente de aquel lugar no. Por eso nunca me molesté en saludarlos y tampoco es como si ellos lo hubiesen hecho. Todos era tan fríos unos con otros que al pasar mi primera noche en el lugar pude sentir como el invierno se hacía perpetuo.
La gente era hipócrita como el infierno, las pocas veces que había salido a rondar el vecindario había podido escuchar a las vecinas hablar de alguien más y luego a esta misma persona darle de sus mejores sonrisas, completamente falsa.
No soportaba ese entorno, no era lo que deseaba para mí. Solo soy un joven artista que siempre admiró lo sencillo y genuino, un artista que al parecer había encontrado a su musa.
Encontrar la casa no había sido una tarea complicada, lo tuve que consultar con alguna persona que pasaba por el centro, todos los conocían así que sin molestarse me indicó el mejor camino y dio la bienvenida. Mi interacción con aquella persona no fue desagradable, la chica había sido muy amable por lo que no fue incómodo hablar en ningún momento. Aunque de todas formas me sorprendí por estarlo haciendo luego de haberme dicho a mi mismo muchas veces que no lo haría. Parecía que mis motivos eran tan grandes que incluso podía dejar ciertas cosas de lado.
Toqué el timbre de la casa un par de veces, era bastante grande, con tres pisos, larga y ventanas que la adornaban una tras otra. Había un lindo jardín delantero y rejas que cubrían todo el borde. Bonito.
—Oh, joven— escuché a alguien decir, la puerta había sido abierta y ahora Hanbin estaba ahí con cierta sonrisa.
—Buenos días— saludé —No te preocupes por las formalidades, puedes llamarme por mi nombre.
—Claro que no joven— replicó — pase por favor, le avisaré al señor que tiene visita.
Y así lo hice, el lugar estaba bien decorado, cada cosa y detalle podía explicar por si misma el poder y dinero que tenían los Zhang, no era nada comparado a lo que yo tenía.
Poco después un hombre de unos aparente sesenta años entró al saloncito, tenía el cabello ya canoso, una leve barba y unos ojos completamente oscuros. Saludé con una reverencia entregándole el presente en mis manos.
—Sung me dijo que eras nuevo por aquí, un gusto.
—El gusto es mío señor Zhang, soy Kim Gyuvin y quise pasar a saludar a mis nuevos vecinos— estaba un poco nervioso, la mirada de aquel hombre no transmitía nada.
—¿Kim Gyuvin?— cuestionó —¡Muchacho! No me digas que tú eres quién está detrás de todas esas obras que se exhiben en el gran museo —completó con un tono emocionado, el ambiente cambiando un poco.
—Ese mismo— sonreí.
—¿Te gustaría almorzar aquí? Creo que tenemos mucho de lo cuál conversar.
—Claro, muchas gracias.
El arte para la época en la que estaba no era exactamente muy valorada, por eso mi padre me quitó todo su apoyo luego de que saliera de la escuela. Tuve que buscarme la vida sin dejar de hacer lo que amaba y aprendiendo a tocar las puertas correctas. Había gente que sí la valoraba, que pagaba grandes cantidades de dinero por una fabulosa pintura.
Cuando tuve mi primer éxito mi papá me hizo volver a su lado y lo demás es historia que no me gustaría recordar.
Pero el señor Zhang al parecer era de esas puertas correctas que había encontrado en su momento, me invitó a pasear por su casa, mientras hablábamos de cosas alrededor del tema del arte me mostró cómo tenía muchos cuadros y entre ellos algunos míos.
—¡Ricky! Eso era mío, no tenías porque usarlo— se escuchó un grito a través de la puerta, parecía que alguien se acercaba mientras discutía con alguien más.
—Es solo una tonta camisa, bailé con ella delante tuyo y no dijiste nada— la otra voz sonaba más suave, no alterada, pero con un tono a la defensiva.
—Cómo si papá no te comprara todo lo que le pides— los pasos se hacían más fuertes y para este momento el señor Zhang ya tenía una mano en su sien.
—¡Todo porque Hanbin te dijo!
La puerta se abrió de golpe y fue inevitable ver cómo dos chicos uno tras otro y discutiendo entraban al lugar. Lo fue por el ruido, pero luego lo fue por él, Quanrui.
Era como si todo al rededor estuviese en pausa menos él.
—... Todo es Hanbin, Hanbin esto, Hanbin aquello ¡Dejen al pobre respirar! Hay mucha más gente aquí— al volver a mi realidad escuché al señor hablando.
—Díselo a Hao.
—¡Zhang Quanrui!— Y cuando parecía que la pelea iba subir a otro nivel mi presencia fue notada haciéndolos callar.
Pude ver cómo el rostro de Quanrui tomaba una linda reacción de sorpresa, sus ojitos abiertos y sus mejillas empezando a sonrojarse. Podría jurar que era lo más bello que había visto alguna vez, sonreí involuntariamente, sentía mi corazón aletear.
—Buenos días— saludaron al unísono junto a una reverencia, yo la imité sin dejar de observarlo de forma disimulada.
—Vayan a alistarse para el almuerzo, los presentaré mejor cuando estén decentes— ordenó el anciano —Sobre todo tú Quanrui, Taerae a llegado hoy de Inglaterra.
—Claro papá.
—Ya sabes que debes lucir perfecto para él así como él se luce para ti, se un buen prometido y si todo sale bien podremos tener la fecha hoy mismo.
Todo lo decían demasiado rápido, mi mente estaba confundida. Pronto se fueron dejándonos solos nuevamente.
—Disculpe que no lo haya mencionado, pero hoy también llega el prometido de mi hijo Quanrui, espero le agrade compartir este momento con nosotros— me dijo —Él también es muy fan de sus obras así...
¿Prometido?
Lo próximo que dijo dejó de ser escuchado.
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blue - ryuvin
FanfictionPorque el cielo y el mar son más azules cuando uno está enamorado. - ‧₊˚ ⋅ ☾⋆。𖦹 °✩