𝐍𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐭𝐮́ | Levihan

El pasado no se cambia

El llanto de Hange disminuyó, las lágrimas dejaron de resbalar por su rostro y su voz finalmente descanso. Había colapsado en los brazos de Levi, agotada y rendida, simplemente respiró tranquila y sus pesados párpados la obligaron a ver dormida.

Vivía en un constante estrés que a la primera oportunidad que tuvo, cayó en un profundo sueño del que despertaría horas después, Levi la había recostado en su cama y el yacía dormido sentando en el suelo, sosteniendo su mano.

Los ojos de Hange rodaron por toda la habitación, ya casi no había luz solar así que supuso que ya era tarde, miró su habitación, impecable y ordenada, luego miró a Levi, él dormía y respiraba tranquilo. Su respiración no era ruidosa como la de Zeke, Levi Ackerman simplemente dormía con tranquilidad pese a que en su rostro había una expresión de preocupación, Hange lo miró un par de minutos más. Observaba sus delicadas facciones pese a ser muy masculinas, la nariz pequeña y respingada, las delicadas pestañas en sus ojos y sus labios finos y suaves...

Todo era diferente a Zeke, y claro lo era, porque Levi no era Zeke. Hange se sintió miserable por estar comparando a dos hombres, se sintió estupida por hacerlo y por buscar lo que quería en otro. Ella no sentía que merecía el cariño que Levi le tenía, porque si, ella sabía perfectamente lo que sentía Levi, Nanaba se lo había dicho y.. Ella solo lo estaba utilizando.

Se sintió miserable por una y tantas razones que al finalizar sus pensamientos no pudo evitar llorar de nuevo, el suave llanto melancolía era calmado comparado al de la noche anterior, pero fue lo suficientemente para despertar a Levi.

— Que sucedió? - Levi tocó su frente, hervía en fiebre y su rostro hinchado por tanto llorar le causaba una tristeza profunda, Hange se giró dándole la espalda y el, esta vez, no trató de tocarla. — Lamentó si te hice algo, no te conozco mucho.. pero siento que eres parte de mi vida, te he amado y eso no sé si es malo. Pero me gustas, me gustas mucho Hange.

Ella no dijo nada, simplemente se quedó ahi, dándole la espalda y aferrándose a la sábana. Levi le hablaba pero ella se negaba a dirigirle la palabra y eso solo provocaba en Levi pensamientos negativos, además de llevarlo a sus recuerdos más reprimidos.

— Hange, por favor, háblame. - desesperado la tomó de los hombros, girándola y luego levándolas hasta que ella quedara sentada. Hange se sorbió la nariz, continuaba llorando y gimoteando como una niña pequeña, sus ojos completamente húmedos solo hacían que Levi sintiera la piel helada. — ¡Háblame!!

— Yo.. no... quiero

Ella habló con la voz entrecortada, sus ojos vagaron por la habitación de nuevo. Quería cualquier cosa pero no a Levi, hasta que sintió la calidez de sus manos rodear su rostro y girarla, sus labios se juntaron con los ajenos e un suave beso. Las lágrimas de Hange por supuesto que mojaron a Levi, pero no le importaba en lo absoluto, lo único que quería hacer era tranquilizar a su dulce chica.

— Shh, tranquila. - dijo una vez dejó de besarla, se tomó el atrevimiento de subirse a la cama y acostarse, para después acunar en sus brazos a la castaña.

Hange gimoteó una vez más pero en brazos del azabache todo parecía estar bien, se tomaron unos minutos hasta que finalmente ella estuvo tranquila para hablar.

— Mi vida es una pesadilla constante.. A veces no se que siento, a veces lloro sin saber porqué y otras veces lo sé. La cosa es que, estos últimos meses han sido realmente difíciles, en mi vida, mi familia y relaciones... - Hange escuchó a Levi suspirar, pero intentó no pensar en algo negativo.

— Entiendo.

— No creo. - interrumpió la chica. — Tu vida parece perfecta, no sufres de nada, no tienes necesidad incluso hasta eres un héroe por salvarme. No tienes que mentir para hacerme sentir bien y...