Acidic Like Raspberry

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En las doradas y enigmáticas épocas de Marelyn Monroy, un velo de seducción se tejía en los confines de una relación singular. Joseph y Khatte, una pareja gay cuyo amor florecía en medio de una sociedad que aún luchaba por comprender la diversidad, se encontraban inmersos en un juego de poder y deseo.

Joseph, un hombre de gran opulencia y recursos, se deleitaba en colmar de lujos y complacencias a su amado Khatte. Este joven, de carácter dulce y sumiso, encontraba su deleite en los regalos y atenciones que Joseph le prodigaba. Sin embargo, en esta ocasión, Khatte se encontraba sumido en una rabieta caprichosa y desafiante.

El motivo de tan arrebatado berrinche se encontraba en la negativa de Joseph a llevarlo nuevamente al teatro. La semana anterior habían disfrutado de una función, pero ahora, el destino les jugaba una maldita travesura. Joseph, consciente de la importancia del teatro en el corazón de Khatte, había sido incapaz de asegurar las entradas para una nueva velada.

  - ¡No es justo! ¡Yo quiero ir!..

Reprocho Khatte  de forma aniñada. Cómo un niño al que no le compraron el juguete qué quería.. Joseph intentaba ignorarlo, ya qué no quería enfadarse. Solo opto por seguir manejando sin prestarle atención.
El ambiente se cargó de tensión y anhelo. Khatte, con sus ojos llenos de reproche, dirigió una mirada de desafío hacia Joseph. Sus labios, entreabiertos, susurraban palabras de descontento, mientras sus manos se aferraban a los pliegues de su ropa, como queriendo arrancar la frustración de su ser.

Joseph, consciente de la pasión y el temperamento de su amado, se vio envuelto en una danza de emociones. El deseo de complacerlo y satisfacer sus caprichos se entrelazaba con la necesidad de mantener su propia integridad y autonomía. Era un juego delicado, donde el poder y la sumisión se confundían en una danza de pasiones prohibidas.
El aire se cargó de una electricidad palpable. El silencio, tenso y expectante, se rompió con un suspiro profundo de Joseph. Sus ojos, cargados de un deseo oculto, se encontraron con los de Khatte, en una mirada llena de complicidad y desafío. Sin pronunciar palabra.

Tras un rato llegaron a la gran mansión de lujo antigua que ha resistido el paso del tiempo con gracia y elegancia. Sus muros de piedra, cubiertos de enredaderas y musgo, parecen suspirar historias de antaño. Las puertas de madera maciza, talladas con intrincados diseños, invitan a adentrarse en un mundo de opulencia y sofisticación.

Al cruzar el umbral, el aire se impregna de un aroma embriagador de historia y riqueza. Los suelos de mármol pulido, fríos al tacto, reflejan la luz fría de la luna que se filtra a través de las imponentes ventanas de vidrieras coloreadas. Los techos altos, decorados con frescos de escenas mitológicas, parecen susurrar secretos centenarios.

Los salones, amplios y majestuosos, están adornados con muebles de época y tapices finamente bordados. Los candelabros de cristal, suspendidos del techo, destellan destellos de luz que danzan en las paredes. Los rincones oscuros se ven iluminados por lámparas de estilo antiguo, creando una atmósfera íntima y sensual.

En los dormitorios, las camas con dosel, cubiertas con sábanas de seda suave, invitan al descanso y al deleite. Los dosel, adornados con encajes finos, crean un santuario privado, un refugio para los sentidos. Los espejos dorados, colgados en las paredes, reflejan la belleza y el encanto de aquellos que se atreven a mirarse en ellos.

Los jardines que rodean la casa son un paraíso de exuberante vegetación y esculturas clásicas. Las fuentes de mármol, con sus aguas danzantes, crean una sinfonía de sonidos relajantes. Los senderos adoquinados llevan a rincones ocultos, donde se puede disfrutar de la tranquilidad y la serenidad de la naturaleza.

Khatte se mantiene encaprichado debido a la frustración de no haber asistido al teatro. Como resultado, se niega a recibir las caricias, los besos e incluso la más mínima muestra de atención por parte de su amado Joseph.

La actitud obstinada de Khatte, que lo mantiene distante y frío, ha agotado la paciencia de Joseph. Decidido a confrontarlo, se acerca con sus labios dulces y caricias sensuales, buscando aliviar su enfado y tentando a su amante a abandonar su enojo.

Con cada beso apasionado, Joseph intenta derretir la armadura de Khatte, buscando hacerle olvidar su capricho y sumergirse en el placer compartido. Sus manos, expertas en el arte del toque, recorren el cuerpo de Khatte con delicadeza y provocación, estimulando sus sentidos y encendiendo la chispa de la pasión que habita entre ellos.

Los suspiros se entrelazan con gemidos contenidos mientras Joseph se entrega por completo al juego de seducción. Cada caricia, cada roce, es un recordatorio del amor y la devoción que siente por Khatte. La tensión se disipa y la resistencia de Khatte se derrumba ante el deseo compartido y la conexión que los une.

En medio de aquel escenario íntimo, Joseph logra que Khatte se abandone al placer y se libere de la frustración que lo consumía. Cada gesto sensual y cada palabra susurrada al oído son un bálsamo para su alma atribulada, llevándolo hacia un éxtasis donde el enojo se desvanece y solo queda el amor y la pasión desbordante...

Tras una tarde algo complicado, Joseph decide llevar a Khatte al centro comercial, en busca de qué estuviera un poco mas alegre.

Khatte y Joseph se adentraron en las bulliciosas calles del centro, dejándose llevar por un día de compras y placer. La brisa acariciaba sus rostros, mientras el sol dorado iluminaba su camino. Juntos, formaban una pareja que desafiaba las convenciones y encontraba la dicha en su amor.

Khatte, siempre audaz y decidido, guiaba a Joseph por las diversas tiendas, explorando cada rincón en busca de tesoros ocultos. Pero fue en una encantadora boutique de lencería y ropa interior donde el destino les tenía preparada una sorpresa.

El interior de la tienda emanaba un aire de misterio y seducción, con delicadas prendas que parecían susurrar secretos prohibidos. Khatte, con una sonrisa traviesa en los labios, sabía que había encontrado el lugar perfecto para deleitar a Joseph.

Aunque Joseph se sentía ligeramente incómodo con la idea de entrar en aquella tienda, no podía negarle nada a su amado. Desde siempre, había cedido ante los caprichos y deseos de Khatte, encontrando placer en su felicidad. Así que, sin decir una palabra, decidió seguir adelante y adentrarse en el fascinante mundo de la lencería.

El interior de la tienda era un paraíso de encajes y sedas, con colores que invitaban a la tentación. Khatte, con sus ojos brillantes de emoción, comenzó a explorar las diferentes opciones, buscando algo que despertara el deseo en su amado.

Y entonces, lo vio. Un conjunto de lencería en tonos oscuros y sensuales, que prometía envolver el cuerpo de Joseph con elegancia y provocación. Khatte no pudo resistir la tentación y decidió que era el momento perfecto para modelar aquella pieza frente a Joseph.

Joseph, sintiéndose ligeramente abrumado por la situación, observó cómo Khatte se probaba la lencería con gracia y coquetería. Cada movimiento, cada mirada, despertaba en él una mezcla de fascinación y deseo. A pesar de su incomodidad inicial, no podía negar la belleza que se desplegaba ante sus ojos.

Finalmente, Joseph decidió dejarse llevar por el juego de seducción. Aceptó la invitación de Khatte a disfrutar de aquel momento íntimo y especial. Juntos, se adentraron en un mundo de sensaciones y emociones, donde el amor y la pasión se entrelazaban en una danza prohibida pero eternamente hermosa....

𝑪𝒉𝒆𝒓𝒓𝒚 𝑭𝒍𝒂𝒗𝒐𝒓 { 𝐵𝐿}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora