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Pasaron tan solo un par de días desde que Aegon supo de su embarazo. Ya tenía la forma perfecta en que se lo contaría a su castaño. Esperaba que la sorpresa lo alegrara tanto como a él. Lastimosamente el día que decidió revelarle su estado, fue el mismo día en que su vida y la de Jace cambiarían totalmente.

Fue un día que comenzó como normalmente para ambos, enredados entre sus sábanas, dándose los buenos días con un pequeño beso para luego ir al baño a lavarse. Iniciaron su jornada laboral sin problemas, teniendo algunos papeles que revisar por petición de Rhaenyra. A la hora del almuerzo Aegon decidió que no quería cocinar nada ese día, así que se dispuso a ordenar comida para ambos.

Luego de su almuerzo, fue que todo se fue en picada para ambos. Todo comenzó sin que ninguno se esperase nada. Jace fue el primero en darse cuenta que había algo extraño en el ambiente, se sentía observado. Sentía la presencia de más personas dentro de la casa, intentó olfatear el aire para ver si lograba detectar algún aroma diferente al suyo o al de su omega, pero no captó nada.

Aegon había decidido tomarse un descanso, subiendo a su habitación a tomar una siesta. Su cachorrito hacía que se sintiera cansado casi todo el tiempo. Ignorante a la inquietud que su alfa sentía, ignorante al peligro al que estaba ingresando.

Todo sucedió demasiado rápido, ambos escucharon ventanas rompiéndose así como la puerta de entrada de su casa ser destruida, dejando ingresar a varios hombres que portaban trajes negros. Antes de que siquiera el alfa pudiera reaccionar sintió que alguien lo golpeaba en su nuca, haciendo que por segundos su vista se tornara negra.

—¡JACE! —El Velaryon escuchó el grito de su omega, volviéndolo a la realidad de golpe, haciendo que sus instintos alfas salieran a flote.

Alguien lo había arrastrado hacia la sala de su casa y ahí observó que alguien traía arrastrado a su omega de sus cabellos, haciendo que casi resbalara de las escaleras, Jace sintió el miedo de Aegon en su alma, haciéndolo que viera rojo. El alfa no supo de donde sacó las fuerzas para apartar al que lo sostenía, pero terminó aventando al hombre sobre la mesa de centro, el cual por el golpe quedó inconsciente.

Salió corriendo en dirección a Aegon, tacleando al que lo jalaba de sus cabellos, haciendo que lo soltara. Jace agradeció que ya hubieran bajado las escaleras, porque si no Aegon hubiese tenido una caída aparatosa.

—¡Vete, corre, Aeg! —Le ordenó el alfa mientras seguía peleando con el tipo que había apresado al omega antes.

El peliblanco estaba estupefacto, viendo a su alfa pelear con lo que parecía ser un guardaespaldas. El miedo que invadía a Aegon era enorme, sabía que tenía que irse, que tenía que protegerse por su bebé, pero no quería dejar a Jace solo.

Jace había entrenado junto a Daemon, así que tenía la fuerza suficiente para pelear contra otros alfas. Sus ojos estaban rojos, sus colmillos alargados, la sed de sangre y la adrenalina corrían por sus venas cuando estaba dándole la paliza de su vida a ese hijo de puta que había osado tocar a su destinado. Sus puños terminaron llenos de sangre después de que deshiciera a golpes la cara del contrario, no sabiendo si aún respiraba o no, pero no importándole en lo absoluto.

Se puso en pie, tratando de dirigirse a su omega, el que seguía clavado al piso por el miedo que Jace sabía que sentía, quiso acercarse a él, confortarlo, abrazarlo, pero sus intentos se vieron frustrados cuando un par de hombres más entraban al campo visual del alfa.

—¡Sal de aquí ahora, Aegon! —Jace lo sacudió de sus hombros, conectando por breves segundos con aquella mirada violeta llena de lágrimas. —¡Vete, yo los detendré!

Por un instante el omega dudó de dejar solo al castaño con aquellos dos tipos que no se veían nada amigables, pero obedeció con el dolor de dejarlo atrás para correr hacia la terraza y tal vez poder rodear la casa para llegar a su auto e ir por ayuda.

The Wreck Of Our Hearts... {Jacaegon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora