CAPÍTULO 27

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—¿Es-Está vivo?—



Escuché vagamente la voz de Abril, para después oír a Maximus y Quackity entrando al callejón, gritando mi nombre. Todo se volvió demasiado confuso para ese punto, era yo tratando de controlarme, calmar a mi omega interno que me pedía ponernos a llorar al ver el cuerpo de Antoine en el suelo, con los restos de lo que fue un ladrillo cerca de su cabeza.


No lo pensé, no lo planee ni mucho menos imaginé que terminaría de ese modo. Cuando giré para entrar al callejón, Antoine me daba la espalda mientras golpeaba a Abril, quien estaba tirada en el suelo hecha un ovillo, cubriéndose el rostro y el estómago. La rabia que sentí fue suficiente para que observe a mis lados, encontrándome con unos ladrillos viejos y abandonados apilados unos sobre otros, tomé el que estuvo más cerca y corrí hacía él, para el segundo en que los ojos de Abril me miraron, ya el cuerpo de Antoine caía al suelo en cámara lenta, junto con el ladrillo roto.


—Demonios, Roier.— Max le tomó del brazo, sacudiéndome ligeramente. —Amigo, dime que estás bien, por favor. Mírame.—


Salí del trance en el que me encontraba cuando su cuerpo rodeó el mío y me abrazó con fuerza, sentí su calidez y fue suficiente para aferrarme a la frágil espalda de mi amigo, dejando que mi omega sea libre, que mi cuerpo tiemble y que mis ojos se llenen de lágrimas contenidas, mientras le repetía a Maximus que quería a Cellbit.


—Llámalo ¿Si? Llámalo, él puede ayudar.—


Recordé que Cellbit tenía una reunión y que seguro para ese momento debía estar en ella, pero mi egoísta deseo pudo más, así que apenas un brazo de Max me liberó, saqué mi celular de mi bolsillo y marqué al segundo número en llamadas rápidas. Pegué el aparato a mi oreja y al segundo timbre, escuché la voz de mi alfa, llenándome de una sensación de paz impresionante.


—Hey, bebé ¿Qué pasa?— Preguntó, preocupado. —Ahora deberías estar en clases.—


—Lo siento.— Gemí, tratando de aclarar mi garganta. —Lo-Lo siento Cell, es que… Necesitaba… Necesito escucharte.—


—¿Roier?— Su voz se escuchó mucho más alarmada. —Mi amor ¿Qué ocurre? ¿Por qué lloras?—


—Mierda.— Llevé una de mis manos a mis rizos y contuve la respiración por unos segundos, tirando de mis cabellos con algo de fuerza. —Es que… Él, fue él, él empezó a golpear a una omega y no pude… Mierda, Cellbit, no pensé-Bueno, sí pensé pero… Creí que no debía, no era bueno el-…—


—Permitirlo.—


—Ujum.— Suspiré, apoyándome en la pared que estaba a mi espalda y observando a Quackity auxiliar a Abril. —No debía… Permitirlo.—


—¿Te hizo algo? ¿Cómo estás?—


—No, no.— Negué con la cabeza, aunque Cellbit no podía verme. —Él ni siquiera me vio, solo… Solo lo golpee con un ladrillo que encontré, lo golpee en la cabeza y ahora está… Está en el suelo. Demonios, Cell.— Me dejé caer hasta que me senté en el piso, apoyado aún contra la pared. —Dime… Dime que todo estará bien. Vamos, dime.—


—Todo está bien, mi bebé.— Asentí, pasando mi brazo por mis ojos para eliminar los rastros de lágrimas. —Me pone más tranquilo que no te haya visto, sabes cómo son los alfa, seguro luego buscaría venganza y yo no iba a permitir que te toque. Ni a ti, ni a Bobby.—


—Lo sé.— Sonreí, mientras le regalaba un gesto de agradecimiento a Maxo. —Eres mi buen alfa.—


—Y tú mi perfecto omega, Roier. Estoy orgulloso de ti.—


—Pero… Cellbit… Tenemos miedo de tocarlo. Todos, creo.— Los tres presentes me miraron, confirmando mi teoría. —No sé si respira.—


—¿Quieres que vaya?—


—Me gustaría, pero estás en una reunión ahora.—


—Mierda, la reunión.— Maldijo, sacándome una sonrisa. —Los dejé en la sala esperándome, deben de quererme matar para este punto.—


—¿Es muy importante?—


—Un poco, aunque es solo una empresa más, ya sabes cómo son.— Sonreí, para Cellbit siempre era ‘Solo una empresa más’. —Sabes que si me dices que vaya, iré ¿Cierto?—


—Lo sé.— Maximus me ayudó a levantarme del suelo, limpiando la parte trasera de mi pantalón. —Pero ya estoy mejor, así que creo que serviría si solo mandas a Forever.—


—Puedo hacer eso.— Confirmó. —¿Deseas que lleve algo en especial?—


—No lo sé ¿Has desaparecido un cadáver alguna vez?—


—Por tu bien, no puedo darte una respuesta a eso o tendría que devorarte.— Reí, callándome cuando noté la mirada de todos, consciente que no era un buen momento para sonreír.


—Solo dile que venga ¿Si? Ya nosotros nos encargamos de lo demás.—


—De acuerdo.— Iba a cortar, cuando Cellbit habló. —Pero ¿Seguro que todo está bien? Después de eso quiero que vayas a clases, Roier y a la hora de salida iré personalmente a recogerte.—


—Sí, lo haré.— Sonreí. —Estoy bien, Cell.—


—Gracias por llamarme.— Silenció por un par de segundos. —Te amo, mi bebé.—


Sentí tantos deseos de frotarme contra su pecho, de esconder mi rostro en su cuello y rodearlo con mis brazos mientras soltaba un ronroneo. Quería decírselo, vaya que lo deseaba pero no consideraba que fuera una buena primera vez decírselo por celular teniendo un cuerpo quizás muerto cerca. No, mejor no.


—Ven a recogerme ¿Si?— Una vez él afirmó, corté la llamada antes que diga algo más, soltando un largo suspiro para luego acercarme a los chicos. Maximus y Quackity me miraban tan asustados, mientras Abril solo estaba callada, acurrucada en el pecho de Quackity, sin siquiera mirarme.


—Todo va a estar bien, ya verán.—






The perfect omega [GUAPODUO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora