Mordí mi labio inferior con nerviosismo cuando tomé asiento en la parte lateral izquierda de la sala, justo al medio de las tres sillas. Cellbit se sentó a mi lado sin soltar mi mano en ningún momento, y el abogado al extremo más apegado al centro, listo para levantarse si se le presentaba la necesidad. Había visto tantas veces escenas como esa en películas o novelas, sin embargo, jamás me imaginé en alguna, ni pensé que en la actualidad estos juicios por tenencia continuaran existiendo.
—Si el mundo se rige por el alfa mandando a los betas y omegas ¿Cómo es que existen estas cosas?— Murmuré muy bajo. Cellbit me miró pero no me respondió, ambos esperamos pacientemente a que nuestro abogado nos quitara aquella duda. Missa me mostró una pequeña sonrisa, el juicio aún no empezaba, así que podíamos hablar entre murmullos que lográbamos entender con facilidad.
—Bueno, no eres el único que trata de cambiar el mundo, Roier.— El omega a mi lado asintió con orgullo, observando el portafolio que traía, con las pruebas a mi favor. —Si bien, como dices, es un mundo bastante inestable y poco demócrata, estos juicios, como muchos otros, empiezan a tener su pequeño espacio porque son más los omegas que luchan por obtener o porque se respeten sus derechos como persona.—
—¿En serio?—
—En serio.— Missa acomodó su corbata, suspirando melancólicamente. —Sin embargo, es el primero en el que me permiten formar parte como abogado defensor… Algunas personas son bastante inestables y aún no creen por completo en su capacidad, como un tono gris… Quiero decir, los omegas que luchan por sus derechos no les agrada la idea de un omega luchando a su lado por ello, es debido a esto que mayormente son los abogados alfas o betas enormes los contratados.—
—Por eso dijiste que era tu primera vez.— Suspiré. Entendía mejor el anhelo de Missa por ganar, más allá de nosotros, era su meta personal. —Pues.— Continué. —Cellbit y yo creemos que puedes devolvernos a Bobby, Missa.—
—Oye, tienes suficientes conocimientos hasta para ser juez, solo debes ir por ello.— Cellbit lo alentó, dándole una rápida mirada, antes de besar mi cien.
Fue entonces cuando escuché a las personas sentadas detrás de nosotros murmurar con más fuerza, porque sí, era un juicio abierto para todo público considerando el rumor que se extendió diciendo que el hijo de la dueña de L-Alfa estaba implicado en él. Muchas de sus palabras las entendía, pero no le tomaba la debida atención, no desde que vi a Natalan, Sammy y el alfa, que supuse era su abogado, entrando en la sala y sentándose justo al lado derecho de frente al tribunal. Natalan nos mandó una fanfarrona sonrisa y solo me quedé ahí, mirándolo con todo el desprecio que traía hacía aquel alfa.
La mano de Cellbit se tensó en contacto con la mía y voltee a mirarlo. Ambos alfas se mantenían la mirada, en una silenciosa contienda de poder. Lo noté y me interpuse, centrándome en mi alfa, quien al verme relajó sus facciones y suspiró, soltando un ligero gruñidito por lo bajo, sacándome una suave sonrisa.
—Buen alfa.— Dejé que mi nariz se roce con la de Cellbit en un tipo de beso esquimal, escuchando después a Missa hablar.
—Me sorprende su capacidad de controlarse, quiero decir, después de todo lo que me han contado, debe ser difícil.—
—Lo es.— Miré los ojos de mi alfa y acaricié sus cabellos; Cellbit se relajó ante mis mimos, casi ronroneando él cerró los ojos y sentí su felicidad ante mis acciones. —¿Qué puedo decir? Lo tengo amaestrado.— Bromee, logrando que él abra uno de sus ojos, arqueando una ceja sugestivamente.
—Omega idiota.—
—Alfa estúpido.— Sonreí y él hizo lo mismo. Tenía tantas ganas de besarlo, aunque no estaba seguro de si eso fuera lo correcto, así que solo volví a rozar mi nariz con la suya, justo unos segundos antes de que el juez aparezca.
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The perfect omega [GUAPODUO]
RomanceCuando eres la perfecta definición del omega imperfecto, pierdes todo pensamiento positivo de algún día encontrar al amor de tu vida. Roier tiene veinte años, un hijo de tres y un lazo roto debido a su ingenuidad, ¿Qué alfa querría encargarse de cor...