Parecía una escena de película de terror, el caos reinaba en este evento de la mansión de los Northwest, algunos estaban convertidos en madera mientras que otros eran acosados por los animales disecados que cobraban vida de la colección de la familia Northwest. Pacífica sabía lo que debía hacer para acabar con esa maldición, pero, a pesar de los ánimos de Dipper, le faltaba el coraje necesario para enfrentar a sus propios padres. En un acto de valentía, el castaño decidió desafiar al fantasma, pero sus esfuerzos fueron en vano y un grito desgarrador escapó de sus labios cuando su cuerpo comenzó a convertirse en madera.
Pacífica se encontraba frente a la palanca solo debía bajarla, una tarea aparentemente sencilla, pero su mano temblaba incapaz de realizar esa simple acción. El sonido insistente de la campana que agitaba su padre no lograba traer claridad a su mente turbulenta. Temores desbordaban en su ser, un revoltijo de pensamientos y sentimientos la aturdía: culpa, miedo, el sentido del deber, tristeza y un resquicio de ira, todos colisionaban en su mente. Era un torbellino de emociones que paralizaba cualquier acción de la joven rubia, dejándola atrapada en la inmovilidad, sin saber cómo desenredar aquel nudo de sentimientos y pensamientos abrumadores.
—No puedo... —pensó Pacífica —.no debo, es un error hacer esto ¿por qué debo desobedecer a mis padres?, nadie me ayudará al final... estoy sola en esto. —piensa la rubia alejando su mano de la palanca un poco.
La rubia respiraba agitadamente, sintiendo el peso abrumador de la indecisión. Buscaba desesperadamente una salida, una solución alternativa a esta grave situación. Su mirada errante se detuvo cuando volvió a encontrarse con la figura de Dipper, ahora petrificado en madera cuyo cuerpo reflejaba una expresión de puro terror, como si su última mirada suplicara un rescate que parecía imposible. Aquella imagen congelada en el tiempo se clavó como un cuchillo en el corazón de Pacífica, reforzando su sensación de impotencia y desesperación.
—Lo siento, Dipper... —murmuró en voz baja, retirando su mano de la palanca y con la cabeza baja.
El fantasma del leñador observaba cada gesto y palabra de la joven con atención, aunque ansiaba que se cumpliera su deseo, albergaba pocas expectativas de una Northwest. La esperanza persistía, pero sabía que depositar demasiada fe en alguien de esa familia era una pérdida de tiempo.
—Al final solo eres un eslabón más en la peor cadena del mundo —proclamó el fantasma con un tono lleno de venganza, a punto de desencadenar la transformación de la rubia en madera.
Sin embargo, su acción se detiene ante la declaración de la joven Northwest a quien le otorga el beneficio de la duda.
—¡No!, ¡No soy así! —gritó Pacífica, harta de escuchar esas palabras y desesperada por cambiar esa percepción que tienen de ella.
Con su mano en la palanca, la llave que abriría las puertas para permitir la entrada del pueblo a la mansión, Pacífica dio un breve vistazo a su padre, ignorando sus palabras y el insistente tintineo de la maldita campana que seguía agitando para detenerla. Con determinación, enfrentándose al fantasma, aferró con fuerza la palanca y dirigiéndole una mirada decidida, pronunció unas palabras desafiantes al espectro.
—Hay muchas cosas que arreglar en esta familia, ¡Y YO PIENSO REPARARLAS! —gritó la rubia con determinación en su voz mientras bajaba con fuerza la palanca.
Las puertas se abrieron y los pobladores, sorprendidos, no dudaron en aprovechar la oportunidad, sea un error o no, les daba igual, su único objetivo era llegar a la mansión y sumergirse en la fiesta más famosa de aquel pueblo misterioso.
La celebración estalló, todos disfrutaban de los exquisitos manjares preparados por chefs expertos, la música añadiendo un toque de distinción y alegría. Incluso el viejo McGucket se dejó llevar bailando sobre una mesa entre las risas y alegría de poder asistir a esta emblemática fiesta. El fantasma, observando la diversión de los pobladores, quedó impresionado por la acción de la más joven de la familia Northwest. Se acercó a ella con palabras de agradecimiento y retractándose de sus anteriores palabras pues no era como su familia, era mucho mejor que ellos al cumplir la promesa que hizo su tatarabuelo, se despidió, sintiendo que por fin se había hecho justicia y que su alma podía descansar en paz.
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Promesas cumplidas (Dipcifica)
RomanceTras concederle finalmente paz al Fantasma del Leñador en la mansión Northwest, Dipper descubre una nueva faceta de Pacífica, una versión más amigable y distinta a sus padres o ancestros, transformando la relación previa de odio entre ambos. Con la...