Promesas cumplidas (Dipcifica)

Capítulo 03: Luz de esperanza

La ansiedad la consumía; sin un reloj o algo que le dijera cuánto tiempo pasó desde que se fue Dipper, cada momento parecía una eternidad. Su mente le estaba jugando malas pasadas. ¿Cómo estará Dipper? ¿Le habrán hecho daño?, ¿¡Y si fue atrapado por el monstruo!? Estas preocupaciones la atormentaban mientras esperaba con impaciencia.

Los pensamientos que giraban en torno al bienestar de Dipper se convirtieron luego en incertidumbre. "¿Volverá?" fue el primer pensamiento que desencadenó una serie de inseguridades. Les molesté en lo que va del verano a él y a su hermana... no tendría razón para ayudarme, ¿verdad? Tal vez solo lo hizo por nuestro acuerdo previo, pero ahora... ¿por qué regresaría? Nada lo obliga a hacerlo... ¿Me habrá abandonado?...

Estas preocupaciones carcomían su mente, debilitándola mentalmente. Justo en medio de esta tormenta de pensamientos, el sonido de los seis golpes acordados irrumpió en su escondite, sin dudarlo, se apresuró a abrir la puerta. Al ver a Dipper, lo atrajo rápidamente hacia adentro, sintiendo un gran alivio al verlo allí. Era como si un peso se levantara de sus hombros al tenerlo de vuelta, cerrando la puerta tras ellos para asegurar su refugio.

Dipper cayó al piso por la fuerza de la rubia.

—Ay, gracias por la acogedora bienvenida —se quejó Dipper en tono burlón mientras notaba que Pacífica no le prestaba atención y seguía mirando la puerta. —.Mira, tengo este peluche, algo tenía que... —Su voz se desvaneció al sentir un abrazo repentino y poderoso, superando incluso los abrazos de su hermana Mabel.

Justo cuando estaba a punto de quejarse por la fuerza del abrazo, unas palabras cortaron su pensamiento.

la voz de la rubia resonó con un matiz de inseguridad que cortaba el silencio oscuro. —Llegué a temer que esa criatura te hubiera atrapado... —susurró, sus palabras se sentían como frágiles hojas. —Llegué a creer... que me habías abandonado... —su voz titubeante revelaba la incertidumbre que carcomía su alma.

Dipper, respondió al abrazo de Pacífica, sus manos acariciaron con suavidad la espalda de la rubia dando un gesto cargado de consuelo soltando unas palabras para calmarla —Tú misma lo dijiste... —susurró con voz suave pero firme, tratando de infundirle calma. —.Estamos los dos en esto. Hagamos lo que sea necesario para salir adelante, juntos —añadió, deseando que sus palabras lograrán tranquilizarla.

La rubia se aferró con fuerza a Dipper. Sus pensamientos eran un laberinto de emociones, entre el temor y el deseo de escapar de aquella oscuridad. Las palabras de Dipper trajeron un instante de calma a Pacífica, brindándole un breve respiro de esperanza, sin embargo, al notar que se sumergía en unos nuevos tipos de pensamientos trató de pensar en otras cosas. En un intento por enfocarse nuevamente en la tarea pendiente, se separó con rudeza de Dipper, y le preguntó ansiosa por saber qué descubrió en su arriesgado viaje.

En eso Dipper también salió de sus pensamientos y le comenzó a contar lo que realizó mostrándole el oso de peluche.

—A ver... suponiendo que esto sería como su espejo de plata deberíamos leer el conjuro y tratar de encerrarlo. —dijo con esperanza Dipper.

Dipper usa su diario y ubicando la página del conjuro comienza a recitarlo.

Fuerus malignus un brujus
escalofructusus espiritus
horrendus
cazus fantasmusus
¡¡¡SHAMALAAAAN!!!

Lastimosamente no hubo reacción a pesar de haber terminado el conjuro.

—Maldición era nuestra esperanza.

—¿No puedes encerrarlo en un espejo de plata?

—Ya lo intenté, pero algo extraño ocurrió... Mientras estaba dirigiéndome a la sala donde encontramos aquel peluche esa cosa me comenzó a perseguir, en medio de ello logré encontrar un espejo de plata y quise atraparlo, pero... solo una pequeña parte de aquella malformación quedó atrapada y el espejo comenzó a temblar, presintiendo lo peor lancé el espejo hacia su dirección y al cabo de pocos segundos explotó sobre él... —dice pensativo el castaño —.Bueno al menos me dio tiempo para retrasarlo y escapar.