Promesas cumplidas (Dipcifica)

Capítulo 04: Última opción

El monstruo estaba cerca de la entrada al pasillo donde ellos estaban. Dipper, que se escondía bajo una mesa, usó una cortina como una especie de cuerda para hacer tropezar al monstruo y hacer que cayera al suelo. Logró hacerlo, pero también fue arrastrado por la fuerza de la criatura y cayó junto a ella a pesar de eso, no perdió tiempo y le indicó a Pacífica que siguiera el plan acordado.

—Pacífica, hazlo —ordenó Dipper.

Pacífica empezó a leer las palabras del conjuro que estaba en el papel dentro del juguete que invocó al monstruo. Mientras ella leía en voz alta, el monstruo se desesperaba y trataba de levantarse para atacarla. Dipper, usando todas las botellas de agua bendita que tenía, debilitó al monstruo, pero en un intento desesperado por escapar, el monstruo golpeó fuertemente el suelo, creando una grieta que se extendía hacia donde estaba Pacífica, que seguía recitando el conjuro. Al darse cuenta de esto, Dipper corrió hacia Pacífica para intentar salvarla, pero ambos terminaron cayendo por el agujero formado por la fuerza del monstruo cayendo al primer piso de la mansión.

—Fallamos... —dijo Pacífica con pesar.

—Sí, pero esto aun no acaba aquí, es débil con las cosas benditas y este conjuro es la clave para deshacernos de esa cosa. No es tarde para rendirnos. —dice con seguridad

Pensando que estaban a salvo, esa sensación de seguridad se desvaneció cuando escucharon la malformación pronunciar el nombre de la rubia: "Pacífica". Desde el segundo piso, extendió lo que sería su brazo por la grieta que había hecho, tratando de alcanzarla. Esta inesperada revelación desconcertó a la rubia por unos instantes, obligándola a detenerse mientras el tono utilizado le resultaba sorprendentemente familiar, no obstante, Dipper la jaló rápidamente, consciente del peligro inminente.

Dipper extrañado por la repentina inacción de Pacífica le preguntó —¿Sabes que es esa cosa? —pregunta preocupado.

—No lo sé. No estoy segura, mi mente sigue nublada... —dice Pacífica confundida por la situación

—Comprendo, si recuerdas algo aunque sea mínimo dímelo tal vez nos de alguna pista —dijo dipper —Debemos hallar una mejor manera para retenerlo por más tiempo.

La rubia seguía sumida en sus pensamientos tratando de hallar el recuerdo de aquel ser. Estoy segura que lo conozco... o tal vez está usando su voz para hacerme caer en su trampa... Pero...  pensaba pacifica tratando con mucho esfuerzo recordar a quien pertenecía esa voz.

Los jóvenes se alejaron del lugar, dejando al demonio retorciéndose en un torbellino de sufrimiento. Pero el cambio abrupto de gritos desgarradores a carcajadas estridentes los persiguió, un eco maligno que se filtraba en cada rincón de su conciencia. Aunque creían haberse distanciado lo suficiente, la risa persistente del demonio los persiguió enviando escalofríos por sus espaldas y por instinto los obligó a correr.

El eco final resonó con un tono burlón: "Esto lo hace más divertido". La incertidumbre acerca de si el demonio simplemente jugaba con ellos o se regocijaba con su terror se apoderó de sus mentes. Lo único cierto era el inminente peligro: si eran capturados, su destino sería desgarrador y lleno de sufrimiento, una certeza que los sumió en un pánico paralizante.

Aquella masa les seguía el paso, no podían hacer mucho solo correr y esconderse, Dipper comparado con Pacífica era más débil en términos de resistencia pues esta practicaba varios deportes cosa que Dipper evitaba, esto le vendría en contra pues se estaba quedando atrás que si no fuera porque Pacífica lo estaba jalando al castaño no podría seguir su ritmo.

—Juro por dios que si salimos de esta haré ejercicio. —dijo el castaño con cansancio y su respiración agitada.

—¡No hables que no estás en las condiciones para hacerlo! —le regaña la rubia al ver el cansancio de Dipper.