Para llegar al cuarto de Pacifica, tuvieron que volver a la sala de fiesta y subir por las escaleras, ya que su habitación estaba en el segundo piso.
Dipper, a pesar de tener varias preguntas, se dejó llevar por la voluntad de Pacífica, quien lo jalaba como si todo cansancio hubiera desaparecido en ella.
Atravesaron los pasillos largos de aquella mansión. Dipper se sentía como si estuviera en un laberinto, incapaz de recordar el camino. Sin embargo, Pacífica lo guiaba con naturalidad. Era comprensible, considerando que ella había vivido en esa mansión durante años. La familiaridad de Pacífica con la mansión era evidente en cada paso que daba.
De pronto, Pacífica me avisó que ya estábamos cerca de su habitación. Aquellas palabras hicieron que Dipper se pusiera un poco tenso, ya que entrar a la habitación de otra persona no era algo a lo que estuviera acostumbrado. Recordó la primera vez que entró a la habitación de Wendy para ver una película. No pudo evitar sentirse emocionado, no solo por el interés romántico que tenía por ella, sino también porque sentía que había encontrado a alguien a quien considerar una amiga. Disfrutó mucho de ese día y ganó una mejor confianza con Wendy.
Dipper estaba sumergido en sus recuerdos hasta que escuchó "ya llegamos". Ya estaba frente a la puerta del cuarto de la rubia.
Al entrar, no creyó que fuera una habitación para una sola persona, ya que era sorprendentemente amplia; fácilmente podrían ocuparla cuatro personas. La cama era enorme, y la decoración lograba combinar modernidad con un toque nostálgico que te transportaba al pasado. Los muebles de madera hablaban de una calidad excepcional. Sin embargo, al echar un vistazo rápido, pude percibir los gustos de Pacifica en posters, muñecos y algunas decoraciones que revelaban que también era una chica de nuestra edad.
—No crees que es demasiado grande para una persona? —dice el castaño, observando la habitación de Pacifica.
La habitación, aunque era espaciosa, estaba llena de elementos que reflejaban la dualidad de la personalidad de Pacifica: la opulencia y el gusto por la moda, mezclados con elementos más simples y cotidianos.
Sin embargo, Pacífica no presto tanta atención a su comentario pues tenía cosas más importantes que hacer que apreciar su propio cuarto.
—Ay, cállate, Dipper, y ayúdame a atrancar esta puerta. -dice la rubia llevando algunas cosas.
Dipper se apresuró a cumplir lo que mandó la rubia, moviendo algunos muebles y colocándolos en la puerta para reforzarla. Al voltearse, vio que Pacifica estaba buscando algo en su armario.
—¿Qué buscas, Pacifica? -pregunta Dipper curioso, mientras continúa reforzando la puerta.
-Una caja, ahí hay más agua bendita y otras cosas más -dice la rubia rebuscando entre sus prendas con una expresión concentrada.
—¿Cómo tienes esas cosas? -pregunta Dipper, intrigado por los elementos que Pacífica guarda en su habitación.
Pacífica extrajo una caja de su armario, que, aunque también era enorme, parecía pequeña comparada con la cantidad de ropa que poseía la rubia.
—Cuando me enteré sobre la maldición el año pasado -comienza a contarle a Dipper la razón por la que tiene esas cosas- creía que podía encargarme yo sola, así que reuní todas estas cosas. Sin embargo, dejé ahí el tema pues mis padres aún no estaban seguros si era real esa maldición, y bueno, era verdad, pero lo solucionamos, ¿no? -dice Pacífica recordando los sucesos de esta noche-. Cumplí la promesa de mi ancestro... aunque ellos no lo hicieron... -susurra Pacífica para sí misma.
Pacífica comenzó a sacar lo que contenía, revelando varias botellas de agua bendita, algunos crucifijos, una biblia y... ¿ajo?
—¿Por qué el ajo? Era un espectro, no un vampiro —dice el castaño, tratando de contener la risa.
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Promesas cumplidas (Dipcifica)
RomanceTras concederle finalmente paz al Fantasma del Leñador en la mansión Northwest, Dipper descubre una nueva faceta de Pacífica, una versión más amigable y distinta a sus padres o ancestros, transformando la relación previa de odio entre ambos. Con la...