Capitulo 4 (Recuerdo parte 1)

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La primera vez que había visto a Aegon fue en casa de su abuelo Viserys, Jace era un pequeño niño de cinco años, el cual era demasiado inocente y dulce tanto que al ver al mayor, el pequeño niño corrió a los brazos de madre.

-Mami, mami- llamaba tirando de la falda de Nyra- Los dioses me recompensaron por ser un buen niño, como dijiste

Su madre lo miró confundida, no entendía bien a que refería su pequeño, sin embargo, éste señaló hacia el patio, donde la rubia pudo ver sentado en el suelo a un niño de unos nueve años que reconoció como uno de los cuatro niños que su padre Viserys y su nueva esposa Alicent habían adoptado unos años atrás.

-Mira, hay un ángel en la casa- decía el pequeño mientras señalaba a un pequeño de cabellos rubios que llevaba puesto una camisa blanca de mangas cortas y unos shorts de algodón negros.

Nyra volvió la mirada a su hijo un poco divertida y tomándolo en brazos, la rubia se dirigió con él hacia la sala, donde sentándose en un sofá puso al pequeño en su regazo y comenzó a explicarle.

-El "ángel" que está en el patio es un niño como tú, su nombre es Aegon- el pequeño la observaba con atención- Por lo que Alicent me dijo, él tiene nueve años, así que es mayor que tú, Aegon tiene tres hermanos más, una niña llamada Helaena y dos niños uno llamado Aemond y otro llamado Daeron, por el momento solo te diré esto, cuando seas mayor te contaré más cosas, así que ve a jugar con él y los demás niños, cariño- diciendo aquello la rubia bajó a su hijo y éste se dirigió al patio.

Pasando los años Jacaerys siguió igual de interesado en Aegon pero nunca lo había vuelto a llamar "ángel" delante de otros, ese sobrenombre solo quedó en su mente. El castaño pasaba la mayor cantidad de tiempo que podía con el rubio mayor y éste parecía encantado con la idea de tener al niño con él, enseñándole como hacerle bromas a Aemond y los lugares donde su madre escondía las galletas con chispas de chocolate que tanto les gustaban.

Cuando Jacaerys tenía diez años, su madre le había explicado que por un tiempo no podría estar cerca de Aegon, el niño no entendía bien el porqué su madre le había dicho aquello, poco tiempo después lo supo.

Aegon tenía catorce años y se había manifestado como omega, lamentablemente en el momento en que su celo había llegado estaba junto con su tutor solos en la casa, un universitario alpha, que lo ayudaba en matemáticas aunque el chico estaba muy débil por el celo, hizo uso de toda su fuerza disponible para resistirse y gritar por ayuda, por fortuna esa tarde Aemond no había tenido práctica de esgrima y volvió temprano a casa junto a Helaena, ambos chicos escucharon los gritos de su hermano, luego todo había sucedido muy rápido, terminando con un Aegon ensangrentado con su ropa rota llorando en brazos de sus hermanos, mientras éstos temblaban, Aemond también había resultado golpeado por defender a su hermano.

Jacaerys sabía que el tipo no había llegado a abusar de Aegon, al menos no de la forma en que se temía, pero si había dejado diversas heridas en el rubio, sin embargo el alpha había alegado que solo se dejó influenciar por el celo de Aegon, cosa que lo absolvió de todos los cargos. Rhaenyra nunca estuvo más furiosa en su vida, ella era una omega y consideraba una injusticia lo que había sucedido con su hermano.

Las vidas de los chicos continuaron pero Aegon ahora tenía temor de los alpha y Jace no pudo estar más mortificado cuando a los trece años de edad había comenzado a escuchar una voz diferente a la de él en su mente, esto había dado paso a su manifestación como alpha, el castaño había deseado con todas sus fuerzas ser un beta pero este mismo deseo no se había cumplido, debido al miedo por la reacción de Aegon al hecho de que él fuera un alpha, el menor se lo ocultó y comenzó a pasar cada vez menos tiempo con el omega mayor e incluso algunas veces había pedido a sus padres que si el mayor iba a su casa a buscarle, le dijeran que no estaba.

Fue una de esas tardes en que Harwin cansado de llevar una semana completa diciendo al omega que Jacaerys estaba en clases extra, mientras que él simplemente se escondía en su cuarto, se paró en su cuarto y mirándolo de forma seria, preguntó cuál era el problema entre él y Aegon.

-Él va a odiarme, soy un alpha, como el tipo que lo atacó- explicó Jace sintiendo que sus ojos comenzaban a arder por las lágrimas que se acumulaban.

-Jace...- llamó el castaño mayor- Yo soy un alpha dominante, eso es mucho peor que ser un alpha común, ¿Tú piensas que soy capaz de atacar a Aegon?- preguntó mirando al chico que a su vez lo miraba confundido.

-No, papá- respondió de manera firme- Sé que ni tú, ni Daemon, ni Laenor tocarían a Aegon.

-¿Tú lastimarías a Aegon? ¿Lo obligarías a hacer algo que él no quisiese?- preguntó mirando fijamente a su hijo, al ver que le chico movía su rostro de un lado a otro en forma de negativa, continuó- Hijo, un género no define que clase de persona eres- suspiró- No voy a mentirte, controlar tu instinto de alpha teniendo un omega en celo frente a ti es muy difícil pero no imposible, la elección es de cada persona luchar contra esos instintos o dejarte llevar como un animal.

Jacaerys nunca se había puesto a pensar en esto, solo había visto el lado malo de ser alpha, ahora podía ver que con su género podía ayudar a Aegon, mostrarle que todos los alpha no eran bestias que se dejaban llevar por sus bajos instintos. Agradeció a su padre por ayudarlo a ver esto y saliendo casi corriendo de su casa, se dirigió a la casa de Aegon.

La puerta de la casa fue abierta por Alicent, la esposa de su abuelo que tenía pinceles en una de sus manos y la cara manchada con acuarelas, detrás de ella se encontraba un pequeño Daeron en las mismas condiciones, que al preguntar por el omega, la mujer le indicó que estaba en su cuarto, pidiendo permiso subió por las escaleras, al llegar frente a la puerta del cuarto del rubio sintió sus piernas temblar un poco, golpeó suavemente la madera y al escuchar la dulce voz del chico indicarle que podía entrar, lo hizo.

-Aemond todavía no termino con el libro que te pedí, cuando lo acabe...- las palabras se habían atascado en la garganta del rubio cuando girándose pudo ver al castaño en la puerta de su cuarto- Jace...- susurró el chico que se encontraba en su escritorio con varios cuadernos y libros esparcidos sobre éste- Lo... lo siento... estaba estudiando- se apresuró a cerrar los libros y quitarse los lentes de lectura que recientemente había comenzado a usar.

Jace se había mantenido en silencio pues cuando vio a Aegon todo en su mente dejó de funcionar, el no sabía que estaba pasando, solo podía concentrarse en Aegon y dulce olor fresas, pensó que tal vez esto era debido a su lado alpha.

-"Dulce... Delicioso... Mío... Omega... Mío"- las palabras habían comenzado como un susurro en su mente.

-¿Sucede algo?- preguntó de una forma tímida el omega pues al parecer había pasado mucho tiempo en silencio.

-Quisiera hablar contigo...- exclamó el castaño, el omega poniéndose de pie se dirigió a su cama y sentándose en el borde, hizo una señal para que él tomara asiento a su lado, el castaño no dudó- Veras, sé que estos últimos meses me he comportado de forma poco racional y sé que tal vez estás molesto conmigo

-Jacaerys yo...- el rubio quiso decir algo pero el menor lo calló

-Hay algo que no te he dicho- el chico tomó varias respiraciones antes de decir aquello- Soy... soy...

-¿Eres...? -preguntó Aegon tomando su mano y dándole un suave apretón, alentando al menor- Jace lo que sea que esté pasando, está bien, puedes confiar en mí.

-Hace unos meses comencé a oír una voz en mi mente- comenzó diciendo, Jace puso su mirada fija en el suelo, no quería ver la expresión de Aegon- pensé que me estaba volviendo loco, pero al hablar con mis padres, me explicaron que esa voz era mi alpha interno, a los pocos días me manifesté- el castaño sintió la mano del omega tensarse- Soy un alpha- soltó sin más.

Jacaerys cerró los ojos al sentir la pérdida del contacto con el omega, pues éste lo había soltado, lo había dicho y él sabía que había una posibilidad de que Aegon ya no quisiera volver a tratar con él pero se negaba a seguir en esta situación, luego de hablar con su padre había entendido muchas cosas.

DeberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora