Capitulo 11

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Sara miraba su reflejo en el espejo de su habitación mientras practicaba su sonrisa, aquella que daría durante todo el maldito día que se encontraba en compañía de Rhaenys, tenía que aparentar ser una mujer madura, educada y refinada, toda una dama. Sus ojos se llenaron de lágrimas por unos segundos, nada de eso era lo que quería, no quería estar comprometida con Jacaerys Velaryon, ella no lo amaba y sabía que él tampoco la amaba.

Su corazón pertenecía a otra persona, a un joven guardaespaldas beta de la gran casa Stark, un amor imposible pues su madre quién era una de las "consortes" del segundo hijo de la familia, le había metido en su mente que era su deber darle el título de "Señora". Sara recordaba como apenas siendo una pequeña niña de once años, su madre comenzó a enseñarle como usar sus encantos para hacer que su padre le concediera ciertos privilegios a ambas.

"Eres mi hija, debes honrarme y sacarme de este lugar, tienes que hacer que tu padre me dé un lugar en la casa grande" aquellas habían sido las palabras de su madre hacía ella, cuando apenas tenía trece años y se diferenció como omega.

Como si se trata del siglo pasado, la casa Stark permitía tener varias consortes a cada hijo e hija alpha pero solo podían elegir a un solo omega para darles el título de "Señora Stark", solo aquellos con ese título podían vivir en la casa grande, los consortes debían vivir en un edificio apartado de la casa donde eran visitados por los alpha, a los niños nacidos de éstos se les llevaba a la casa grande una vez nacidos y si la señora lo permitía permanecían en el lugar, caso contrario eran devueltos con sus madres o padres omegas.

La morena había tenido suerte y la esposa de su padre le permitió permanecer en la casa grande y recibir educación como una Stark pero jamás le permitió abandonar el apellido Snow.

"Esa es la marca de los bastardos, no importa que tanta educación te demos, eres solo una bastarda que cuenta con apoyo, no lo olvides eres una Snow, no una Stark" las palabras de la mujer se le habían quedado grabadas en la mente para siempre.

Habían sido años duros, donde solo Cregan había sido su apoyo incondicional, el alpha la trataba con el mismo respeto y cariño que a un familiar legitimo, siempre la hacía sentir especial y había sido él quién le había presentado a ese joven beta que sería el encargado de su seguridad luego de diferenciarse como omega.

En un principio se habían llevado terrible, Sara odiaba todo aquello, ser tratada como una princesa en público para luego ser menospreciada y humillada por la esposa de su padre en privado, su progenitor no era mejor que su esposa, había estado presente en muchas de las ocasiones donde la mujer no había dejado de ofenderla y aún así no había movido un dedo por defenderla, el único que lo hacía era su tío Rickon y eso la joven lo agradecía pero terminaba descargando su furia con el joven beta quién oía todos sus desplantes con calma, la Snow odiaba aquello pero con el tiempo se había acostumbrado, él se había vuelto su confidente, la había abrazado y secado sus lagrimas con increíble ternura las veces que ella no soportaba la situación de sus padres, él había su primer beso y el primero en despertar su deseo de omega. Sin embargo, su sueño de amor no duró mucho.

Al cumplir dieciocho años, su madre puso enfrente de ella un anillo de compromiso, anunciando que ahora estaba comprometida con un joven alpha, Jacaerys Velaryon, el nieto del acaudalado Corlys Velaryon, la sangre abandonó el rostro de Sara quién rompió en llanto suplicando a su madre que rompiera ese compromiso, en respuesta solo recibió una bofetada que le dejó un hilo de sangre en la comisura de su boca.

-Madre... por favor...- pidió entre sollozos

-Durante años espere una oportunidad para demostrarle al viejo Stark que soy alguien útil, que puedo cumplir mi papel como una dama Stark- exclamó la vieja mujer- Esta ocasión es perfecta, tú debes cumplir con tu deber, debes darme un lugar en esa casa.

-Pero yo no lo amo, ni siquiera conozco a ese hombre- el llanto apenas le permitía hablar.

-No es necesario amar, solo deberás cumplir con tu deber como esposa- aclaró- ¿No quieres ser una buena hija? ¿No quieres ayudar a tu madre a tener una mejor posición?- preguntó de forma cálida tomando entre sus manos el rostro de la joven.

-S... sí, madre...- contestó en un susurro.

-Entonces sé una buena niña y cumple con tu deber- exclamó alejándola con un suave empujón.

Su padre al parecer había oído rumores de ella y el joven guardaespaldas pues luego de unos días, Sara fue confinada a un ala de la casa Stark y el joven beta fue despedido, aquello fue devastador para la chica, solo se le permitió salir en compañía de su padre y la esposa de éste para la fiesta de compromiso. Cregan fue el encargado de presentarle a su ahora prometido y al verlo pudo notar la misma mirada de ella reflejada en los ojos de aquel muchacho, él también había perdido un amor, se preguntó si él también estaba siendo forzado pero no quiso formular la pregunta en voz alta.

El castaño había observado su brazo con preocupación pues al momento de subir al escenario para hablar había visto que éste estaba rojo, ella no iba a mencionar que aquello había sido obra de la esposa de su padre, que le había estado pellizcando durante toda la fiesta para forzarla a sonreír a todos los colegas de ambas empresas. Durante el saludo en el escenario pudo notar que escondido entre la multitud su amor, su joven caballero beta estaba allí, observándola con el corazón roto, quería bajar del escenario, quería correr hacía él y dejar toda esa farsa pero su cuerpo se congeló cuando su padre la observó haciéndola recordar las palabras de su madre, debía ser una buena hija, debía cumplir con su deber y sacar a su madre de ese lugar, cubrió su corazón de frío acero y continuó su acto junto a ese castaño, quién había descubierto era una persona agradable pero no la persona que ella amaba.

Fue en esa misma fiesta de compromiso donde Joffrey, uno de los hermanos de su ahora prometido, hizo un escándalo donde le reclamó haber separado a su hermano de su omega, se sintió furiosa, ella no era la culpable si debía decir la verdad, ella era la más interesada en acabar con aquello, su enojo con el castaño menor fue intenso, al parecer todos allí pensaban que era su culpa.

Ahora tres años después, la situación no había cambiado mucho, Jace era un caballero con ella pero no la tocaba de forma intima, y ella en secreto lo agradecía, jamás se lo había dicho a nadie pero a veces en soledad recordaba su historia con su guardaespaldas y lloraba de forma amarga. Su madre solo la llamaba para confirmar que había puesto una fecha a su boda, Sara la evadía diciendo que Jacaerys no quería hablar de eso aún, sabiendo que los Stark no eran lo suficientemente tontos para presionar un matrimonio.

Una tarde donde Rhaenys había olvidado darle unos documentos a su esposo, le había pedido a Sara que se los llevara por ella, durante todo el trayecto ella iba distraída, tanto que no notó que Corlys estaba en una reunión con otro hombre, pensando que no debía interrumpir se quedó a un lado de la puerta que estaba entreabierta.

-No, mi nieto no lo sabe- exclamó quién reconocía como la voz del Velaryon mayor.

-¿No deberías decirle?- preguntó la otra voz- Son dos niños, bueno un niño y una niña- exclamó

La risa de Corlys fue audible- Mi nieto jamás debe saber eso, los Targaryen deben creer que es Jacaerys quién no quiere saber de esos niños.

Sara hubiera querido escuchar más sobre aquello pero la tonta secretaria de Corlys le había hablado en voz alta y tuvo que fingir frente al hombre mayor para no ser descubierta, mientras caminaba de regreso a su lugar de trabajo con Rhaenys, luego de ser interrogada hasta el cansancio por Corlys y asegurarle que nada había escuchado, comenzó a debatirse que debía hacer con esa nueva información, tal vez aquello seria la llave de su salida de todo eso.

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⏰ Última actualización: Nov 24, 2023 ⏰

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