Rueda mi mente

Capítulo 2

Casi no te conozco y no te dejo de pensar

Pasé la noche pensando en si enviarle una disculpa o no. No me arrepentía de lo que había dicho, para nada. Pero sí por haberlo llamarlo estúpido. Realmente Zee no era estúpido y, aparentemente, sí era un tipo genuino. ¿Quién lo diría? Una parte de mí aún quería pensar que era un tipo frívolo que sólo salía con super modelos y que no tenía nada que ver con el personaje que había interpretado en Disney, pero... al parecer, yo estaba algo equivocado.

Siendo justo, tal vez Zee era un buen tipo, y, como todo el mundo, sólo se sentía atraído por las cosas bonitas, no podía culparlo por ello.

Teniendo eso en mente, me decidí a enviarle una disculpa. No por lo que había dicho, pero sí por llamarlo estúpido. Creo que era lo más justo.

@UnWeasleymás: Oye, lamento haberte llamado estúpido ayer. Sólo quería enfatizar mi punto sobre lo horrible que es tener que estar sujeto a tallas y estereotipos. Y, en mi defensa diré, que realmente no creí que tú le respondieras a las personas que te escriben. O sea, tú, el real tú.

Lo leí varias veces y sentí que era más que suficiente y salí de la cama en un movimiento brusco. Esperé veinte largos minutos por una respuesta que nunca llegó. Zee era famoso como para estar muy pendiente de sus redes sociales y, lo más seguro, después de mi desplante de anoche, no debía querer saber mucho de mí. Suspiré, me había disculpado, eso era todo y no necesitaba más que eso para sentirme mejor. Ya era cosa suya si leía o no mi mensaje.

Me decidí por empezar el día con un baño en la tina. Necesitaba refrescarme y relajarme oliendo a lavanda y olvidarme que había llamado "ridículas" a las deliciosas abdominales de Zee Pruk. Me hundí en la tina... sí, definitivamente sólo a mí me pasan estás cosas. Pude haberle escrito una carta digna de un niño enamorado a los trece años, pero el jodido Zee Pruk jamás leería eso... Ah, ¿pero qué tal un pequeño y breve mensaje donde lo insultaba, eso sí que lo leyó. Genial, simplemente genial.

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Me las arreglé para estar ocupado en mi habitación la mitad del día, pero a la hora de la comida no tuve de otra que unirme en la mesa con la familia; para mi tranquilidad, eso sólo se resumió a mi mamá y yo, pero con ella tenía suficiente para estar alerta. Me comí mi sopa de verduras como buen niño y la tonta ensalada de acelgas y queso panela, todo con adecuadas porciones y masticando lentamente para no despertar al ojo de Sauron; es decir, mi madre.

Estaba a la mitad de mi porción de proteína magra cuando escuché que mi mamá ponía los cubiertos en el plato y me miraba.

-Tu padre y tu hermano te estuvieron esperando hoy en el gimnasio por la mañana, ―intenté no hacer ninguna mueca me limité a asentir al escuchar sus palabras. ― Tienes que ponerte en forma, hijo.

Dios, odiaba esas imposiciones. Durante toda mi adolescencia me limité a seguir lo que me decían. Tratamiento tras tratamiento, dieta tras dieta. En algún punto entendí que nunca sería suficiente para mi familia. Ellos siempre tendrían una imagen mental de lo que debería ser, pero realmente nunca sería.

―Mamá..., ―no quería pelear, realmente no quería y esto empezaba a acercarse asombrosamente a una pelea... y de las feas.

―Sólo una hora al día, NuNew, ―sugirió ella. Parecía que mi propia madre no recordaba en absoluto que, la última vez que hice el acto de macho en el gimnasio, terminé con una tendinitis que me dejó en cama dos días.

―Es que no puedo, mamá, ―dije lo más tranquilo posible y la mirada de escopeta que me lanzó me hizo pensar más rápido. ―Ally y yo estamos en el programa de Rotary en el club junior. Estamos haciendo actividades en el campamento todas las vacaciones, ―acababa de soltar la peor mentira del mundo.