Epílogo

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Había algo bastante agradable en el hecho de ver dos hermosos cuerpos masculinos bañados por la luz natural del sol. Bueno, claro, más si uno de esos dos cuerpos correspondía a tu novio.

El título aún se me hacía extraño pero ahí estaba yo, tumbado en un camastro a lado de una enorme piscina cubierta por el domo transparente que filtraba los rayos UV, viendo fijamente hacia Zee que hablaba animadamente con Max mientras le ayudaba a hacer los cócteles para los cuatro.

Teníamos más de tres meses de relación y no dejaba de sorprenderme lo increíblemente atractivo que es Zee. Sus largas piernas, estilizadas, fuertes, dignas de un bailarín, esos dos gloriosos músculos que eran sus nalgas que básicamente invitaban a la definición de perfección. Su torso era fuerte también, acompañado de esos brazos torneados y decorados con la tinta que dibujaba estrellas y la constelación de Orión. Ah, como me encantaba pasar mis manos por ella.

Y, claro, eso solo era por detrás porque de frente, todo eso se acompañaba con unas abdominales ridículamente perfectas y un rostro precioso que solo era enmarcado con esa barba de tres días que le encantaba usar y pelo desordenado.

Así que, todo eso me estaba comiendo. Bueno, no del todo. Y en ocasiones me odiaba por eso.

—¿Ya terminaste de comértelo con la mirada? —Me giré para ver a Ally que había dejado caer los lentes oscuros hasta la punta de su nariz y también veía hacia la misma dirección que yo.

—Imposible no terminar con él —Ally rió acomodándose en el camastro de mi lado izquierdo y también mirando hacia ellos.

Era obvio que Max y ella tenían un chispazo de algo pero Ally se estaba resistiendo. Siendo honesto, yo también me resistiría, Max podía ser guapo como Lucifer pero se le notaba a kilómetros que le encantaba más el juego que conseguir algo en serio.

Ally sonrió coqueta y yo no tuve que voltear para saber que Zee y Max venían hacia nosotros. Zee me besó suavemente y medió el martini de manzana. Le di un sorbo bebiéndome por completo la imagen de ese hombre. Dios, es precioso.

—¿Bueno? —Me preguntó sentándose a mi lado derecho.

—Buenísimo —me refería un poco más a él que al martini, si debía ser honesto.

Zee me dedicó una bonita sonrisa y luego bebió algo de su copa con vino. Max empezó a liderar la conversación. Era bastante interesante ver a Zee y él interactuando. Realmente era los mejores amigos aunque fueran diametralmente opuestos. Max resultaba bastante frívolo e irónico mientras Zee era toda luz y humildad.

Aunque no dejaba de ser algo impresionante la forma en la que los dos hablaban de su cena con Harry, refiriéndose a Harry Styles o de algún evento con Guillermo del Toro como si fuera lo más normal del mundo.

Zee me abrazó por los hombros y sentí la palma de su mano deslizándose lentamente por mi brazo. Ese gesto me despertó por completo. Dios, me encantaba. Quería que Max y Ally desaparecieran para poder saciar esa nueva oleada de deseo. Pero... tocarle significaba que él también quisiera tocarme y eso realmente no estaba mal en lo más mínimo, sólo que, a excepción de la primera vez, no había podido dejar que Zee me volviera a desnudar.

Por supuesto que habíamos tenido más intimidad. Trabajos manuales, corridas en lo profundo de su garganta y él sobre mí. Pero, cuando sus manos avanzaban sobre mi camiseta, era casi instintivo quitarme. Sabía que era una tontería, él ya me había visto desnudo y yo había comprobado la llama de su excitación, pero, aún así... no soportaba la idea de que viera mis miles de lonjas, las estrías por la piel estirada y todas esas cosas que justificaban que mis hermanos me dijeran, bueno, lo que me decían.

Rueda mi menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora