II. Rumores

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A la mañana siguiente me preparaba para ir al colegio

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A la mañana siguiente me preparaba para ir al colegio.

Cuando salí de la habitación, Ashley ya se había ido al instituto por lo que yo me tendría que ir sola el primer día. Era marzo, la mitad del semestre pero yo tendría que iniciar desde cero en mi nueva vida.

El trayecto de la casa al colegio era más o menos de quince minutos.

El edificio se hallaba, como casi todo lo demás en el pueblo, junto a la carretera. No resultaba obvio que fuera una escuela, sólo me detuve gracias al cartel que indicaba que se trataba del instituto de Forks. Se parecía a un conjunto de esas casas de intercambio en época de vacaciones construidas con ladrillos de color granate.

Había tantos árboles y arbustos que a primera vista no podía verlo en su totalidad. ¿Dónde estaba el ambiente de un instituto?, me pregunté con nostalgia. ¿Dónde
estaban las alambradas y los detectores de metales?

De mala gana salí del bus  y recorrí un sendero de piedra flanqueado por setos oscuros. Respiré hondo antes de abrir la puerta.

En el interior había más luz y se estaba más caliente de lo que esperaba.

La oficina era pequeña: una salita de espera con sillas plegables acolchadas, una basta alfombra con motas
anaranjadas, noticias y premios pegados sin orden ni concierto en las paredes y un gran reloj
que hacía "tictac" de forma ostensible. Las plantas crecían por doquier en sus macetas de
plástico, por si no hubiera suficiente vegetación fuera.

Un mostrador alargado dividía la habitación en dos, con cestas metálicas llenas de
papeles sobre la encimera y anuncios de colores chillones pegados en el frontal. Detrás del
mostrador había tres escritorios. Una pelirroja regordeta con gafas se sentaba en uno de ellos.

La mujer pelirroja alzó la vista.

—¿Te puedo ayudar en algo?

—Soy María Miller —le informé, y de inmediato advertí en su mirada un atisbo de
reconocimiento.

—Por supuesto —dijo.
Rebuscó entre los documentos precariamente apilados hasta encontrar los que buscaba.

—Precisamente aquí tengo el horario de tus clases y un plano de la escuela.

Trajo varias cuartillas al mostrador para enseñármelas. Repasó todas mis clases y marcó
el camino más idóneo para cada una en el plano; luego, me entregó el comprobante de
asistencia para que lo firmara cada profesor y se lo devolviera al finalizar las clases. Me
dedicó una sonrisa y me dijo que esperaba que me gustara Forks.

Le devolví la sonrisa más convincente posible. Salí de la oficina y me dirigí hasta el edificio donde estaban las aulas.

Caminando por los pasillos podía sentir la mirada de todas las personas e incluso murmuraban algo mientras pasaba. Cuando sonó el zumbido casi nasal del timbre, me apresuré a entrar al aula. Entregué el comprobante al profesor, un hombre alto y calvo al que la placa que
descansaba sobre su escritorio lo identificaba como Sr. Masón.
Me envió a un pupitre vacío al
fondo de la clase sin presentarme al resto de los compañeros. A éstos les resultaba difícil
mirarme al estar sentada en la última fila, pero se las arreglaron para conseguirlo.

Mantuve la vista clavada en la lista de lecturas que me había entregado el profeso. Así continuaron mis demas clases, manteniendome en silencio, entregando trabajos y sentandome hasta el final de las filas tratando de no prestarle atención a lo que decían de mi.

Al llegar la hora de receso, fuí a la cafetería, cuando entre noté como me miraban y murmuraban algo.

—Mira, es ella. La chica de la que hablaba Ashley. —escuche hablar a una de las chicas que se habían sentado cerca de la mesa donde me sentaba —dicen que ella misma asesinó a sus padres y que ahora vive de arrimada en casa de ella.

—¿Cómo puede ser posible? Si fuera así debería de estar en un reclusorio, no sentada aquí. —dijo otra burlándose.

¿Qué Ashley qué? Todo mi cuerpo se tensó cuando escuché lo que decían. Cómo... cómo podía andar por ahí diciendo esas cosas de mí... de mis padres.

Quise levantarme en ese momento y decirles que cerrarán la boca pero en su lugar me levanté de la mesa y salí de la cafetería. Fuí al aula por mi bolsa y salí de la escuela para tomar un autobús de regreso a casa.

Al llegar, no había nadie en casa. Me dirigí directamente a mi habitación donde me lancé sobre el colchón y empecé a llorar. ¿Cómo podía decir eso? que me dijeran lo que quisieran a mí pero que no metieran a mis padres en esto. Todo lo que tuve fue gracias a ellos y me dieron todo el amor que podían en su momento. Pero ésto no se iba a quedar así, me escucharía cuando llegara.

Luego de unas horas se escuchó que alguien entro a la casa, entonces me levanté y salí del cuarto. Al ver qué era Ashley, fui hasta donde estaba.

—Deja de estar diciendo estupideces a las personas —le grité —Nadie te ha dado el derecho de meterte en mi vida.

—Pero es la verdad, solo estás de arrimada en ésta casa. Tu madre solo era un estorbo para nosotras, nos urgía que Antony la dejara para que se quedara con mi madre. Pero que se muriera resultó mejor de lo que esperábamos.

En la casa solo se escuchó el sonido de la cachetada que le dí.

—No vuelvas hablar de mi madre. No tienes ningún derecho de hacerlo.

En eso se abrió la puerta dejando ver a Meredith. La peliroja corrió a su encuentro y le contó sobre lo que había pasado y entonces la mujer se acercó, no me dí cuenta de su intención hasta que me tomó por el cabello y me llevo jalando hasta mi habitación donde me lanzó contra el suelo.

—El día de hoy te quedarás sin comer y cenar. Espero que puedas reflexionar sobre lo que le hiciste a mi hija. —antes de que pudiera correr a la puerta, la cerró y le puso llave por fuera.

¿Qué iba hacer ahora? No tenía a nadie que se preocupara por mi, tenía que largarme de ésta casa y luego ¿a dónde iba a ir? Si no tenía nada de dinero conmigo, antes de eso necesitaba buscar un trabajo.

TWILIGHT✨: Alice x Jasper x María Donde viven las historias. Descúbrelo ahora