𝗱𝗮𝗻𝗱𝗲𝗹𝗶𝗼𝗻𝘀 ; bran stark

6: Cocodrilos

El galope de un caballo era lo único que Kristha podía percibir, desde su posición no veía nada, pues aún la retenían con una tela por encima.
Tampoco se atrevía a pronunciar palabra.
No conocía de nada a los hombres que se la habían llevado, solo sabía que trataron de asesinar a Bran e hirieron a Catelyn.

La posibilidad de que hubieran arrasado con toda Invernalia y acabado con el pequeño Stark invadía a Kristha de temor; no tenía ni idea de cómo, pero en menos de dos días, toda su vida se había vuelto un desastre.

No escuchaba más que el relinchar de los caballos y algún que otro murmullo entre aquellos hombres. Y así fue hasta varias horas después.

Kristha estuvo apunto de caer dormida cuando los galopes cesaron y uno de los desconocidos la agarró, para su sorpresa, de manera suave y cuidadosa.
Por fin pudo ver lo que ocurría a su al rededor, tratando de acostumbrar la mirada a la luz de la Luna; Se encontraban sobre un enorme puente, lleno de enredaderas y más verdes, construido sobre un lago que parecía tener más profundidad que el mar mismo.

Quiso preguntar miles de cosas pero no fue capaz, estaba paralizada. ¿Dónde la habían llevado? ¿Y por qué todo esto le resultaba tan... familiar?
El mismo tipo que la había ayudado a bajar le dio un empujoncito para señalarle que caminara hacia el portón de madera enfrente suyo. Así hizo.
Al acercarse vio que tenía hojas y otros símbolos tallados, parecía muy valioso.

Se abrieron las puertas hacia un salón, y siguieron avanzando. Un hombre, una chica alta y un chico rubio les esperaban en el vestíbulo de dicho lugar.

—Kristha... —comenzó a decir el señor. La niña miró hacia atrás, los hombres de los caballos se habían esfumado. No sabía como reaccionar o qué hacer— Cuánto tiempo, mi niña.
Ella lo miró asustada.
—No se acuerda de nosotros, papá. —Susurró la chica alta. Su pelo era rizado y castaño, y mantenía una expresión preocupada ante la situación.
—Será mejor que descanse un poco— Dijo el chico rubio. En sus ojos hazel se reflejaba una nostalgia que Kristha juraba haber visto antes.

Entonces lo recordó.
Eran su familia.
Se sentó en el suelo de la estancia, frío y duro, pero reconfortante de alguna forma, y se hechó a llorar.