Capítulo III

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La casa de Radel era más o menos grande, la puerta principal daba a la pequeña salita que tenía un televisor de los años 80's, un sofá-cama y uno que otro florero.

A la derecha de la sala de abría un gran pasillo y con él la cocina

La cocina almacenaba trastos sucios, desechos del día anterior, hasta ví una que otra cucaracha jugueteando en la basura.

Rápidamente la pasé y me dirigí al epicentro de la música: el cuarto de Radel.

La puerta de el cuarto estaba entrecerrada, así que lentamente la abrí y Dios mío...

-¡Radel-Grité y me tapé la boca.

Radel reaccionó a mi grito y bajo el volumen del estéreo.

-¿QUÉ HACES AQUÍ?-preguntó Radel con cara de pocos amigos

Radel llevaba la ropa del día de la discusión, daba la impresión que no había tocado el jabón. Pero no fue por eso que grité.

Pareciese que Radel bajó 3 kilos en pocos días, tenía la cara sucia, el cabello enmarañado y manchado con pintura.

-Radel... yo... quería-titubeé impresionada-. Quería saber de ti.

-¡PERO, OH DIOS MÍO! ¿Qué te pasó?-pregunté acercándome a él.

-¡NO.ME.TOQUES!-exclamó dando pasos hacia atrás. ¿NO VE ME VES? ¡ESTOY OBESO!

-¿Qué te pasa Radel?-pregunté asustada-. ¿Obeso?

-DEJAME-respondió Radel.-ESTOY OBESO.

Su rostro estaba totalmente demacrado y ni hablar de su cuerpo: totalmente raquítico.

-Radel, perdón si te herí, pero por favor permíteme ayudarte ¿Qué tienes?-respondí exaltada.

-¡QUÉ ESTOY BIEN!-gritó Radel a todo pulmón-. ¡LARGATE, ESTÚPIDA MUNDANA!

-Radel-dije casi llorando-. ¿QÚE...

No me dejó y responder y seguido me tiró todo lo que encontró a su paso; agarro los botes de pintura y me los tiró, bañándome toda de pintura.

-¡VETE A LA MIERDA!-grité llorando

¡MI CABELLLO! ¡OH, DIOS!

Inmediatamente salí de la casa llorando enfurecida por Radel.

Estúpido insensible... Y por un instante creí entender lo que le pasaba a Radel.

No pensé no puede tener eso, no.

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