ADELANTO HOT

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YURA SONOMI

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YURA SONOMI

Yura no lo escucho, ni siquiera lo olió en el aire, pero pudo sentirlo, una presencia como la de Alexander Knight era imposible de no notar una vez queda impresa en tu memoria. Yura alzó la mirada y confirmó su presencia al ver su amplio reflejo en el cristal del ventanal frente a ella.

Así, translúcido y a la distancia, parecía un fantasma vigilando su proceder, un ángel cuidando sus pasos.

Se dio la vuelta y lo encontró ahí, en el umbral del baño, su altura casi tocando el marco superior, sus hombros rozando el con los laterales, vistiendo una bata blanca. Yura sonrió, era curioso ver a un hombre tan peligroso vestir algo tan suave y cotidiano como una afelpada bata de baño.

El hombre caminó hacia ella, su mirada café fija en la suya. A pesar de su amplia anatomía, sus pasos descalzos apenas emitían sonido sobre la alfombra.

Se detuvo dejando un paso de distancia entre sus cuerpos. Desde tan cerca, Yura podía divisar con claridad cada vello componiendo su barba negra, más abajo podía ver el terciopelo de su bata, el triángulo de piel que dejaba a la vista en su pecho y el vello cubriéndola, como carbón espolvoreado sobre nieve.

Sin necesitar o pedir permiso, ella pasó su mano por encima de su esternón, el cosquilleo en sus palmas envió escalofríos por su brazo que se convirtieron en electricidad que finalmente se terminó disolviendo por el resto de su cuerpo.

—Tienes manos suaves —Alex comentó por lo bajo. No como un cumplido, sino como una observación.

La mano de Yura bajó más, abriendo un poco la bata hasta su ombligo donde se reveló más vello que guiaba un camino hacia abajo.

La mirada de Alex, metódica e intensa seguía el paso de su mano, mirando los lugares donde palpaba y prediciendo los que estaba por tocar.

Yura tragó saliva.

—Quiero...

Alex inclinó la cabeza hacia un lado.

—¿Quieres...?

Sintió calor despertando bajo la piel de sus mejillas.

Se mordió el labio inferior esperando contener sus ganas detrás de sus dientes, conservar decoro y prudencia, dos cosas que le resultaban imposibles teniendo a Alexander tan cerca.

Los labios de Alexander descendieron desde las alturas, como un dios bajando del cielo para conceder cualquier deseo a sus súbditos más fieles.

—Pide y se te concederá.

Ella alzó la mirada y tragó saliva antes de hablar.

—Quítatela.

Pudo ver la esquina de su labio vibrar, por un instante, casi lo vio esbozar una sonrisa.

KNIGHT (18 +)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora