5. Anhelo

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La joven rubia corrió por el bulevar con lágrimas en los ojos, no estaba triste mas sin embargo el enojo de la mañana aún no se iba de su cuerpo.

Creía que el joven Azael era más agradable que la primera vez que lo conoció, pero pronto sintió amargura por su comportamiento antipático.

Sabía que su imagen no era la ideal, no solía fijarse en su apariencia ya que estaba más concentrada estudiando y aprendiendo; su madre era la encargada de organizar su guardarropas y dar consejos sobre cómo arreglarse.

Pero nunca creyó verse mal, tal vez su imagen era la de una señorita de casa muy femenina que no mueve ni un solo dedo, tal como preferiría su madre, lo que necesitaba ahora era una imagen más adulta pero no glamourosa.

Mientras pensaba en aquello rápidamente llegó a casa, era temprano para dormir así que solo se encerró en su habitación.  Mientras se cambiaba de ropa miro un par de tijeras plateadas que estaban en su baño, las observo por mucho tiempo con duda, las tomó lentamente sintiendo el frío metal de estas mismas; le daba miedo pero su corazón acelerado no la dejaba pensar claramente. 

Se miro una vez más al espejo y en su mente se volvieron a repetir las palabras del joven castaño. No eran sus palabras las que lastimaban,  era el hecho de que fueran verdad; su cabellera era hermosa y sedosa, pero era muy larga y estorbosa, no sabia peinarla simplemente la ataba en una cola que con el pasar de las horas se desaliñaba dejándola con una "fea" apariencia.

Tomo algunos mechones con la mano y los corto con aquellas filosas tijeras, ya no había marcha atrás, el arrepentimiento inundó su mente al ver los cabellos cortados en el suelo, respiro hondo y volvió a cortar. Así lentamente corto lo largo de su cabello dejándolo al ras de sus hombros; no se veía mal, con suerte la estilista podría arreglar las puntas que estaban disparejas pero no era gran cosa.

El alivio se sintió pronto en su cuerpo, era una decisión apresurada pero no fue mala, le gustaba lo que miraba en el espejo, tal vez lo que más necesitaba era un cambio drástico para empezar como una mujer independiente.

Después de terminar tomo una ducha y se dispuso a dormir; estaba agotada por alguna razón estaba exhausta, ver a Alastor solo había empeorado su noche. 

Tal vez la mañana fuese mejor.

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Al despertar la rubia se sentía muy fresca, no había dormido así de bien desde que se mudo de casa.

El cabello que usualmente le daba calor ya no estaba ahí, felizmente tomó una ducha, sus hombros se sentían ligeros y no tardo tanto lavando su cabello.

Realizo su rutina diaria de una forma tan tranquila, se sentía liberada de alguna forma, miro al espejo una vez más y sonrió, su madre realmente la mataría si se enteraba que todos los años cuidando la larga melena de su hija, se habían tirado a la basura.

Pero eso, eso no importaba ahora.

Charlie salió de su casa directo a una estética,  solo para arreglar las puntas desaliñadas, después como todos los días tomó el ferry, pero está vez no encontró al castaño en el camino.

Llego al edificio e inesperadamente todos la halagarón por el corte de cabello, cuando subió a su oficina tampoco encontró al joven castaño, en realidad eso la aliviaba; no quería que Alastor notará que sus palabras le hicieron daño.

Pero tan pronto pensó en el joven este apareció tocando la puerta para luego entrar.

El joven se quedó pasmado al ver a la rubia, su melena larga se había ido, no quería hacer otro comentario horrible, así que solo tomó asiento.

Sueño Hecho Realidad. (Charlastor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora