VII

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El comienzo.

Jugando con unos bloques de madera, Yuuji creo una pequeña e inestable torres que sus otros dos amigos quisieron destruir por diversión. Los tres niños gritaron distrayéndose ahora con una pelota casi desinflada en su totalidad cuando una monja llego hasta a ellos.

- Yuuji -mencionó la mujer con una sonrisa cálida-, quieren conocerte.

El pequeño apretó el balón con pánico, sus ojos pasaron a sus dos amigos tristes por el significado de aquellas palabras.

Tomó la mano de la monja a punto de llorar.

- No pongas esa cara, Yuuji -tranquilizó mientras caminaban devuelta al orfanato-. Estas personas son en realidad tus hermanos. Es primera vez en cinco años que alguien vienen a saber de ti.

- ¿Hermanos? ¿No son padres adoptivos?

- No, son tus hermanos de sangre.

Yuuji estaba confundido, su padre jamás le había dicho que tenia hermanos mayores, aunque eso lo hacia pensar en la familia de su madre a la cual nunca conoció.

Entraron por la puerta principal plagada de otros niños jugando, pasaron a una salita donde dos personas altas y de rostro extraño para Yuuji estaban de pie esperando por él.

Unas sonrisas falsas que pudo notar de inmediato y los ojos ausentes de emociones lo hizo no querer soltar la mano de la hermana, quien a pesar de su cobardía ella lo dejo solo con esas dos personas.

- Tienes el rostro de ella -dijo el más fortachón.

- Pero los reflejos de su padre, de eso no hay duda -dijo el otro restándole importancia-. Como sea, ¿cómo estás, Yuuji?

El pequeño dio un paso atrás cuando el delgado hombre se acercó.

- Marica -soltó el de atrás tomando asiento con las piernas abiertas.

- Kechizu -la firme voz lo hizo temblar-, controla tus malditas palabras.

Desviando la mirada el fortachón guardo silencio como se le pidió, Yuuji entendió que l apersona que realmente mandaba en la sala no era el más fuerte, sino el hombre de la sonrisa escalofriantes.

- Lo siento -dijo acuclillándose-. Es un imbécil sin cerebro.

- ¿Son... mis hermanos?

Kechizu rio.

- Medios hermanos, en realidad.

- ¿Conocen a papá?

El hombre negó.

- ¿Mamá?

- Por desgracia -respondieron al mismo tiempo.

- ¿Cómo era?

- Una maldita zorra, eso era -le respondió manteniendo una sonrisa en sus labios-. Seguramente no sabe cuando fue que abrió las piernas para darnos a luz.

Yuuji palideció.

- Pero no te preocupes -dijo de pronto al notar su temor-. Ella ya no esta aquí, nos hicimos cargo de ello.

Aquel día no comprendió el fuerte significado de esas palabras, solo vio a dos hombres aterradores que para su suerte no aparecieron para adoptarlo, solo lo visitaban con frecuencia fuera de las normas del orfanato. Sus visitas no eran programadas y mucho menos supervisadas. La quinta visita, Yuuji notó como Kechizu traía consigo una cámara, al preguntar su respuesta fue bastante simple: - Nos gusta documentar todo, ¿sabes?

Así fue durante años, donde su hermano mayor Esou le hacia regalos costosos, ya sea juguetes de alto valor, un celular, ropa y zapatillas de marca, pro a pesar de tenerlo todo no era capaz de usarlo en el orfanatorio debido a que las hermanas probablemente sospecharían de las visitar nocturnas. Lo mantuvo escondido hasta que una noche, Esou lo quiso llevar de pasea a sus quince años, un inicio esas fueron sus palabras. La cámara seguía encendida para grabar los momentos más importantes y Yuuji ya estaba acostumbrado ver como el centro del vídeo era él.

DULCE - JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora