Parte 1

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Draco luego de bajar las persianas de su tienda de pociones "Draconis Potions" se dirige tranquilamente a su casa.

Parpadea varias veces tratando de aliviar a sus ojos irritados de trabajar tanto tiempo sin descanso, normalmente no es un adicto al trabajo, aceptando solo los pedidos que puede llevar a cabo con eficiencia y a horarios normales. Pero en estas fechas, trata de adelantar todo el trabajo de varias semanas para no atrasarse con nada. No por primera vez se le ocurre la idea de contratar a una persona que lo ayude de manera temporal. Solo que, Draco es un maniático del orden. Su tienda y todo lo que hay en ella son sus bebés. Bebés que se atienden de manera muy particular, no soporta a nadie merodeando y cambiando todo sin cesar. Por eso, ningún cliente puede entrar a tocar libremente. No. Si tienen alguna solicitud, la pueden realizar directamente a él; muchas gracias. Incluso su esposo sabe que no puede mover absolutamente nada de lugar. Son felices así.

Por esa razón, Draco, no contrata a nadie, a pesar, que por la época si le hace falta un poco de ayuda. Lo ha meditado, de verdad que sí, pero, ¿vale la pena cuando esa persona va a estorbar más de lo que alivia sus pedidos? Tiene la respuesta: no. Mientras no consiga ese ser perfecto, seguirá en sus deberes solo. De cualquier manera, ya casi termina. Solo una semana más. Por ahora, de camino tenía planeado aparecerse directamente en su hogar, cambia de planes a favor de pasar por la tienda favorita de vinos de Harry, llevar una botella, comida y aperitivos.

En los planes de Draco para la noche, está pasar una gran velada a la luz de las velas junto a su esposo. La escena perfecta para que su cuatro ojos le revele, al fin, el sitio donde pasarán las próximas semanas de su vida. Su celebración de aniversario. Su quinto aniversario, para ser exactos. En una semana debe comenzar su viaje, siete días, y Harry no le ha compartido los detalles.

Para su cuarto aniversario Draco los llevó a Roma en un viaje de cuatro semanas. Para el tercero Harry los llevó a visitar las islas del Atlántico por seis semanas enteras. Y el segundo... bueno se hace la idea. Son grandes viajes que deben planificarse con antelación, solo que este año con el gran ascenso de Harry, Draco teme que no lleva todos los preparativos cubiertos. Por eso, necesita decírselo ahora, aún cuentan con algo de tiempo, Draco puede ayudar a completar lo que sea que Harry tenga en mente.

Arreglar últimos detalles, eso es. Draco es genial para esas cosas. Básicamente, nada le queda imposible.

Luego de terminar sus compras va directo a casa. Las asegura de un brazo, y con el otro se aparece directo a la Mansión Potter-Malfoy, se encuentra en las afueras de la ciudad, rodeada por un gran jardín, cuidado minuciosamente. Un hogar de ensueño. Y gracias a sus numerosas protecciones, solo personas autorizadas pueden llegar a ella.

Draco llega al recibidor, sin perder tiempo, pues, dentro de poco llegará Harry, deja su abrigo y maletín en sus lugares habituales y comienza los preparativos. En el comedor. El lugar reservado para su cita. El comedor es bastante espacioso y acogedor, cuenta con grandes ventanales que permiten iluminación natural, y en la noches se pueden contemplar las constelaciones durante sus comidas.

Saca su varita, con un movimiento de esta, deja las cosas en la mesa, con otro, esparce varias velas por la estancia, Draco da una vuelta sobre sí mismo, viendo con ojo crítico la repartición. Las velas separadas diez pulgadas de distancia una tras otra, encendidas, darán un ambiente cálido y romántico a todo el comedor. Asiente satisfecho.

Se vuelve a la mesa, en unas bolsas de papel le entregaron el plato principal, pato a la salsa. Desempaca los recipientes con cuidado, desintegrando sin demora los envases para llevar, no es como si comieran allí. Emplatados, les coloca hechizos para que mantenga su temperatura. Uno a cada lado. Aún no ha terminado. De la despensa agarra un balde, lo llena de hielo. Justo a la mitad fija la botella de vino. Alrededor de su puesto en la mesa, aparece varios pétalos de rosa que lo rodean. Junto con las velas, Draco sabe, es un gran trabajo.

Los aperitivos los guardará, a la espera de sacarlos para el postre. Con todo listo, solo falta arreglarse él mismo. Darse una ducha, cambiarse.

En la parte de arriba se encuentra la habitación principal. Sube las escaleras, pasa la primera y segunda puerta, que llevan a la biblioteca y oficina de Harry respectivamente; la tercera es su habitación. Abre la puerta y se va desvistiendo hasta llegar al baño. Blande su varita para encender la radio en su emisora preferida, a un volumen más bien bajo, solo de fondo. Entra a la ducha.

Luego de salir; se coloca un conjunto de dos piezas de lino, pantalón holgado con camisa de botones color crema. Su cabello platino cae suelto enmarcando su rostro. Pero antes, sigue a su tocador, corre el pequeño banco y toma asiento. Con dos pasadores se detiene los mechones de su cabello, Draco con esmero y paciencia se aplica todas sus cremas y pociones. Se da toquecitos leves en todo su rostro. Enrosca el último frasco, una poción creada por él mismo, y los guarda. Se levanta, va hacia su zapatero, el cual ocupa toda una habitación. Da una vuelta por el mismo, tratando de elegir un par. Draco analiza sus opciones, su calzado debe ser cómodo, pero bastante bonito, que combine con su atuendo y fácil de retirar.

El par ganador son unas sandalias traídas directamente desde Francia de piel de Dragón sintética. Satisfecho con su elección, se las calza. O eso intenta, justo cuando lo hace las protecciones se activan con la llegada de un extraño. Solo que él no dejo entrar a nadie a su hogar, eso solo quiere decir que el extraño está con Harry.

Un invitado, pero, ¿quién?

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