Percy Jackson el Héroe de la Caza

XVI

— ¡Me rindo!

Aquellas dos palabras habían silenciado a todo el campamento, tanto monstruos, como semidioses, atlanteanos y Dioses, voltearon a ver a Percy. Nadie creía que lo había escuchado.

Artemisa se puso de pie de inmediato, observando a su hijo, ¿Acaso se lo había imaginado? Pensó con nerviosismo. — ¿Qué dices hijo? — grito desesperada, para después observar el sitio donde estaba Zoe junto con Phoebe, dos de su sus más valientes y leales cazadoras, que en todos los años que pasaron en la caza nunca las había visto llorar, hasta ese día, ambas cazadoras se abrazaban, aun lado de ella estaba Thalia arrodillada siendo abrazada por Bianca quien intentaba consolar a su amiga. Nico estaba aún lado de su hermana, con los ojos abiertos viendo al chico caminar al encuentro con el Primordial.

— ¡Mátame, es a mí a quien quieres, pero promete que a ellos los dejaras en paz! — la voz de su hijo nuevamente lo distrajo y por primera vez en varios miles de años, Poseidón sintió terror al ver aquella sonrisa malvada de Cronos, no era así como debía de terminar, le había prometido a Sally que cuidaría de él, no podía fallar, por instinto golpeó la barrera en repetidas ocasiones con su tridente, pero está no se veía afectada. — Perdón Sally — murmuró mientras las primeras lágrimas se abrían paso entre sus ojos, el Dios dejó caer su tridente al suelo mientras observaba la escena con tristeza — Perdóname hijo.

Ares se encontraba al otro extremo, sus puños golpeaban ferozmente la barrera, aunque todos sus ataques eran inútiles, ninguno lograba dañar la barrera. Justo en esos momentos, un golpeado Percy fue arrojado enfrente de donde se encontraba, Ares soltó un gruñido desesperado de no poder ayudar al chico.

— Vamos Percy, no te rindas tu aun puedes ganar — exclamó intentando animar al chico, pero al levantar la mirada pudo ver como Cronos se acercaba sonriente.

— ¿De verdad Ares piensas que este niño me vencerá? — exclamó Cronos mientras tomaba del cabello a Percy para después golpearlo en varias ocasiones frente a la barrera, Ares se quedó inmóvil observando con los ojos abiertos aquella escena, podía escuchar los quejidos de dolor que lanzaba Percy ante cada golpe. Ares no se percató cuando el chico fue arrojado al otro extremo de la barrera, él se quedó aún viendo la barrera donde aún se encontraba la sangre de Percy. Se llevó por instinto sus manos a la cara limpiándose las lágrimas que caían de su rostro.

Hermes observaba en silencio, sentía como la boca estaba seca, todo aquello parecía una pesadilla, odiaba el no haber alejado a Percy del sitio tendría que haber prevenido eso. Bentesicime se llevó las manos a los oídos en un intentó de no escuchar más los gritos de dolor de Percy, se odiaba por no haber alejado su hermano. A un costado se encontraba Anfitrite, la Diosa se mantuvo un momento viendo al niño, para después fijar su vista en Poseidón, su marido, el cual estaba arrodillado frente a la barrera, se había dado por vencido, ya solo observaba la tortura a la que era sometido su hijo. Los gritos del niño fueron cada vez más frecuentes, lo que provocó que nuevamente centrará su atención en Percy, después de todo el chico nunca le mintió, él había cumplido con su promesa.

— ¿Qué es lo que hacen? — gritó la Diosa observando a sus soldados, incluso hasta sus hijos parecían sorprendidos de aquel arranque. — Uno de los nuestros necesita ayuda, ataquen.

Eso pareció ser suficiente, todos los atlantianos junto con Anfitrite, Tritón, Cimopolea, Eirene y Bentesicime golpeaban la barrera, en un intento por llegar a donde Percy se encontraba.

Hera se acercó con Dionisio para ayudar al dios a ponerse de pie, — ¿Por qué? — exclamó molesto, mientras chasqueaba los dedos invocando una copa de vino en su mano, para después arrojarla al piso. — De qué me sirve eso, lo tenía que proteger.