Capítulo 2

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Capítulo 2: El encanto de los elfos es real

Siento nervios. Mis manos sudan, la inseguridad se apaña en seguirme cuando salimos de mi departamento y subimos al auto que contrato la compañía en la que trabaja mi amiga.

Se incrementa con fuerza en mi pecho cuando nos bajamos frente al palacio de Rujah, imponente, elegante, moderno. Nunca he asistido a un evento en la casa real. Tampoco he tenido contacto con nadie de estirpe real.

Pero el estar caminando hacia las puertas inmensas lo hace real, parece emocionar a Riley, tiene los ojos abiertos ante cualquier movimiento, registrando el lugar con un brillo y una sonrisa avasallante.

Todo brilla, reluce. El piso oscuro puede reflejar parte de mi cuerpo, está completamente encerado, las paredes blancas tienen relieves azules, cuadros que sobresalen y le dan un toque elegante.

—Quita esa expresión, estamos en la casa real.

Le sonrío a medias, me intimida la grandeza del lugar, todo grita: lujos, dinero, historia, alcurnia. Los jarrones dorados puedo llegar a apostar que si son de oro, las hortensias blancas dentro de ella solo resaltan lo hermoso del salón principal.

El candelabro gigante que cuelga del techo en el centro tiene conexiones con los más moderados y menos ostentosos, así que asemejo el hecho a que debajo de ese candelabro bailaran los principales anfitriones, los reyes.

Los invitados sudan nobleza, se hace notar el abolengo en sus venas, Riley no se percata que algunas miradas se disparan a nosotras. No porque no hayamos seguido el Dress code, desentonamos con solo respirar. Ella mantiene su brazalete de prensa en su muñeca mientras que yo cubro la mía con mi otra mano.

— ¿Conoces a alguien aquí adentro? —Me refugio en su aura tranquila, ajena a ser siquiera la comidilla de la gente.

—Creo que invitaron a un par de colegas, empleados de la competencia y otros del medio.

Asiento siguiéndole el paso e imitando su manera de ignorar las miradas curiosas, su seguridad es envidiable y quisiera relucir la mía pero, justo ahora soy un manojo de nervios, es imposible.

— ¡Allá esta Malcolm! —Giro mi cabeza sin razón aparente, no conozco al hombre pero el entusiasmo en su voz guía mi mente. —Es el moreno que parece coquetear con el de moño azul y peinado al ras.

Distingo al castaño que hace movimientos muy marcados con las manos, viene de acuerdo al código y en un segundo se percata que mi amiga está presente. Intercambia unas cuantas palabras con el otro hombre, luego camina hacia nosotras.

—Lo amaras, es un amor de persona.

Respiro hondo sintiéndome como pez fuera del agua, evalúo las personas alrededor. Las mujeres propician su nombre con sus semblantes arrogantes, ariscos, marcados de superioridad mientras que los hombres parecen querer hacer exactamente la misma competencia ridícula entre ellos.

Quien mea más lejos dentro de su propio bando.

—Riley Olsen, vaya, vaya. —La abraza cálido y no deja de sonreir. —No pensé que asistirías a un evento como este, querida.

—Sucede que hablas con la nueva jefa de editores de Entertainment Katosh.

Se pavonea en nuestro sitio y suelto una risita que llama la atención del castaño. —No sabes cuánto me alegro por ti.

—Gracias. Ella es mi amiga, Sophie Ecno.

— ¿Ecno?

Sonrío como suelo hacer cuando evalúan mi apellido y asiento. —Un gusto.

El cuadro de la reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora