Capítulo 3

1 0 0
                                    

Capítulo 3: Imaginación

— ¿Quieres terminar de contarme? ¡Por amor a los dioses, Sophie!

—No hay nada más que contar. —Evado su mirada curiosa y termino por enmarcar la fotografía de mi gato detrás del sofá.

Sus bigotes sobresalen y su boca está abierta, parece casi una sonrisa.

— ¿Cómo puedes decir eso? —Hace una pausa dramática y me persigue por el piso hasta que atravesamos la cocina y se interpone en mi camino. — ¡Conociste al príncipe Alarik! Esa era mi misión.

Suspiro y el cosquilleo en mis entrañas despierta todas las emociones que viví anoche. Conocer...Conocer es una palabra profunda para lo que nosotros compartimos.

Fue un momento, un refugio para mí y una escapatoria para él, o al revés. Sus ojos divertidos al tenerme vuelta un chorro de nervios. A mí no me divirtió en lo absoluto, me indigno que ocultara algo como su identidad siendo de hecho el motivo de esa gala, que dejara que lo tuteara o que corriera peligro de ser expulsada por distraerlo, quien sabe.

No debí fraternizar con tanta confianza con él. Ahora tampoco se siente correcto pensar en él como un vikingo, no porque no parezca uno sino porque ese hilo de pensamientos conllevan a otros más íntimos, más calientes. No está bien fantasear con el próximo rey de Vastonia.

Aun cuando sin duda puede hacer babear a cualquier ser en este planeta, es irremediablemente irresistible.

—Solo hablamos unos minutos.

—Coqueteaste unos minutos. —Corrige riéndose con voz chillona, ruedo los ojos y la esquivo tomando el teléfono que cuelga de la pared. — ¿De que hablaron?

Marco el número del restaurante de comida rápida y me encojo de hombros fingiendo que en realidad recordar no acelera mi corazón.

— ¿Buenas tardes? —Al otro lado me contesta la misma mujer de hace años. —Hola, Emma. Es Sophie, me gustaría dos combos tres por favor.

—Si claro, serian ocho con treinta Kataj, ¿pagaras en efectivo?

—Sí, sí, ya sabes mi dirección.

—Está bien, gracias por tu compra, Sophie.

Me despido rápido y cuelgo el teléfono. Los ojos de halcón de Riley siguen mis movimientos y se mantiene en silencio mientras proceso el pago.

— ¿Entonces...?

— ¿Entonces qué?

Hace un puchero mientras ruedo los ojos y caminamos al pequeño living, nos sentamos en los extremos de mi sofá. Mi sala no es ni un tercio del salón de baile de anoche, por más podría ser comparado con el recibidor, claro mi piso entero.

Paredes blancas, solo una de ellas más oscura, un marrón justo en la pared donde está el único televisor de mi posesión. Algunas adornabas con cuadros, fotografías mías o de Othis o de ambos. Nada más personal.

Unas cuantas revistas de artes esparcidas en la mesa de madera en el centro del salón, piso del mismo material en un edificio de cuatro pisos construidos hace tres décadas con él, en ese entonces, nuevo gobierno.

—Quiero saber que hablaron el príncipe y tú.

Por alguna razón, sentía que esa conversación no debía saberla nadie más, un sentimiento de posesividad sobre los temas triviales me obliga a encogerme de hombros. —Del jardín.

Frunce el ceño. ¡Oh! ¿En serio? ¿Te comento de lo hermoso que se ven las oxidianas desde el palco?

—Por supuesto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 25, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El cuadro de la reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora