capitulo 29

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Me recargué en la cama.

—Se te ve genial. —Dije.

Michonne se vió en el espejo y sonrió ampliamente, mi padre se acercó a la puerta y reí.

—También te ves genial, papá. Resalta el azul de tus ojos. —Reí.

Mi padre rodó los ojos con una sonrisa en su rostro y me levanté de la cama, dejando a los oficiales hablar sobre sus temas.

—Hay que proteger a la comunidad de las actividades callejeras. —Dijo mi padre hacia Michonne.

—Si, le hubieran dado ese trabajo a Daryl. —Habló Michonne, para molestarme.

Rodé los ojos y salí de la habitación, caminé hacia afuera mientras buscaba a Daryl.

—Hola, ¿No has visto a Daryl?

—Creo que salió con Aaron. —Dijo Rosita desde la cocina.

Caminé hacia la cocina y ví a Rosita y Tara cocinando.

—¿Qué hacen?

—Pizza, pero creo que no tiene forma circular

Me acerqué y reí por la nariz al ver un pedazo de masa en forma de corazón.

—No te rías, babosa. —Tara me pegó con la palma de su mano en el brazo.

Sasha entró corriendo a la casa y entró a la cocina

—La señora quiere hacer una fiesta esta noche, y me dijo que puedo ser guardia solamente si voy. —Dijo rápidamente caminando de un lado a otro.

—¿Es obligatorio?

—Si, básicamente. Quiero ser guardia de la torre principal pero me chantajeó, no quiero ir a esa fiesta.

—Ve solamente un rato y luego te vas rápido, nosotras podemos cubrirte o algo así. —Dijo Tara.

Sasha asintió, calmandose.

—Fizzy, escuché a tu padre decir que están vigilando a Daryl de cerca.

—Por eso Aaron salió con él, Daryl no saldría con alguien de aquí. Y menos con él, ¿Por qué lo vigilarían?

—¿Por qué no? —Preguntó Tara.

Suspiré.


















































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—Judith, ¿El celeste o el morado?

Judith se cubrió el rostro con el vestido celeste.

—Exacto, tienes estilo.

La dejé jugando con sus juguetes en en suelo y me fuí al baño para vestirme.

Era un vestido de tiras celeste, demasiado hermoso. Pero no me gustaba como me veía, es decir. No soy una de las personas más seguras de sí mismas.

—¿Parezco piñata?

Judith estiró sus brazos para que la cargara así que la dejé en la cama mientras me hacía una pequeña trenza y me veía al espejo.

Me veo rara.

Cargué a Judith y bajé las escaleras, mi padre volteó a verme y sonrió.

—Te ves hermosa, hija.

𝙏𝙃𝙀 𝙂𝙍𝙀𝘼𝙏 𝙒𝘼𝙍 | 𝘿𝘼𝙍𝙔𝙇 𝘿𝙄𝙓𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora