.•* Capítulo 3 *•.

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Los murmullos empezaban a ser cada vez más claros.

"Es la hija del Barón Latimer."

"Siempre pensé que era una muchachita sin valores."

"Oh, ahora ha atrapado a ese caballero en matrimonio..."

No pudo soportar más, el tipo cuyo nombre aún desconocía la tenía atrapada. Con una fuerza descomunal, lo empujó haciendo que éste cayera por el movimiento repentino. Bien, si no estuviera en esta situación quizá se reiría de él.

Se giró hacia la pequeña multitud que ahora empezaba a incrementar. Ellos la veían como si le hubiera salido una segunda cabeza. Apretó sus puños y parpadeó con rapidez para evitar derramar las lágrimas.

—¡No estaba aquí por mi voluntad! —Gritó con frustración—. ¡Ese hombre me tenía retenida aún cuando le supliqué que me dejara ir!

Los ojos de las personas la miraban como buitres. Le estaba costando respirar. Sabía que la culparían a ella. Su sociedad era así, no importaba lo mucho que ella hubiera intentado huir de ese hombre, ellos no lo veían así. Solo era una simple dama soltera y él era un hombre.

—Deben casarse, o sino estará arruinada —comentó uno de los espectadores.

¡No se iba a casar con ese desagradable hombre!

—¡No ha pasado nada! —Intentó defenderse, aunque sabía que era inútil—. ¡Él ha sido quien no quería soltarme pese a mis súplicas!

En ese momento, su madre apareció en la multitud con el rostro pálido.

—¿Amelia? ¿Qué has hecho?

¿Por qué asumía que era su culpa? Se mordió el labio inferior, de esa forma evitaba los sollozos que amenazaban con romper su garganta.

—No ha sido culpa mía, madre —se giró hacia el hombre extravagante, él le sonreía desde las sombras, no había dicho nada desde que las personas habían aparecido. Quiso golpearlo, borrarle esa sonrisa—, es usted despreciable.

Escupió con asco, las lágrimas mojaban sus mejillas, no le importaba mostrarse vulnerable, había arruinado su vida y parecía divertido ante eso. Sin pensar en más, irrumpió contra la multitud corriendo. No le importaba darles más material para los chismes, porque, siendo honesta, ¿qué tenía ahora? Su vida se había arruinado en solo unos segundos por culpa de un completo extraño. Tomó la falda de su vestido en sus manos y corrió sin mirar atrás, escuchaba los gritos de su madre, pero no se detuvo.

Al entrar nuevamente en el salón de baile, se escabulló por los cientos de personas, necesitaba salir de ahí. Su cabeza retumbaba y tenía las mejillas empapadas lo cuál no le permitía ver bien su camino. Todo estaba borroso.

Chocó contra alguien, quería esquivarlo pero no tuvo éxito. Una fuerte mano se posó en su brazo. Se giró llena de pánico al pensar que era el hombre misterioso del pasillo. En su lugar, Erik la observaba con su rostro bañado en preocupación.

—¿Amelia? ¿Qué te ha sucedido?

Un sollozó desgarró su garganta, y, sin atreverse a contestarle, tiró de su mano con fuerza y reanudó su pequeña carrera en busca de la salida. El viento fresco de la noche fue como una pequeña dosis de calma. Sin esperar más, se adentró en las calles solitarias de Mayfair. Quería desaparecer, pero por el momento, se conformaba con estar envuelta en las mantas de su cama.

[...]

No había salido de su habitación en dos días. Sus padres esa misma noche intentaron entrar con innumerables amenazas y gritos, pero no lo lograron —se había asegurado de correr uno de los armarios para bloquear la puerta—. Finalmente sus padres habían desistido con la tarea, y la noche anterior los llamados cesaron.

Un Amor Escandaloso || Hermanos Dashwood #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora