Prólogo

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『00: PROLOGO』

『00: PROLOGO』

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En Baltimore las calles eran invadidas por un fuerte viento que llevaba consigo una tormenta la cual azotaba a su paso la ciudad sin ningún tipo de piedad. Los árboles se sacudieron violentamente y las ventanas se cerraron de golpe bajo la lluvia torrencial. Una atmósfera de tensión eléctrica, como si el mismo cielo desafiara a la humanidad con su furia.

Dentro de su elegante estudio, Hannibal Lecter permanecía sentado en su silla, un hombre misterioso y tranquilo como el ojo de una tormenta. Su mirada reflejaba una mente que operaba a un nivel más allá de lo común. La luz parpadeante de la lámpara bailaba en sus ojos, dándole un aire inquietante y misterioso. Sosteniendo una copa de vino tinto, el aroma embriagador de la bebida llenaba sus sentidos, pero no tanto como el espíritu de la caza. Para él, la intensidad de la naturaleza es un reflejo de su propia alma, un hombre convertido en depredador. La tormenta resonó en su oscuro interior, alimentando su insaciable apetito por lo inesperado y lo caótico.

La televisión zumbaba en un rincón del estudio, mostrando una emisora ​​de noticias que informaba sobre la tormenta que asolaba la ciudad. Imágenes temblorosas de calles inundadas y árboles derribados se desplegaban ante sus ojos, pero a Hannibal parecía no importarle la fuerza de la naturaleza fuera de su refugio. Su expresión se mantuvo imperturbable, aun con la copa de vino en mano, justo a su lado reposaba su inquietante recetario.

La repentina tormenta jamás vista en Baltimore, Maryland solo aumentaba su fascinación por lo inesperado y lo impredecible. Porque esta interrupción en su rutina le permitiría aplazar su próximo "festín".


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En un rincón oculto y apartado de la ciudad, Emily experimentaba una realidad completamente distinta. La fuerza implacable de la tormenta la hacía sentir pequeña y vulnerable, como una hoja arrastrada por el viento. Sus cabellos empapados se adherían a su rostro al igual que su ropa a la piel, pero su determinación por sobrevivir era firme.

El bosque oscuro y misterioso la rodeaba con sus troncos retorcidos los cuales formaban un intrincado laberinto para su tamaño. Los truenos retumbaban en el cielo, iluminando momentáneamente el sendero resbaladizo y fangoso por el que corría, tratando de escapar del hombre malvado que la perseguía sin descanso.

—¡Basta, pequeña! —la voz del extraño se elevó en medio de la tormenta como un eco amenazador que hacía estremecer.

Sus pies tropezaban en las raíces y piedras del bosque, y el dolor punzante en sus brazos le recordaba las heridas mal vendadas que había sufrido previamente.

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