Capítulo 3: Amor es dolor

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Firmar el pacto del amor conlleva aguardar la llegada del dolor.

Kotoha no imaginó sentir nuevamente la intensa alegría que invadía su ser cada vez que compartía un instante junto a Douma.

El sentimiento de fascinación que florecía por los detalles dedicado con amor no tardaba en desvanecerse al ver como una nueva aprendiz desaparecía. Creyó varias veces que su amor haría cambiar al desalmado demonio del que no pudo evitar enamorarse <<ingenua>> dice mientras arregla el vestido que usará para su cita. Lloró silenciosamente en el espacio de su habitación al recordar la sonrisa de su tierno hijo: los años pasan, pero el dolor por la pérdida de su único hijo no abandona su corazón. Limpió sus lágrimas para evitar que su rostro luzca demacrado y Douma descubra que aún llora por las noches. Su carcelero y ahora amado no muestra interés en ocultar el descontento que le causa recordar los días en que era rechazado por culpa de un bebé probablemente muerto, no lo mencionaba directamente, pero Kotoha sabía que su hijo era percibido como un estorbo.

Salió con dirección al jardín del templo para recibir los rayos del sol. Esperó pacientemente que un sirviente llegase a buscarla para ir al lado de Douma, pero no pasó, las horas transcurrían y no era llamada. El vacío que se instaló en su pecho provocó un sentimiento amargo en su boca. Bastó un par de horas para quedar sumergida en la oscuridad abosulta de la noche. Miraba el cielo infinito en compañía de la luna y pocas estrellas cuando sintió dos manos grandes deslizarse por su cintura hasta abrazarla, suspiró complacida por la presencia junto a ella. Suavemente inclinó su cabeza hacia su acompañante hasta recostarla en su pecho, inhalando la fragancia varonil que el demonio desprendía.

—¿Me extrañaste? —pregunta el demonio complacido por la acción de la mujer.

—Sí —confiesa en un susurro, la alegría que siente impide que reclame el tiempo que esperó —, no me dejes... nunca —pide somnolienta, de otro modo nunca lo pediría.

Fascinado, Douma la sujetó del mentón e inclinó su rostro para alcanzar los labios de su compañera en un beso suave: había descubierto que con caricias relajaba el cuerpo de Kotoha hasta volverlo sumiso bajo su tacto.

Durante el beso no hubo segundo en que Douma cerrase sus ojos y se entregase al placer de los enamorados. Mantuvo sus ojos abiertos memorizando cada uno de los gestos de su mujer, preguntándose como el tiempo le transformará las facciones hasta dejarla irreconocible.

En el momento en que la joven abrió los ojos Douma pudo ver el brillo que sus ojos desprendían: comprendió una vez más la razón por la cual permanecía viva después de saber la verdad.

Los minutos de silencio que siguieron a su encuentro no resultaron incómodos para la pareja; el demonio mostraba desinterés a su situación y caminaba pareciendo reflexivo. Kotoha no reflejaba pizca de desinterés, al contrario, mientras caminaban por el patio juntó su mano con la de Douma y empezó a tararear la letra de una canción.

—Al parecer seremos felices —declara en voz baja, tanta que el demonio no logró escuchar lo que dijo, tampoco mostró interés por saber.

¿Puede el amor soportar la carga de la decepción?

¡Hola a todos!

Espero que aún haya personas que lean esta historia, si es así disfruten el capítulo.

Hasta la próxima. :)

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