¨*°•✧•°*¨*°•✧•°*¨*°•✧•°*¨De todas las cosas que alguna vez se hubiera esperado que Draco Malfoy hiciera, trabajar era la menos probable de ellas.
Era rico, su familia tenía negocios a lo largo de Inglaterra y distribuidos por Europa. Cualquier persona habría supuesto que pasaría el resto de su vida viviendo cómodamente en su Mansión sin preocuparse por nada además de su meticuloso peinado. Pero la gente tendía a equivocarse mucho respecto a él de todos los modos.
Trabajar para el Ministerio se había vuelto su forma de demostrarle a la sociedad que había cambiado. Y todo había funcionado bien... Lentamente, pero bien.
El dolor de cabeza era insoportable, no tenía intención de abandonar la cama en ese momento, así que decidió recordar el día anterior para descubrir en qué parte del día todo se había ido al carajo hasta dejarlo allí tumbado a media mañana con el dolor partiéndole la mollera y una sensibilidad extrema a la luz que no le permitía abrir bien los ojos.
El día anterior había sido pesado. Un caso complicado de inodoros embrujados en un centro comercial muggle… La tarea de desmemorizar a quinientos muggles fue incluso más extenuante que la reparación de los artefactos, aunque menos inquietante y bastante más higiénica.
Pero al fin era viernes y, después de darse cuenta de una buena ducha en los baños de la oficina -que por fortuna estaban allí para situaciones tan desagradables como la del día-, había decidido hacer una parada en el bar de la esquina para relajarse un rato. .
Ni bien entró en el concurrido bar notó una cabellera con rizos espesos y castaños reclinada sobre la barra, junto al único taburete disponible en el lugar.
Draco maldijo su suerte pero, en aras de la buena convivencia interdepartamental, decidió que intercambiar un par de palabras con Granger no tenía por qué ser tan malo.
Se ajustó la túnica, se acomodó hacia atrás algunos mechones de cabello aún humedecidos y caminó a paso decidido hacia el puesto vacío en la barra.
Granger no volteó a verlo. Por lo visto, estaba demasiado sumergida en sus pensamientos.
El cantinero se acercó a él y le preguntó qué tomaría.
—Un whisky de fuego, por favor —respondió él.
Y fue entonces cuando Granger pareció darse cuenta de quién se había sentado a su lado.
—Pero a quién temenos aquí —dijo ella con voz pastosa y tropezando las palabras—, pero si es mi buen amigo, Draco Madfoy .
Hermione remató el comentario bebiendo hasta el fondo los restos de su copa y bajándola con más fuerza de lo necesario. La copa se hizo añicos y ella emitió una risita extraña.
—Granger ¿de verdad eres tú? —preguntó Draco, mirándola atónito—. Si alguien me hubiera dicho en la mañana que me encontraría hoy a Hermione Granger en estado de ebriedad, lo hubiera mandado a hacerse un chequeo a San Mungo.
El cantinero trajo la bebida de Draco.
—La gente suele decir muchas cosas, Madfoy —dijo ella encogiéndose de hombros—. Pero como a la gente no le importa un cadajo , puede meter sus opiniones por el trasedo …
Draco se rió entre dientes ante el lenguaje florido de la chica y le dio un trago a su bebida.
— Cantinedo —Hermione alzó una mano para agitarla hacia el hombre—. Tráigame otda copa de vino.
—¿No has bebido ya suficiente, abuela…? —preguntó él, al ver que la chica se balanceaba peligrosamente sobre el taburete. Pero la mirada fulminante que ella le dirigió hizo que Draco se cortara a media palabra y levantara los brazos en gesto de rendición—. Valle. No, él dijo nada.
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Dramione One Shots
Teen Fictionhistorias cortas del Dramione Que he encontrado y lo he traducido